Barcelona - Ciudadanos protagonizó ayer una victoria histórica para el constitucionalismo en Catalunya, colocándose como primera fuerza en escaños (37) y votos (25,35% con el 98% escrutado). Sin embargo, las posibilidades de gobernar de Inés Arrimadas son nulas porque los partidos independentistas volvieron a lograr una mayoría absoluta de 70 escaños sobre 135 que, en principio, les permite repetir en el Govern. Dentro del soberanismo, Junts per Catalunya, la lista del president cesado Carles Puigdemont, logró contener el empuje de ERC y, en una espectacular remontada con respecto a las previsiones de las encuestas y de la propia candidatura a nivel interno, mantuvo la hegemonía como primera fuerza del nacionalismo catalán. Obtuvo 34 escaños y un 21,69% de votos, mientras la ERC del encarcelado Oriol Junqueras se quedó en 32 parlamentarios y un 21,41% de sufragios.
Puigdemont se ha hecho fuerte con la idea de restituir el Govern legítimo y la situación previa al artículo 155. Sobre el papel, tiene todas las opciones de volver a gobernar, pero será detenido en cuanto pise el Estado. Todo apunta a una campaña de presión para lograr un indulto. Se abre ahora un escenario de incertidumbre sobre su futuro. En cuanto al 155 y la suspensión del autogobierno, en teoría Madrid lo va a revocar. Se desconoce si volverá a aplicarlo en el futuro, aunque los soberanistas han aparcado por ahora la vía unilateral. El 6 de febrero es la fecha límite para una primera sesión de investidura. Para entonces, el futuro de Puigdemont debe despejarse, o bien buscar a otro candidato.
El otro gran titular de la jornada vino de la mano del hundimiento del PP de Xavier García Albiol, que pierde buena parte de sus once escaños y se queda con solo tres. El presidente español, Mariano Rajoy, tiene ante sí el fracaso del artículo 155 de la Constitución española, aplicado para cesar a Govern y forzar unas elecciones. No ha logrado generar una mayoría alternativa al independentismo, y se mantienen el problema político, la división en dos bloques en el Parlament y la mayoría absoluta soberanista. Además, la convocatoria ha engordado a Ciudadanos, su gran rival a nivel estatal, y el PP ha quedado reducido a una posición marginal. Albiol reconoció ayer el fracaso y dio por hecho que habrá un Govern independentista. Hasta ahí llegó su reconocimiento. No pidió diálogo con el soberanismo para solucionar el contencioso. Tampoco se ha cumplido la premisa de la mayoría silenciosa unionista. La elevadísima participación del 82% no ha tumbado la mayoría independentista.
En esta campaña tan polarizada, los partidos de la tercera vía han sido los grandes perjudicados. El PSC, que apoyó el artículo 155 pero ha intentado tejer una lista transversal con exmiembros de Unió y ha pedido ensanchar la competencia de Catalunya en materia de impuestos, se ha quedado con 17 escaños, tan solo uno más que los obtenidos en 2015 y lejos de las previsiones de Miquel Iceta. Catalunya En Comú Podem, que pide un referéndum pactado, ha caído desde sus once escaños actuales hasta ocho, un fracaso para Xavier Domènech. La tercera vía con la que tanto se había especulado, un Govern de ERC, En Comú Podem y PSC, no tiene opciones.
La noche fue también muy amarga para la CUP de Carles Riera, que cayó desde sus diez escaños actuales hasta cuatro. Esta derrota le debilita a la hora de presionar con la vía unilateral para dar su apoyo a un Govern de Junts per Catalunya. El PP logró el mismo resultado y hubo momentos a lo largo del recuento en los que se libró por muy poco de quedar como una fuerza extraparlamentaria. Ciudadanos se impuso en Badalona, la localidad de García Albiol. Ciudadanos ha logrado la primera victoria en escaños y votos de una fuerza no nacionalista catalana. Solo en 1999 y 2003 se impuso el PSC. Lo hizo en votos y no en escaños, aunque el PSC ha sido siempre una fuerza de tradición catalanista, frente al mensaje centralista y de confrontación a favor del castellano en las escuelas del que ha hecho bandera la formación naranja. Una formación con ese discurso ha sido capaz de ganar los comicios en una comunidad autónoma histórica. Se ha impuesto en Tarragona y Barcelona (provincia y capital) , mientras que JxCat lo ha hecho en Girona y Lleida.
El soberanismo recibió los resultados como un éxito. Exigieron la revocación inmediata del 155, la libertad de los presos y el retorno de los huidos a Bruselas. Madrid, y también la Unión Europea, han sido testigos de la victoria del soberanismo en unas elecciones legales y convocadas por el propio Estado español. Además, el recuento estuvo más vigilado que nunca, con los interventores de C’s muy activos.
Se avecina una campaña del soberanismo a favor del referéndum pactado. También presionará para hacer posible que Puigdemont vuelva sin ser detenido. Junqueras puede pedir un permiso para salir de la cárcel de manera puntual, pero no podrá gestionar el día a día como conseller desde la cárcel.
El independentismo ha mantenido su fuerza pese al fiasco de la declaración de independencia suspendida. En 2015, el PDeCAT y ERC se presentaron conjuntamente en la plancha Junts pel Sí, y lograron 62 escaños, un guarismo que ahora superan con 66 asientos. Sin embargo, la CUP se ha desinflado y ha provocado la pérdida de dos de los 72 escaños independentistas. Puigdemont y ERC han tenido un enfrentamiento agrio por quién debería ser el president, pero la victoria de JxCat puede allanar el acuerdo. Todo dependerá de la CUP y de que acepte o no modular su apuesta por la vía unilateral.
sin incidentes Las elecciones se han celebrado en una situación de excepcionalidad. Los comicios los forzó el Gobierno español, con el Govern cesado, Puigdemont en Bruselas, y su vicepresident, Oriol Junqueras, en la cárcel. No han podido hacer campaña en igualdad de condiciones. Puigdemont no pudo votar, pero una joven de 18 años le cedió simbólicamente su papeleta. Sin embargo, ciñéndose en exclusiva al desarrollo de la jornada electoral, la normalidad fue absoluta en la medida en que no hubo incidentes. Las colas fueron kilométricas en los colegios de Barcelona, y prácticamente ningún votante se arriesgó a portar el lazo amarillo en solidaridad con los encarcelados para que nadie pudiera declarar nulo su voto.
La imagen contrastó con las cargas de la policía española contra el referendum unilateral de independencia del 1 de octubre. La escuela Ramon Llull, donde se vivió la carga más espeluznante, ofreció ayer una imagen casi idílica. En una mañana muy soleada, los votantes se entremezclaron en el patio con los niños que jugaban al fútbol y algún vecino que salió a pasear el perro.