MADRID. Según relata el arqueólogo, había organizado una visita con un grupo de alumnos norteamericanos y, al acercarse a la cabecera de la basílica del complejo, donde está la sepultura de Franco, vio a "un hombre de entre 60 y 70 años" que dejó un ramo de flores e hizo "el saludo fascista, ante la indiferencia de personal a cargo del monumento, guardias de seguridad y un monje benedictino".
González-Ruibal procedió a recoger las flores y fue interpelado por "una de las encargadas" del recinto, que le preguntó por qué había retirado la ofrenda, a lo que el profesor respondió que era "ilegal".
La empleada, afirma el arqueólogo, le instó a "mostrar respeto" por tratarse "de un lugar de culto" y luego le espetó: "Si no le gusta esto, ¿entonces para qué viene?".
En su texto, González-Ruibal, que dirige las excavaciones de las trincheras de la Guerra Civil en Ciudad Universitaria, subraya "la excesiva indignación" con que habló la encargada, "como si en vez de la tumba de Franco fuera la de un familiar suyo".
Finalmente, cuenta el profesor, la trabajadora llamó a un guardia de seguridad para que le escoltara hacia la salida.
González-Ruibal resume: "Un señor realiza una ofrenda floral y un saludo fascista ante la tumba de un dictador, contraviniendo una ley aprobada en sede parlamentaria y vigente a día de hoy; otro señor protesta y retira la ofrenda aduciendo que es un acto ilegal de exaltación franquista. Expulsan al señor que protesta".