Bruselas - La antesala de la cumbre extraordinaria era prometedora: varios líderes europeos habían cocinado en la cita del G20 en Osaka, Japón, un principio de acuerdo sobre los futuros líderes de la UE. “Aquí lo tengo, pero es top secret”, señalaba Donald Tusk, presidente del Consejo, a su llegada a la reunión de grupo de la familia popular el domingo por la mañana.
Pero ahí se comenzó a torcer todo. Los populares montaron el domingo una revuelta contra la supuesta luz verde de Angela Merkel, canciller alemana, al plan Osaka, que daría la Presidencia de la Comisión al socialdemócrata Frans Timmermans a cambio de ceder el liderazgo completo del Parlamento Europeo y el puesto de Alto Representante al partido más votado en las elecciones europeas de mayo.
“El Partido Popular Europeo (PPE) no está de acuerdo con el paquete cocinado en Osaka. Hay mucha oposición desde el PPE y una gran mayoría de primeros ministros populares creen que no debemos dejar escapar la Presidencia de la Comisión tan fácil, sin luchar”, avisaba a su llegada al Consejo Europeo Leo Varadkar, primer ministro irlandés.
El otro frente de la batalla contra Timmermans lo lidera Visegrado -Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia-. Para la familia del Este, el holandés representa el látigo a capitales como Varsovia por su deriva del Estado de Derecho. Bajo su batuta, Polonia fue el primer país de la historia de la UE en estar bajo la lupa del punitivo Artículo 7, que en última instancia quita el derecho de voto de un país en el Consejo. “No es la persona adecuada para unir a Europa. No ha sido muy positivo con muestra región y echamos en falta balance geográfico y de género”, avisaba Andrej Babis, premier checo.
Así las cosas, de las 18 horas que duró la cita del domingo al lunes en Bruselas, solo cinco y media fueron en el formato habitual, es decir entre los Veintiocho. La mayor parte de la cumbre se centró en encuentros bilaterales que buscaban encajar las piezas de un rompecabezas al que de momento le faltan fichas.
Pero las diferencias continúan insalvables y los líderes se han dado un receso de 24 horas: volverán a verse las caras hoy, a partir de las 11.00 en el Consejo Europeo, cuando echa a andar la nueva legislatura del Parlamento Europeo, mientras que el Pleno debería elegir mañana a su presidente. Una votación que también fue pospuesta 24 horas ante lo ajustado de las agujas del reloj.
Si bien el Consejo necesita una mayoría cualificada reforzada -al menos 21 Estados miembros que suponga el 65% de la población europea- para proponer al sustituto de Juncker, fuentes comunitarias insistían en varias ocasiones en que el objetivo es conseguir el mayor consenso posible.
La designación del luxemburgués contó con la oposición del Reino Unido y Hungría, pero dejar a los países de Visegrado o al PPE aislado entraña un gran riesgo político. Aunque técnicamente varias fórmulas son posibles y los números dan, engordar la brecha Este-Oeste a través de la mayoría cualificada es arriesgado.
El eje franco-alemán, también en confrontación por el sistema del Spitzenkandidat que avala Berlín, pero desea enterrar París, ha achacado parte de la derrota al cansancio. Muchos líderes llegaban directos desde Japón. “El cansancio conduce a crispaciones innecesarias”, apuntaba el presidente francés, Emmanuel Macron, a su salida, apelando a una reflexión con calma un día después. “Una vez que hayamos dormido un poco creo que habrá voluntad de alcanzar un compromiso”, coincidía con Merkel.
Aunque finalmente no hubo acuerdo, a lo largo de la jornada y media sonaron en la sala de prensa muchas quinielas. En las últimas horas parecía que Timmermans acariciaba el trono del Berlaymont (sede de la Comisión Europea) tras contar un “apoyo creciente” de los diez países que a primera hora de la noche dominical se oponían al holandés.
En recompensa a los populares, se daría a Manfred Weber la Presidencia del Parlamento y a Kristalina Georgieva -actual CEO del Banco Mundial- la Presidencia del Consejo. Mientras que los Liberales se harían con la vicepresidencia primera o el cargo de Alto Representante, cargos para los que ha sonado Margrethe Vestager.
Los líderes de la UE confían en superar las divisiones y cerrar hoy un acuerdo sobre el reparto de cargos de la cúpula europea.