MADRID - Albert Rivera ha consumado su enésima pirueta política. Ayer levantó por sorpresa y sin motivo aparente todas las defensas y se abrió a negociar la investidura de Mariano Rajoy a cambio de que cumpla seis condiciones, la mayoría asumibles para el PP. De la respuesta que ofrezca hoy Rajoy dependerá que España evite unas terceras elecciones o se asome a un bloqueo político e institucional sin precedentes. Los populares dijeron horas antes de la comparecencia de Rivera que estaban dispuestos a “todo” por la investidura.

Ninguna de las condiciones exige a Rajoy que se retire como candidato a la presidencia española para dejar paso a un aspirante con perfil regenerador dentro del PP, un punto que hasta ayer era totémico en el planteamiento de Ciudadanos. Todas las condiciones hacen referencia a la regeneración y los presuntos casos de corrupción que salpicarían a los populares, y la mayoría son asumibles por parte de un PP que ha pactado cuestiones similares con el propio partido naranja desde el gobierno de la Comunidad de Madrid de Cristina Cifuentes. Sin embargo, uno de los puntos sí puede ser problemático: C’s pide abrir una comisión de investigación por el caso Bárcenas en el Congreso para esclarecer eventuales responsabilidades políticas, lo que abre la puerta a señalar a altos cargos del partido por no haber detectado los manejos que se cocían en niveles inferiores de la formación e, incluso, al propio Rajoy como presidente del PP. Los populares y C’s tienen mayoría en la Mesa del Congreso y pueden ralentizar u obstaculizar las comparecencias y el desarrollo de la investigación, un as en la manga que puede reservarse Rajoy para negociar este punto, pero también es posible que el partido de Rivera se alíe con los socialistas y Podemos para aprobar cuestiones incómodas para el PP, que solo tiene tres de las nueve plazas de la Mesa.

Rivera y Rajoy tienen prevista una reunión para hoy a las 10.00 horas, donde se prevé que el presidente ofrezca una respuesta. Hoy es el día clave para intuir si habrá o no terceras elecciones. Rivera se abrió ayer a votar a favor de la investidura si se aceptan sus condiciones, una decisión clave que podría arrastrar al socialismo a la abstención y evitar nuevos comicios. Rajoy guardó ayer silencio y todo apunta a que la negociación ha entrado en un punto de inflexión en dirección a un acuerdo.

Ambos líderes tenían abierta una vía de contacto para hablar sobre el reto independentista catalán y cuestiones presupuestarias. La intención era ir avanzando algo de terreno para cuando hubiera que votar las Cuentas en el Congreso, pero dejando claro el partido naranja que no iba a negociar la investidura. Solo se abstendría, pero no votaría a favor. El fin de semana llegó a desmentir “categóricamente” su apoyo. Su voto a favor sería capital para Rajoy, porque cree que servirá para vencer resistencias en el socialismo y moverlo a la abstención. Ayer al mediodía, por sorpresa, Rivera filtró a la prensa que comparecería para anunciar una decisión importante. Fueron cinco horas en vilo y de gran expectación, lo que le permite recuperar protagonismo pocas horas después de que el sondeo del CIS le augurara una pequeña bajada en votos.

Rivera fijó un requisito inicial y seis condiciones para abrir la negociación. El primer requisito es que Rajoy ponga “fecha y hora” para la investidura, puesto que el candidato ha dejado ver que no se va a presentar a la votación si carece de apoyos. Una vez aclarado ese punto, el PP debería cumplir seis condiciones. En primer lugar, separar a cualquier cargo imputado del gobierno o de su escaño, un punto que podría afectar a la senadora Rita Barberá, a un paso de ser investigada, si bien el PP ya dijo que la suspendería de militancia si llegara ese escenario. En segundo término, suprimir los aforamientos, la figura jurídica que permite a determinados cargos públicos ser juzgados solamente ante el Tribunal Supremo, un debate que ya planteó el exministro Gallardón, aunque no llegó a implantar sus medidas; y Cifuentes ha ido más allá aprobando modificar el Estatuto de autonomía madrileño para incluir esa modificación y limitar los mandatos, otro de los puntos que exigió ayer Rivera. El líder de C’s también planteó una nueva ley electoral con listas abiertas para poder marcar el nombre concreto de un candidato y no toda la plancha de un partido, propiciar que los votos valgan lo mismo en todo el Estado en las elecciones generales y terminar con el laberinto del voto rogado para residentes en el exterior.

Además, reclama acabar con los indultos por corrupción, limitar los mandatos y, en último lugar, una comisión de investigación del caso Bárcenas para esclarecer “responsabilidades políticas” por una eventual “financiación ilegal”, en alusión a los papeles del extesorero que reflejarían donaciones en negro destinadas presuntamente a sobresueldos para cargos del PP y obras en la sede. Si Rajoy lo acepta, entrará a negociar la investidura, pero su voto a favor dependerá de que acceda a otras reformas en materia laboral o social. Lo que sí descarta es entrar en un gobierno del PP y, en principio, plantea un acuerdo solo para la investidura y no para atarse durante toda la legislatura.

Realismo No veta a Rajoy como candidato, ni tampoco plantea un cambio de ministros, cuando en el pasado había aludido al relevo de los responsables de Interior, Jorge Fernández Díaz, y Hacienda, Cristóbal Montoro. En ámbitos políticos interpretaron que el precio no fue tan alto como cabía augurar teniendo en cuenta la entidad del viraje de C’s. Rivera se justificó en que el PSOE sigue bloqueando la investidura y que C’s ha terminado preguntándose si no puede hacer algo más “por España”. La renuncia a vetar a Rajoy la argumentó en que, “si no se atreven a regenerar, habrá que negociar con el candidato”. Podría plantear una “carta a los Reyes Magos”, pero solo tiene 32 escaños y es consciente de su posición.