madrid - Tras una semana para olvidar, Pedro Sánchez intenta aplacar la rebelión interna en el PSOE por la política de pactos a seguir tras las elecciones generales del domingo. Los socialistas están de acuerdo en oponerse a la investidura de Mariano Rajoy, pero discrepan en la conveniencia de explorar un gobierno alternativo con Podemos porque la formación exige a cambio de su apoyo que el PSOE permita un referéndum en Catalunya. Desoyendo las opiniones contrarias de la poderosa líder andaluza, Susana Díaz, y otros barones como el extremeño Guillermo Fernández Vara o el manchego Emiliano García-Page, que le han recordado que la política de pactos se fijará en el Comité Federal del lunes, Sánchez ha tomado la iniciativa con un primer contacto telefónico con Pablo Iglesias. Pero, en el fondo, Sánchez no defiende nada demasiado diferente al resto de barones porque no pactará con Podemos si no aparca el derecho a decidir. Lo que se propone ahora es decirlo más alto y claro para calmar las aguas, y ha convocado para hoy mismo una reunión preparatoria del Comité Federal del lunes, donde dejará patente que solo negociará si Podemos olvida el referéndum.
Sánchez mantendrá hoy una reunión informal con los barones del partido a partir de las 18.00 horas. Les presentará su propuesta de pactos e intentará consensuar unas bases mínimas en ese terreno. Lo que se decida hoy será sometido a discusión el lunes en el Comité Federal del PSOE. Sánchez convencerá a los barones de que un pacto con Podemos no incluiría el derecho a decidir. En algunos ámbitos se apunta que otros barones llevarán una propuesta alternativa para someterla a votación, aunque dirá más o menos lo mismo y podría servir para enterrar el hacha de guerra temporalmente. La propia Susana Díaz moduló anteayer su discurso, ya que pasó de decir que el PSOE debía hacer oposición a matizar que el problema no es tanto Podemos, sino el derecho a decidir.
¿Qué ha pasado entonces para que estalle la polémica? En los 17 meses que Sánchez lleva al frente del partido, su liderazgo no termina de asentarse, y los discretos resultados electorales no le han ayudado. En ese contexto, que haya intentado acallar las voces que rechazan un pacto con Podemos asegurando que es él quien lleva la línea política y arrancando ya conversaciones telefónicas sin esperar a la cita del lunes se ha interpretado como una extralimitación y un patinazo del secretario general.
Todo ello, con el agravante de que ha apostado por presentarse a la reelección como líder socialista y por aplazar el congreso de febrero hasta la primavera, una maniobra en la que algunos ven una intención de asegurarse la candidatura a Moncloa si se decreta un adelanto electoral. A cada paso de Sánchez, un grupo nutrido de barones cuestiona su autoridad y, además, de manera pública.
Por el momento, Podemos no está dispuesto a renunciar a la consulta ni parece que vaya a hacerlo. Y no solo porque el derecho a decidir venga recogido en su programa. Cabe recordar que los 69 escaños del Congreso que se contabilizan como diputados de Podemos no son en realidad todos de la formación en sentido estricto. Por ejemplo, 12 de ellos son de los catalanes En Comú Podem, que no avalarán ninguna alianza que no contemple un referéndum para dar salida al reto independentista. Romper con ellos supondría una importante sangría en la representación de Podemos en la Cámara. Si Podemos no renuncia al derecho a decidir o el PSOE no lo acepta, no habrá gobierno alternativo al PP. Pero Mariano Rajoy tampoco tiene apoyos para volver a gobernar. Por lo tanto, no sería descabellado que hubiera otra convocatoria electoral. En algunos ámbitos se asegura ya que Sánchez solo quiere escenificar que ha intentado por todos los medios un acuerdo con Podemos, que han sido los de Pablo Iglesias quienes lo han hecho imposible y que Podemos ha intentado romper España con una consulta; tres pilares argumentales que le permitirían llegar en mejores condiciones a una nueva campaña electoral.
En ese sentido, el parlamentario de EH Bildu Oskar Matute consideró ayer “muy difícil” un pacto de izquierdas para lograr una mayoría en el Congreso, y opinó que “la presión de unas nuevas elecciones condicionará los discursos”. En declaraciones a Radio Euskadi, defendió el derecho a decidir para mejorar las condiciones de vida del conjunto de la ciudadanía y aventuró que “ese objetivo puede unirnos a muchos ciudadanos, con independencia de la sensibilidad política o el grado de identificación nacional que podamos tener”. “Ese es para nosotros el recorrido, esa es la hoja de ruta y eso es lo que vamos a hacer también el Congreso de los Diputados y, si eso nos permite poder decantar votaciones, estaremos en todos los debates, sin ningún complejo”, avanzó.
¿GRAN COALICIÓN? Desde el PP creen que aún hay margen para que el socialismo reconsidere su rechazo a la investidura de Mariano Rajoy. Intentarán tentar al PSOE ofreciéndole presidir el Congreso y explorar alguna reforma mínima de la Constitución española en materia económica y social. Los que más presionan a favor de una gran coalición son los populares vascos, que quieren hacer remorder la conciencia del socialismo recordándole que, en su momento, el PP fue generoso y apoyó a Patxi López como lehendakari para desalojar a Ibarretxe en 2009. No obstante, nadie considera seriamente la opción de la gran coalición porque supondría un suicidio para el PSOE.