Bruselas - Si hay una palabra que ha protagonizado la actualidad de la Unión durante el año que dejamos esa es crisis: la de los refugiados; la crisis de la Eurozona; la crisis de identidad; la del pulso del Este; la de los presupuestos italianos; o más reciente la crisis de los chalecos amarillos. Ya lo aventuró Jean Monnet, uno de los padres fundadores de la UE: “Europa se forjará en crisis y será la suma de las soluciones adoptada para esas crisis”,
El 2019 será crucial para la UE y mucho del destino del proyecto comunitario lo marcará la respuesta que la Unión dé a estas crisis. Pero sobre todo la respuesta a los dos hitos más importantes que avecina el año venidero: la salida del Reino Unido y la conformación de la nueva Eurocámara y la Comisión Europea tras las elecciones europeas de mayo.
El año ya empieza fuerte: la semana del próximo 14 de enero, el Parlamento británico votará el Acuerdo de Salida, ya que el 29 de marzo el Reino Unido abandona la Unión. Estó podrá hacerlo por dos vías: de forma caótica (sin acuerdo) o de forma ordenada (con él). La experiencia del Brexit ha dejado estos 18 meses dos lecciones importantes para los Veintisiete: una es la unidad que han mostrado las capitales europeas, que encontraron su mayor desencuentro en la crisis de España por Gibraltar; y la otra es la firmeza con que Comisión, Parlamento y Consejo han mostrado ante el ingobernable Londres.
Otro momento culminante del año que entra es que en el mes de mayo llegan las que probablemente serán las elecciones más importantes para la UE hasta la fecha. Lo hacen en un contexto de hartazgo y cambio social que ha impulsado el auge de los extremismos.
Los comicios pueden convertirse en el espejo de lo que ha ocurrido durante los últimos años en los parlamento nacionales de los Estados miembros: el auge de la extrema derecha. En Austria la ultraderecha gobierna en la coalición que lidera Sebastian Kurz, en el Parlamento alemán (también en el andaluz) han entrado por primera vez Alternativa para Alemania o Vox y en Suecia se han convertido en la llave para formar Ejecutivo provocando un bloqueo gubernamental.
Una de las claves este mayo pasa por si las fuerzas ultras consiguen unirse en torno a un único grupo político, algo difícil dado las grandes diferencias que separan a unos de otros. Lo que parece más probable es que los partidos tradicionales pierdan en torno a un 5% de sus escaños en beneficio de estas fuerzas, lo que amenaza con provocar más escisiones y quebraderos de cabeza durante el próximo lustro. Otro de los grandes momentos llegará al conocer los sustitutos de la actual Comisión que lidera Jean-Claude Juncker y qué línea tomarán ante los múltiples desafíos que se presentan.
Crisis migratoria Pero además, la Unión comienza el nuevo año arrastrando muchas crisis. La migratoria, lejos de desbloquearse, continúa cavando grietas entre los Estados miembros, que de nuevo se enfrentan al reto de desbloquear la Política de Asilo Común, para el que es fundamental dar una respuesta a la reforma del Reglamento de Dublín. Un momento importante será la cumbre UE-Liga Árabe, que se celebrará en febrero en El Cairo, donde la Unión Europea dará forma a su cooperación con países del norte de África para frenar la inmigración irregular.
Las fuerzas populistas han hecho tanto a nivel nacional como europeo una máquina de votos del rechazo de la inmigración escenificado con el cierre de puertos a buques que transportan a solicitantes de asilo o con el rechazo al Pacto Global sobre Migración, que cuenta con el boicot de nueve Estados miembros. La extrema derecha busca hacer de los comicios de mayo un plebiscito para avalar su cierre de puertas y control de fronteras externas.
Igual de estancada está la reforma de la Eurozona, que consiguió un acuerdo de mínimos en la última cumbre europea.
Será también un año para el presidente francés Emmanuel Macron, presentado como la gran esperanza de Europa, que vive sus momentos más bajos de popularidad y en medio de crisis internas y canalizadas en torno a la crisis de los chalecos amarillos. Todo ello, de la mano de una desaceleración generalizada del crecimiento. En Alemania, está por ver si la gran coalición aguanta el pulso y permite a una saliente Angela Merkel culminar su mandato, previsto hasta 2021.