MÉXICO. El coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente, ha confirmado la muerte de 97 personas en la capital, Ciudad de México, que se ha convertido así en la más afectada por el seísmo en cuanto al número de fallecidos.
En una entrevista concedida a Imagen Televisión, ha indicado que otras 55 personas han muerto en el estado de Morelos, a las que hay que sumar 32 muertos en el estado de Puebla, nueve en el estado de México y uno en el estado de Guerrero.
El fuerte sismo de magnitud 7,1 que ha sacudido México ha causado ya más de 200 muertos en varias regiones, incluida la capital del país, donde se revivieron escenas del terremoto de 1985 con una treintena de edificios derrumbados y miles de personas participando en las labores de ayuda.
El temblor se produjo a las 13.14 hora local del martes (18.14 GMT), dos horas después de efectuarse un simulacro conmemorativo del poderoso temblor de 1985, de magnitud 8,1.
Esta vez el sismo se sintió con más fuerza en la capital que el registrado el pasado 7 de septiembre, de magnitud de 8,2 en la escala de Richter, dado que el epicentro fue más cercano, en el límite entre los estados de Puebla y Morelos y a 120 kilómetros de la Ciudad de México.
El sismo del 7 de septiembre, el más poderoso desde 1932 en el país con magnitud 8,2, dejó 78 muertos en Oaxaca, 16 en Chiapas y 4 en Tabasco, con un total de 98.
De acuerdo con las autoridades, hasta el momento se han contabilizado 55 muertos en Morelos, 49 en Ciudad de México, 39 en Puebla, 12 en el Estado de México y 3 en Guerrero a causa del nuevo temblor.
El jefe del Gobierno de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, informó que hasta el momento se registró el derrumbe de 30 edificios y el despliegue de 50.000 miembros de la administración capitalina en labores de remoción de escombros y atención a víctimas.
Entre los edificios derrumbados se encuentra el colegio Enrique Rebsamen, en el sur de la ciudad, donde 20 niños y 2 adultos perdieron la vida, según un informe preliminar, pues continúan las labores de rescate en el lugar.
"Tenemos cuadrillas de cientos y miles de trabajadores del Gobierno de la ciudad que hoy están presentado auxilio. Estamos permanentemente en coordinación y comandando esta acción", aseveró Mancera.
Mientras los servicios de rescate trabajan en la búsqueda de personas atrapadas en edificios derrumbados, miles de personas participan espontáneamente en la limpieza y la búsqueda de víctimas, dirigen el intenso tránsito para facilitar el desplazamiento de los cuerpos de emergencia o llevan agua y alimentos a los que trabajan.
Con el cuerpo cubierto de polvo y las piernas llenas de rasguños, el español Alberto Morales ayudaba a sacar escombros en uno de los edificios que han caído en la capital.
"Se siente la impotencia de no poder hacer nada. Pero se veía venir; esta zona está sobre agua", afirmó a Efe el joven a escasos metros de un edificio de la colonia Narvarte, de al menos cuatro plantas y completamente derrumbado.
Unos minutos después del movimiento telúrico, Morales se lanzó a remover escombros. "Estuve hora y media ayudando, y quedó una persona arriba, pero ya la están escuchando porque necesitan que haya mucho silencio", indicó.
De hecho, en un primer momento fue la propia ciudadanía la que se movilizó e inició las labores de rescate. "Toda la gente quiere ayudar, pero somos demasiados ya", explicó Morales, que lleva siete años en México.
En la colonia Condesa, los miembros de los equipos de rescate pedían silencio para escuchar las instrucciones sobre lo que ha quedado de un bloque de apartamentos. Demandaban cubos para ir retirando los escombros.
Los voluntarios recorrieron rápidamente los locales y portales de la calle y, en poco tiempo, cubetas y recipientes de todos los colores comenzaron a llegar. Formando largas hileras, los voluntarios se pasaban los escombros para limpiar la zona poco a poco.
La presencia de voluntarios evoca la oleada de solidaridad que cundió por la ciudad tras el devastador terremoto de magnitud 8,1 que hace exactamente 32 años, el 19 de septiembre de 1985, dejó 10.000 muertos, según fuentes oficiales, y 45.000, de acuerdo con agrupaciones civiles.
Igual que entonces, el suministro de electricidad en la capital se cortó y el metro dejó de prestar servicio los primeros 30 minutos después del terremoto.
Los servicios de comunicación telefónica se interrumpieron por el sismo y ahora se mantienen saturados. Las autoridades han pedido a la población que solo los use para emergencias y para localizar a sus familiares y que eviten enviar fotos y vídeos.
Miles de personas caminaban por las calles de la capital para intentar volver a sus casas, la mayoría con sus teléfonos móviles en la mano tratando de comunicarse con familiares, algunos incluso subidos en los pedestales de los postes de alumbrado público para tratar de conseguir señal.
"Hago un respetuoso llamado a la población para que mantengamos serenidad y estemos atentos a los llamados y las alertas y recomendaciones de Protección Civil", dijo el presidente del país, Enrique Peña Nieto a periodistas, mientras la cifra de víctimas aumenta minuto a minuto.
El mandatario se dirigía a Oaxaca para evaluar el avance de las labores de reconstrucción tras el terremoto del 7 de septiembre, pero decidió volver a la capital al producirse el nuevo sismo.
Peña Nieto pidió que la gente evite regresar a sus hogares a recuperar pertenencias personales, ya que pueden suscitarse réplicas y los edificios que quedaron dañados podrían desplomarse.
Por esa razón, la Secretaría de Educación Pública suspendió clases hasta nuevo aviso en planteles de Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla, veracruz y Tlaxcala.