Londres - Los recién nombrados ministros de la premier británica Theresa May se reunieron ayer por primera vez tratando de dar una imagen de unión mientras los partidarios de un Brexit duro traman una guerrilla para obligar a que la primera ministra abandone su propuesta de que Londres tenga un alineamiento regulatorio a la Unión Europea en productos agrícolas e industriales, entre otros.

Durante la reunión del Gabinete, May advirtió a los miembros del partido conservador que deben unirse o por el contrario se enfrentan a la perspectiva de que el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, llegue al poder. El primero en dar su apoyo a su jefa de filas fue el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Jeremy Hunt, diciendo que tendrá una postura firme respaldándola, algo que nunca hizo su predecesor, el saliente Boris Johnson.

En un tuit en su cuenta oficial claramente diseñado para mostrar una imagen de unión, May publicó que la reunión del Gabinete había sido “productiva”, a lo que se unieron unas declaraciones del ministro de Medio Ambiente, y Brexiter, diciendo que no seguirá los pasos de Boris Johnson y David Davis, y que respalda a la primera ministra al 100%.

“Admiro mucho a Boris y David y lamento que hayan abandonado el Gobierno”, puntualizó Michael Gove. La prueba de que nadie le cree fue cómo saltaron las alarmas de que él también dejaba el barco por su ausencia en una conferencia de prensa planificada hace tiempo. Lo mismo le ocurrió a Liam Fox, ministro de Comercio Internacional, al que la prensa abordó a la salida de su casa para saber si abandonaba el Ejecutivo, lo que negó con la cabeza.

May tuvo también el respaldo de altos cargos tories de los bandos favorables al Brexit duro y a permanecer en la UE, pero queda por saber si finalmente habrá rebelión de hasta 80 miembros del Grupo de Investigación Europea (ERG, por sus siglas en inglés), favorables a un Brexit duro y que mantuvieron una larga reunión de la cual no han trascendido sus planes finales.

Los que sí decidieron irse ayer fueron dos de los vicepresidentes conservadores, Ben Bradley y Maria Caulfield, en protesta por el plan acordado en Chequers. “Esta política será mala para nuestro país y mala para el partido”, reconoció Caulfield, en una carta de renuncia en la que destacó cómo la nueva relación comercial propuesta con la UE “no abarcaba plenamente las oportunidades que el Brexit puede brindar” a Reino Unido.

Los críticos con la premier no planearían echar a May, sino conseguir tumbar el plan acordado en la reunión de 12 horas del viernes en su residencia de verano, conocido como el acuerdo de Chequers. Las principales desavenencias se centran en cuánto debe priorizar el Reino Unido los intereses empresariales y si debe poner fin a la libre circulación de personas, tener competencia sobre el Tribunal Europeo de Justicia y una política comercial independiente que permita a Londres establecer sus propias reglas comerciales y alcanzar sus propios acuerdos en este ámbito.

El que sí salió en defensa de May y de la necesidad de conseguir un acuerdo con Bruselas para materializar el Brexit fue David Gauke, ministro de Justicia, dejando claro que los primeros afectados por una salida sin acuerdo serían los electores. “Hay algunos que piensan que esto no es doloroso y que es algo de lo que podemos pasar fácilmente, pero no tener un acuerdo tendría un impacto negativo en el público británico”, explicó Gauke, dejando claro que no es una opción atractiva en absoluto, por lo que Londres debe tratar de avanzar en la negociación con Bruselas.

Protestas anti-Trump En una semana complicada para May, a la espera de la primera visita oficial de Donald Trump, el presidente estadounidense describió la “confusión” del Reino Unido y cómo “le corresponde al pueblo” si mantiene a su primera ministra. “Va a ser un momento interesante en el Reino Unido y en la OTAN”, dijo a los periodistas en el jardín de la Casa Blanca antes de irse de Washington. “Lo resolveremos y todos los países estarán felices”, agregó respecto a una visita en la que se reunirá con May en el palacio de Blenheim y tomará el té con la Reina en el castillo de Windsor.

Pese a que la mayoría del contenido de la visita de celebrará fuera de Londres, Trump se encontrará con protestas en contra de sus políticas, en especial por la prohibición de viajar a varios países predominantemente musulmanes, la detención de niños migrantes en la frontera entre EEUU y México y la imposición de aranceles a las exportaciones de acero y aluminio de la UE. Trump, defensor del Brexit, dijo que se llevaba bien con May y que “siempre le había gustado” Boris Johnson. Además, vaticinó que Washington y Londres firmarán un acuerdo comercial rápido una vez que Reino Unido abandone la UE.