MADRID - En vísperas de la reunión mañana entre el rey Felipe VI y el presidente español en funciones Mariano Rajoy, el Partido Popular ha interiorizado ya que habrá nuevas elecciones. Ha comprobado por activa y por pasiva que la posición de su rival Pedro Sánchez es inamovible y que en sus planes no entra apoyarle, ni siquiera a través de una abstención, en una investidura del candidato popular, con o sin el apoyo de Ciudadanos. Por ello fía toda su suerte a una segunda vuelta de las elecciones, en las que según los sondeos que manejan saldrían mejor parados que el pasado 20 de diciembre. Aunque la pirueta entraña sus riesgos, ya que Pedro Sánchez aún tiene alguna opción de alcanzar algún tipo de acuerdo con Podemos que le lleve a la Presidencia.

La renuncia de Rajoy a seguir plantando batalla en este primer envite está tan cantada que el propio PP ha tenido que anunciarlo por adelantado para ir preparando el terreno y minimizar las críticas el martes tras el encuentro con el rey en el que el presidente en funciones vuelva a declinar presentarse a la investidura. El vicesecretario de Sectorial del Partido Popular, Javier Maroto, aseguró ayer que Rajoy volverá a declinar ir a la investidura si continúa sin los apoyos necesarios. “Si no hay modificaciones en los apoyos recibidos no hay razones para hacer cambio en las posiciones”, afirmó.

Maroto, en declaraciones a los periodistas en la sede del PP, aseveró que la posición de su partido es que “a la investidura hay que acudir con los apoyos necesarios” y que, por ello, su postura es de “ofrecimiento para que lo elegido en las urnas” se refleje en el Gobierno. El dirigente popular reiteró varias veces que la lectura que dejaron las elecciones generales del 20-D es que “el PP es el preferido de los españoles, pero también que hay que entenderse entre distintos” para lograr la “estabilidad y la moderación que es lo que los ciudadanos han pedido”.

Sumido en el más absoluto aislamiento y sin capacidad de diálogo tras cuatro años de mayoría absoluta y rodillo parlamentario continuo negando el pan y la sal al resto de los partidos, Rajoy ha asistido en los últimos días a la resurrección de los viejos fantasmas de la corrupción con el estallido del caso Acuamed y el caso Imelsa en Valencia que ha enfangado a la dirección local del partido en la ciudad del Turia. Por si fuera poco, esta semana se ha reavivado el tema de los discos duros del ordenador de Bárcenas, que parecía había quedado en una pesadilla pasajera para el PP y que ahora amenaza con asfixiar judicialmente aún más a Génova.

En este contexto, no le queda otra opción a Rajoy que jugársela todo a una segunda vuelta electoral. En Génova parece que están dispuestos a darle una nueva oportunidad y nadie discute que, de repetirse los comicios, será el candidato del partido a presidir el Gobierno español. Ha sido históricamente y nada hace prever que no lo sea esta vez. La tradición se rompería en el caso de que para esa segunda vuelta se hiciera a un lado. En ese supuesto, el nuevo candidato sería elegido por primera vez en la historia del partido en una primarias y no a dedo como hasta ahora.

Pero esa será otra historia y, en su caso, tendrá lugar en primavera, con permiso de Pedro Sánchez. El líder socialista se juega su futuro político, no solo la presidencia del Gobierno, a la carta de Podemos, ya que él mismo y su propio partido han descartado cualquier acercamiento o contacto con el PP, entendiendo que el simple roce les contamina. Si no logra el apoyo de la formación liderada por Pablo Iglesias, sus días al frente del PSOE están contados. A no ser que alguien crea que el agua y el aceite pueden mezclarse y que socialistas y Ciudadanos pueden entablar algún tipo de alianza. Ambos partidos llegaron a un acuerdo para formar la Mesa de la Cámara y también para la distribución de los grupos parlamentarios en el Congreso que llevó al gallinero a los diputados de Podemos, pero lo de pactar la investidura, con o sin Podemos, parece harina de otro costal entre dos partidos antagónicos ideológica y programáticamente. Lo único que les puede unir es que, a priori y según muchos sondeos, serían los más perjudicados en el supuesto de una repetición de las elecciones generales.

Ciudadanos quiere evitar como sea ese escenario y espera su momento para ser invitado a una negociación, ya sea con el PP o con el PSOE. Solo descarta a Podemos, con el que no se iría ni a tomar un café al bar de abajo. De todos modos, los últimos casos de corrupción que le han estallado en el partido a Rajoy parecen haber reavivado las proclamas anticorrupción de la formación de Albert Rivera y empieza a despegarse de la estela del PP y del presidente en funciones al que ya ven fuera de combate. En este sentido, el vicesecretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, aseguró ayer que Rajoy “ha tirado la toalla para poder presidir España”. Asimismo aseguró que esta misma semana su partido iniciará conversaciones con el PSOE y que ya están preparados los equipos de trabajo de ambos partidos para el inicio de las negociaciones.

Ante la previsible segunda espantada de Rajoy al ofrecimiento del monarca para someterse a la votación de investidura, el portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Antonio Hernando, dijo ayer que Pedro Sánchez y el PSOE “asumirán su responsabilidad” de intentar formar gobierno si el actual presidente en funciones vuelve a renunciar. “Si Rajoy mañana se vuelve a mostrar tan irresponsable como hace una semana, el PSOE asumirá su responsabilidad y hablará a izquierda y a derecha. Hablará con Podemos pero también con Ciudadanos y también con IU”, subrayó.

Felipe VI reanuda hoy en el Palacio de la Zarzuela la segunda ronda de consultas con las fuerzas parlamentarias y recibirá al portavoz de En Comú Podem, Xavier Domènech; el líder de Ciudadanos, Albert Rivera; y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. Cerrará la ronda mañana recibiendo a Pedro Sánchez y Mariano Rajoy.