No a la guerra. Así puede resumirse el alegato que lanzó ayer el lehendakari en el último tramo de su viaje institucional a Auschwitz, donde llevó su mensaje a un nuevo nivel al pedir a la ONU que convierta la paz en un derecho humano universal. Cabe recordar que la Declaración Universal de Derechos Humanos es en principio un documento meramente declarativo y no vinculante, pero en la práctica es de obligado cumplimiento para los estados que la ratifiquen porque no pueden aprobar normas ni actuaciones que la contradigan. Urkullu apostó ayer por desactivar los conflictos bélicos en un momento en que vuelven a sonar tambores de guerra, fundamentalmente entre Estados Unidos y Siria. Más cerca, ETA ha entregado las armas y podría encaminarse hacia su disolución. El lehendakari apuesta por la no repetición de la violencia.
El acto donde formuló su exigencia no podía ser más simbólico. Urkullu plantó un retoño del Árbol de Gernika en las inmediaciones del campo de concentración, en el parque Zasole, para retratar a Gernika y Oswiecim como dos localidades hermanadas por el dolor que padecieron y por sus ansias de convivencia y paz en el futuro. La localidad polaca sufrió los campos de exterminio del nazismo, y la vasca también padeció en propias carnes el azote del régimen de Hitler con el bombardeo de la aviación alemana orquestado por el bando franquista durante la guerra civil. El retoño se plantó con cientos de jóvenes en las inmediaciones, las nuevas generaciones que el lehendakari quiere que lleven el testigo de la paz y la no repetición de la violencia. Una joven vasca y un chico polaco regaron el retoño tratando de escenificar su apuesta por que brote la paz.
“Desde Auschwitz y Gernika reclamamos y exigimos a la Organización de Naciones Unidas la paz como derecho humano universal. Desde la experiencia de sufrimiento vivida en el pasado, queremos compartir el compromiso de convivencia en el futuro. Hemos unido una tierra y una semilla milenarias. La silueta del Árbol de Gernika es hoy, desde aquí y para siempre, la silueta de la dignidad humana. Este es el más alto valor que cabe defender, respetar y promover: derechos humanos para todas las personas en todo el mundo. Nos mueve el mismo objetivo: reivindicamos el derecho humano a la paz”, sentenció. Urkullu recalcó que ambos pueblos quieren dejar la guerra y la violencia atrás “para siempre”, y abrir las puertas a la paz y la convivencia. Su exigencia a la ONU llegó en un momento en que se oyen otra vez “inquietantes tambores de guerra”.
En un contexto mundial marcado por la amenaza yihadista, el lehendakari ha venido defendiendo todo este tiempo una respuesta democrática y no basada en la excepción o la guerra contra los territorios controlados por el denominado Estado Islámico. Ha rechazado de plano una intervención militar. En el plano de la convivencia, se ha ofrecido para abrir un corredor humanitario y ofrecer acogida a los refugiados. Se ha interesado por las experiencias de la comunidad de San Egidio.
los himnos Urkullu participó ayer en el último día de viaje oficial a Auschwitz, donde también ha visitado los campos de concentración y donde ha estado acompañado de una amplia delegación vasca conformada por la presidenta de las Juntas de Bizkaia, Ana Otadui; representantes de los grupos junteros de PSE, EH Bildu y Podemos; y miembros de su gabinete como el secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández. En el acto de ayer se pudo escuchar el himno de Oswiecim (estuvo presente el alcalde, Janusz Chwierut), así como el Gernikako Arbola.