gasteiz - Siete años después de decretar el cese de la violencia, ETA se dispone a bajar la persiana de manera definitiva y se prepara para “cerrar totalmente el ciclo”, una forma de referirse a su disolución. Esta propuesta la someterá a votación entre sus 300 presos y la mermada estructura que le queda aún en libertad, y el resultado se anunciará en unos cuatro meses, antes del verano. La desaparición será incondicional y, en principio, total. ETA no tratará de perpetuarse como organización política o civil, y renunciará a ejercer cualquier tipo de tutela sobre la izquierda aber-tzale en vista del rechazo frontal que provocaba esta hipótesis, que hubiera perjudicado también el crecimiento político de EH Bildu. Sí activará un Comité Provisional para cerrar los flecos, pero dice que será temporal, aunque este detalle despertó algunas suspicacias en ámbitos políticos.

Fuentes consultadas por este periódico añaden que la disolución podría escenificarse en un acto público con el acompañamiento de agentes internacionales. No se descarta que participen los verificadores del desarme, capitaneados por Ram Manikkalingam, aunque no está claro. Todo parece apuntar a un acto de menor dimensión.

Los partidos y el Gobierno Vasco no quisieron valorar ayer las intenciones de ETA y le exigieron que pase a los hechos. La disolución total e incondicional de la organización es el paso clave que los partidos creen que debe dar, más allá del desarme, porque el arsenal puede adquirirse otra vez en el mercado negro. La disolución, por el contrario, marcaría un punto de no retorno. Además, sería determinante para asentar la convivencia.

Queda en el aire la incidencia que pueda tener en la política penitenciaria. Con la desaparición de ETA, desaparece también el riesgo de reincidencia de los presos. No obstante, el Gobierno español avisó ayer de que no acercará a los reclusos a cárceles vascas mientras no pidan perdón y colaboren para esclarecer los atentados. En su documento, por el contrario, la organización asegura que la izquierda abertzale “no abjurará de sí misma” y que “ETA no renegará de su aportación, pese a estar abierta a la autocrítica, pero tampoco demandará su total legitimación a aquellos que están dispuestos a recorrer el camino de la construcción del Estado Vasco”.

El debate sobre su desaparición lo adelantó ayer Gara. El documento íntegro de ETA, al que ha tenido acceso DNA, está fechado en el mes de abril de 2017, de manera que fue elaborado en paralelo al proceso de desarme. En ese documento, ETA apuesta por tomar decisiones unilaterales, y asegura que “el final del ciclo resulta cada vez más evidente” una vez decretado el cese de la violencia y el desarme. “Si quisiéramos dar continuidad a la organización como una organización convencional, en la nueva situación, tendríamos que reinventar todo lo demás: la estrategia, funciones políticas concretas y medios de lucha e influencia”, dice. Aunque admite que “su proyecto político sigue sin materializarse”, añade que “la izquierda abertzale ha demostrado suficiente madurez” y que “resulta mucho más eficaz para materializar el reto al que nos enfrentamos hoy en día”. “El desarme ha convertido a ETA en una organización no armada. La alternativa, en cambio, no puede ser convertirse en una organización civil, al objeto de mantener algún tipo de autoridad moral”, reconoce.

Admite que “las amplias mayorías a conseguir, si son ciertamente amplias, no entenderían” esa continuidad como organización civil. “Esta propuesta de fin de ciclo y función histórica responde a una idea fundamental: el eje para lograr los objetivos políticos de la fase política se sitúa en la renovación de la oferta independentista y en la constitución de una mayoría por la independencia y, para ello, hay que acumular más sectores que los que hayamos podido acumular con la trayectoria realizada hasta ahora (desde el autonomismo, desde el estatalismo -proyectos de ámbito estatal- o desde nuevas generaciones). Para propiciar esta situación, resulta necesario cerrar totalmente el ciclo de ETA”, evidencia.

no ser “una sigla fantasma” Cita que otras organizaciones han rechazado formalizar su final, pero ETA critica que, en ese caso, “se han impuesto la confusión y la descapitalización de forma evidente, hasta convertirse en siglas fantasma”. Se inclina por una desaparición clara y comunicada, e insinúa que será escenificada. Cuando la propuesta se acepte en la votación interna (nadie espera una sorpresa), se anunciará el “final de ciclo” en un “comunicado/declaración pública”, pero “en torno a esa declaración se realizarían otras comunicaciones e iniciativas”. “Tras ese comunicado, ETA no sería ya un agente que interpela y es interpelado”, añade.

Según las fuentes consultadas, ETA podría buscar una cobertura internacional. No se descarta el regreso de los verificadores de Ram Manikkalingam, aunque no está clara su presencia ni el rango que tendría la escenificación. Las reflexiones de ETA tienen cada vez menor repercusión social y, además, han transcurrido ya siete años desde el cese de la violencia, y un año desde el desarme. Por otro lado, los verificadores tenían un cometido técnico claro y específico en el desarme para cotejar el inventario, pero ahora se trataría de verificar algo más etéreo y, además, ya dieron por terminada su actividad tras el desmantelamiento del arsenal. El equipo de Manikkalingam ha actuado con buena voluntad, pero también ha terminado escaldado y con un regusto agridulce por las críticas recibidas, como sucedió con un desarme en el que no tardaron en surgir voces que ponían en duda que se hubiera entregado todo el material. En ese momento quedó claro que los verificadores cuidarían sus próximas apariciones y los términos de su intervención.

disidencia Hasta hacer efectiva su desaparición, ETA activará una “estructura provisional por un tiempo”. Ese Comité Provisional lo compondrán veinte personas, pero su actuación “no tendrá reflejo público alguno” y se limitará a tener contactos con agentes políticos e institucionales, dejando cualquier actuación en sus manos. La comisión dejará a esos agentes “la responsabilidad de superar las consecuencias del conflicto”. Cita cuatro puntos: comprobar que las necesidades de los presos y huidos estén cubiertas hasta que no quede ninguno, hacer un balance de su historia y “responder a las obligaciones que se pudieran derivar”; gestionar los “cabos sueltos” del desarme; y “cuidar el legado político de ETA”.

En otro capítulo, también reconoce implícitamente que existe una corriente crítica con la nueva estrategia, y se propone “impedir las utilizaciones malintencionadas de las siglas de ETA”. En el documento, la organización reconoce también de manera implícita los problemas que han ocasionado los zulos que escapan de su control. El Comité Provisional tratará de “gestionar las armas y depósitos perdidos que pudieran aparecer”.

Creación de ETA. Un grupo de estudiantes del colectivo EKIN crea ETA el 31 de julio de 1959.

Cese definitivo. ETA decretó el cese definitivo de la violencia el 20 de octubre de 2011, unos días después de la Conferencia de Aiete que le sirvió de percha para anunciar su decisión. Dejó a sus espaldas más de 800 víctimas mortales.

Desarme. El primer gesto de desarme llegó en 2014, a través de un vídeo remitido a la cadena británica BBC, donde ETA enseñaba una pequeña muestra del arsenal que no tardó en ser criticada por la mayoría de los partidos. En ese vídeo aparecían algunos de los verificadores del desarme, empezando por su líder Ram Manikkalingam. Tras las críticas recibididas y ante la exigencia unánime de que el desarme fuera total y definitivo, y no por entregas, ETA se desprendió de sus arsenales en abril de 2017, con la intermediación de los denominados ‘Artesanos de la paz’.

Disolución. ETA debatirá su “cierre de ciclo” en los próximos cuatro meses. No tratará de perpetuarse como agente civil o político.

Visita de Manikkalingam. El jefe de la Comisión Internacional de Verificación, Ram Manikkalingam, regresó el pasado mes de agosto a Euskadi, donde mantuvo un encuentro con los dirigentes de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberria. El encuentro tuvo lugar más de un mes y medio después de que la Comisión Internacional de Verificación diera por finalizada su actividad, que comenzó en 2011.

Una vez desarmada ETA, el debate se ha trasladado hacia una hipotética declaración de disolución y a la eventual participación de Manikkalingam.