Barcelona - Cinco millones y medio de catalanes están llamados a votar hoy en la convocatoria electoral más atípica y trascendental que ha vivido el territorio en las últimas décadas. Catalunya se prepara para emitir su veredicto tras una campaña anómala, forzada por el Gobierno español de Mariano Rajoy en aplicación del artículo 155 de la Constitución española, con el autogobierno suspendido, el Govern cesado, un candidato en el exilio o, según la Justicia española, fugado en Bruselas (el president cesado, Carles Puigdemont), y otro en la cárcel (el líder de ERC, Oriol Junqueras). El soberanismo, que no ha sido capaz de articular una lista conjunta, presenta estos comicios como un plebiscito en contra del 155 y a favor de los derechos políticos, y denuncia que no ha podido hacer campaña en igualdad de condiciones. Algunos de sus candidatos se encuentran en libertad provisional, como Raül Romeva y Carme Forcadell, y han tenido que morderse la lengua para evitar que el juez Llarena revoque su excarcelación, aunque de este modo se haya sacrificado la claridad sobre las intenciones y los programas electorales.

En esta campaña polarizada, donde las propuestas económicas y sociales han pasado a un segundo plano, está en juego la actual mayoría absoluta de Junts pel Sí (ahora Junts per Catalunya y ERC) y la CUP en el Parlament. Repetirla y, sobre todo, superar el 50% de los votos, daría mayor legitimidad a sus propuestas y supondría un varapalo para Rajoy, que no tendría argumentos para desoír las reivindicaciones independentistas si su apoyo es mayoritario en unas elecciones tuteladas por el propio Estado.

El soberanismo, por su parte, ha revisado su estrategia y, en principio y por ahora, ha aparcado la vía unilateral tras un ejercicio de autocrítica. La reivindicación de la república catalana sigue ahí, pero portavoces de JxCat como Josep Rull han pedido en las últimas horas un referéndum pactado y un pacto fiscal, lo que en principio aleja la posibilidad de un choque similar al vivido en los últimos meses. Perder la mayoría absoluta sería un fracaso para el soberanismo. Algunos sondeos perfilan un escenario ingobernable sin mayorías claras, y no se descarta una repetición de las elecciones. Está por ver si los tres partidos vuelven a pactar, o si se producen combinaciones transversales. En el ámbito independentista se libra una intensa batalla por la hegemonía y han surgido tensiones. ERC es la favorita y todo apunta a que dará el sorpasso a la antigua Convergència, aunque Junts per Catalunya ha conseguido remontar en las encuestas con la épica del president en el autoproclamado exilio y la necesidad de restaurar al Govern legítimo. Este debate ha provocado encontronazos con ERC.

Además, ha cobrado fuerza la hipótesis de un acuerdo entre ERC y Catalunya En Comú Podem, facilitado de alguna manera por el PSC de Miquel Iceta. La incógnita radica en si los republicanos se van a ceñir a la mayoría soberanista, o si les seduce más la idea de un gabinete de izquierdas y esa segunda vía tendría mayoría absoluta, algo que no prevén los sondeos.

Al otro lado del tablero, Inés Arrimadas, de Ciudadanos, sueña con dar la campanada y propiciar un ejecutivo constitucionalista, aunque el PSC se resiste a un gobierno frentista y Catalunya En Comú Podem ni se plantea avalar a los naranjas. ERC, C’s y JxCat, pero sobre todo los dos primeros, se disputan la victoria en todos los sondeos, con alrededor de treinta escaños. PSC y En Comú Podem se presentan como los partidos bisagra. Si se consuman los vaticinios de las encuestas, Ciudadanos puede engullir al PP y llevarse una parte suculenta de su granero electoral. Los, previsiblemente, pobres guarismos de la candidatura popular pueden dejar a Xavier Albiol a los pies de los caballos.

Pese a la trascendencia de la cita, ayer no se respiraba demasiado ambiente electoral en Barcelona, exceptuando enclaves como el barrio de Gràcia. Aun así, se prevé una participación histórica, en torno al 80% y, en puntos como el citado barrio de Gràcia, los balcones y los árboles lucían cintas amarillas para pedir la excarcelación de los presos. Es ahí donde Junqueras se hace fuerte y copa la totalidad de carteles y pintadas realizadas con plantilla en las paredes, con la leyenda Free Junqueras. En ese barrio, el trajín de viandantes es constante, muchos de ellos con un lazo amarillo en el abrigo o bufandas del mismo color. Este guiño a los encarcelados ha provocado que la Junta Electoral, cuyo papel está siendo muy controvertido, haya prohibido a los miembros de las mesas lucir hoy esos lazos. Sobre los votantes, se pronunciará si lo piden los presidentes de mesa. Ayer también aparecieron banderas españolas en señales de tráfico y paradas de autobús.

¿Quién será el president? En Gràcia se encuentra, algo escondida en la calle de Jesús, la discreta sede que ha alquilado Junts per Catalunya para seguir la noche electoral. Una pancarta cuelga dentro de la oficina reivindicando a Puigdemont como el president legítimo. Es un debate no resuelto. El PDeCAT defiende que las elecciones deben servir para restaurar la situación previa al 155, pero ERC quiere la presidencia si gana. En uno y otro caso, se desconoce quién sería el president efectivo que gestionara el día a día. Puigdemont podría serlo con carácter simbólico, porque está en Bruselas y será encarcelado en cuanto pise suelo catalán. Junqueras está en la cárcel, y su delfín Marta Rovira no convence en el partido. A partir de ahí, hay todo un ramillete de nombres con un previsible horizonte de condenas de prisión (Romeva, Forcadell, Mundó, etc.). El socialista Miquel Iceta especuló con un indulto. Lo que sí ha quedado claro es que el artículo 155 se levantará tras las elecciones. En dos semanas se nombrará al presidente o presidenta del Parlament, y una semana después se propondrá un candidato a la investidura.

Como muestra de esta situación excepcional, será el delegado del Gobierno español en Catalunya, Enric Millo, quien ofrezca los resultado electorales. Hoy abrirán a las 9.00 horas un total de 2.680 locales en 947 municipios. La ANC hará un recuento paralelo tras alimentar la idea del pucherazo por parte de Madrid, que contraatacó ayer anunciando que, por primera vez, se ofrecerán datos de las actas de las 8.247 mesas. 17.000 Mossos, guardias civiles y policías españoles y locales vigilarán la jornada. Rajoy se expone a que estas elecciones cronifiquen la presencia testimonial del PP en Catalunya y catapulten a C’s, que se hará fuerte en el territorio con la expectativa de llegar a la Moncloa. Puede ver comprometida su legislatura si Rivera recrudece su oposición. Además, si aspira a negociar los Presupuestos en enero con el PNV, deberá retirar el controvertido 155.