VITORIA - Cuando se cierren hoy las urnas en Andalucía (20.00 horas), Pedro Sánchez puede que finalmente haya tomado una decisión respecto al adelanto electoral desde Moncloa, en conexión con Ferraz. Allí fue donde la que previsiblemente volverá a liderar la Junta, Susana Díaz, le asestó todo un golpe de Estado que, sin embargo, le salió redondo al vigente presidente español. Al líder del PSOE le cuadrarían las cuentas para expandir la legislatura, aún sin Presupuestos, si su partido consigue una holgada victoria, con un mínimo descenso de escaños, y las formaciones de centro derecha y extrema derecha quedan fragmentadas. De lo contrario, la idea del superdomingo de mayo ganaría enteros en su agenda pese a la oposición del resto de barones. Mientras, la baronesa, que de aliada suya pasó a ser acérrima enemiga en sus filas, no se bajará del sillón del palacio de San Telmo si la ecuación con Adelante Andalucía (Podemos e IU, entre otras marcas) le resulta suficiente aunque deba pagar un alto precio. Y es que la fuerza que encabeza de nuevo Teresa Rodríguez tampoco le entregará la corona en bandeja de plata tras una legislatura en la que se ha comportado como único azote del susanismo.

Parece seguro que el cambio deberá esperar, una vez más, en un feudo donde el socialismo lleva campando a sus anchas cuatro décadas y que, para más inri, fijó estos comicios antes de tiempo para que no le pillara el toro del caso de los ERE -por el impacto de ver a dos expresidentes de la Junta en el banquillo, Manuel Chaves y José Antonio Griñán-, tan o más sangrante que la trama Gürtel del PP. Díaz, socialdemócrata clásica, sin duda pensaría antes en Ciudadanos para facilitarle otra vez la gobernabilidad, a pesar de la conveniente ruptura que estaba pactada tácitamente, antes que en las siglas moradas, que en esta comunidad están pilotadas por el sector más antisistema de los anticapitalistas. Eso sí, la opción de un gobierno conservador parece lejana en los sondeos, y aunque la sevillana sabe que alguna vez le tocará a un dirigente socialista andaluz abandonar la sede de la Presidencia y apagar la luz, no parece que el momento histórico le corresponda a ella pese al desgaste de tres años de Ejecutivo en minoría, que le ha obligado a concesiones como la rebaja temporal del impuesto de sucesiones.

Principalmente, porque en Andalucía hay muchos factores intrínsecos que favorecen el voto conservador socialista más allá de los datos del paro, la situación de la sanidad o las deficiencias en educación, entre otras materias. A ello se une la pelea cainita en la que se han envuelto Ciudadanos y PP con la aparición de Vox, a quien las proyecciones le otorgan un resultado como para echarse a temblar, porque a los de Santiago Abascal les supondría todo un altavoz a nivel estatal. La moción de censura contra Mariano Rajoy y el conflicto con Catalunya han sido su mejor semillero para marcar la agenda a sus compañeros de patria, derechizando hasta límites insospechados mensajes y propuestas, acusando al soberanismo catalán de “golpista” y recurriendo al raca-raca del Concierto y el Cupo vasco. En la filial de Génova Juan Manuel Moreno bastante tendrá con resistir la caída libre que se le augura, y que en primer término afectará a su gran jefe, Pablo Casado; mientras que en la bancada de Juan Marín, negado de carisma, habrá que calibrar si el ascenso naranja será tan fulgurante o volverá a comportarse a modo de gaseosa.

Todo está en la mano de 6.541.722 andaluces, que serán el faro que guíe a Sánchez y, de paso, a los ciudadanos de un Estado cuyas estructuras están en demolición. En Andalucía parece que el hormigón socialista seguirá rocoso. Pero menos.

Censo. 6.541.722 de andaluces están llamados hoy a las urnas.

Actual reparto de escaños. El PSOE cuenta con 47 asientos en el Parlamento andaluz, por los 33 del PP, 15 de Podemos, 9 de Ciudadanos y 5 de IU. En esta ocasión Podemos e IU concurren en la candidatura Andalucía Adelante.

Sondeos. De seis a diez escaños podrían perder los socialistas, y entre ocho y diez el PP. Mientras, Podemos e IU se mantendrían o mejorarían, y C’s subiría unos diez. Vox podría amarrar hasta cinco asientos.