Este diario informó hace meses de la instalación de una pasarela metálica en el tramo de Olaranbe en el antiguo trazado del ferrocarril Vasco-Navarro que unía las localidades de Vitoria-Gasteiz y Estella/Lizarra, en un loable intento de darle continuidad al paseo ecológico demandando por aficionados y practicantes del running, que veían así mejorado el transitado camino. Poco después de esta aparición mediática, volvió a saltar la noticia de un accidente/incidente en la citada pasarela, ya que un caballo había quedado atrapado entre las varillas de madera por la que cruzaba descuidadamente con su jinete.
Dicen las crónicas que costó ciento y viento sacar al equino de semejante trampa, y como aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, hace unos días volvió a ocurrir semejante lance, es decir caballero y caballo atrapados en habitual trampa. Por ello no es de extrañar que coincidiendo con las celebraciones festivas de las alavesas tierras, de San Prudencio y Nuestra Señora de Estíbaliz, se hayan juntado tres cofradías religiosas y hayan decidido, una vez reparada la última avería, bendecir el lugar con pasarela incluida no vaya a ser que los diablillos de Olaranbe vuelvan a montarla parda y la trampacaballos vuelva a funcionar. Reunión religiosa que debió tener elementos de bendición pero también de exorcismo, vista la naturaleza del lugar.
Ignoro el ritual empleado por el respetable y querido monje benedictino, alma máter del monasterio de Estíbaliz, Emiliano Ozaeta, que dirigió la ceremonia; y desconozco asimismo qué protocolo litúrgico empleó para conjurar las fuerzas del bien y encomendar la protección del ingenio metálico a venerables vírgenes y santos.
Pero en cualquier caso y tratándose de gentes de bien y aunque el ceremonial benditero es poco ajustado a los tiempos que corren, la buena intención de los cofrades está más que probada y ahora sólo falta que los cielos protejan el mecanismo viario que ya se sabe que no hay dos sin tres. Suena un punto raro bendecir una instalación pública como en los pasados e incómodos tiempo de la dictadura, que se bendecía hasta el Sagrado Corazón en las casa particulares.
Y cambiamos de tercio. Ya se sabe que agricultores y comerciantes se quejan habitualmente de la deriva económica de sus negocios y con esto de la crisis que no cesa, más y en mayor abundancia. No conozco comerciante, vendedor o tendero que no proteste habitualmente de la lánguida marcha del negocio que tiene que aguantar y competir con grandes superficies, poderosos supermercados y centros comerciales que ahogan la vida en ocasiones centenaria del pequeño comercio que ha vivido el latido vecinal de muchos años levantando la persiana.
Esta queja continua del sector está reflejando un proceso de desertización, palabra punto exagerada pero plástica para definir la situación del abandono del comercio tradicional en la calle más emblemática, la dedicada al político Eduardo Dato. Da grima contemplar comercios cerrados, persianas bajadas, marcas emblemáticas abandonadas en una situación de deterioro del centro de la ciudad.
Desde hace semanas corren comentarios y rumores sobre una dinámica compradora de locales, bajos y lonjas de una empresa que lleva el nombre de un famoso levantador de piedras convertido en boxeador de éxito en la categoría de pesos pesados, y figura mediática de los sesenta y setenta, de nombre José Manuel Ibar Urtain, admirado personaje del emprendedor vitoriano, empeñado en revitalizar el centro de la ciudad en la que vive y ama.
La sociedad Urtain está en un proceso comprador de miles de metros cuadrados en el entorno de Dato, General Álava y San Prudencio, ofreciendo en ocasiones cifras millonarias para hacerse con esas superficies cuyo destino final, ahora mismo es una incógnita
Esta importante operación inmobiliaria, que puede tener como objetivo final concentrar suficientes metros cuadrados para construir una moderna galería comercial, al estilo almacenes Lafayette de Biarritz, que volviese a levantar negocios vendedores en el centro de VG, zona en trance de lánguida existencia. Tras los fracasos de anteriores pasajes comerciales, puede haber llegado el momento de esta importante operación para dotar al centro de un poderoso y moderno imán comercial.
La calle Dato debe recobrar brillo, prestancia y modernidad vendedora como gran escaparate del comercio dinámico y actual de nuestros comercios y comerciantes. Nadie entendería que la bilbaína Gran Vía, el donostiarra Boulevard o el pamplonés Carlos III apagaran lentamente su vida comercial, y fuesen arrastradas a un final triste y lamentable de cerrado, se traspasa, se vende. Los comercios son la sangre caliente y activa de arterias y venas ciudadanas. A lo mejor, la sociedad Urtain es la clave del futuro.