Barcelona- Están muy lejanas aquellas elecciones autonómicas de 1999 en las que el PSC de Pascual Maragall resultó el partido más votado, con casi el 38% de los votos y 52 escaños. Las encuestas publicadas en los últimos días pronostican que el PSC de Miquel Iceta, que se mide por primera vez como aspirante a presidir el Govern catalán, no logrará frenar la debacle socialista cimentada durante años de desprestigio de la marca en Catalunya, que ha sufrido escisiones, incluso. Los sondeos apuntan a que la propuesta de Iceta obtendrá el 27-S entre 12 y 17 escaños, y no más del 12% de los votos. El primer secretario del PSC hace un hueco en su apretada agenda para contestar a las preguntas de DNA la víspera de la masiva movilización de la Diada.

¿Qué se juegan los catalanes el próximo día 27?

-Se juegan si Artur Mas va a seguir gobernando con una política de mucho lío y ningún resultado, y de recortes sociales, o va a haber una alternativa. Los catalanes se juegan también que, si sigue gobernando Artur Mas y su planteamiento independentista, vamos a tener una ruptura con el resto de España y vamos a salir de Europa. Nosotros creemos que hay que cambiar de mayoría, cambiar de presidente y tener un gobierno que se centre en las cosas que realmente interesan a los ciudadanos: reactivación económica, creación de empleo, defensa del Estado del Bienestar, recuperación del prestigio de la política y una negociación con el resto de España que nos permita una reforma constitucional que podamos votar todos en referéndum.

¿Si de las urnas el 27-S sale un mandato amplio para iniciar un proceso hacia la independencia, el PSC se sumará para respetar esta decisión?

-Lo único que tenemos que respetar es el mandato de los ciudadanos que nos hayan votado, y nos habrán votado para una propuesta que no es la independencia. Si hubiera una mayoría en favor de la independencia, ellos tendrían legitimidad para intentarlo pero desde luego no tendrían legitimidad para saltarse la ley. El problema no es solo que se quiera la independencia, sino que se quiera aunque sea a costa de saltarse el Estado de Derecho. No hay mandato democrático que pueda saltarse el Estado de Derecho y la legalidad.

¿Y si esa mayoría fuera amplísima, tanto que no cupiera duda de la intención de los catalanes?

-Si para hacer un estatuto de autonomía o una ley electoral nosotros mismos decidimos que hacían falta dos tercios del Parlament de Catalunya, ahora se nos quiere convencer de que con menos basta para la independencia, y eso no puede ser. La historia nos demuestra que cuando los catalanes se dividen en mitades irreconciliables no vamos a ningún sitio, y cuando las instituciones catalanas se sitúan fuera de la ley salen derrotadas. Es un camino a evitar a toda costa.

El PSC y el PSOE esgrimen la receta de la reforma constitucional, pero ¿esta reforma implicaría que Catalunya va a ser mejor tratada?

-Pensamos que desde el punto de vista territorial hay que abordar al menos cuatro cuestiones que afectan a Catalunya pero también al resto de comunidades autónomas. Primero, Catalunya tiene que ser reconocida en su identidad nacional, y hay que buscar la fórmula concreta que lo permita e incorporar a la Constitución los derechos históricos que ya están en el Estatuto de Autonomía. El segundo paso es tener una reglas de reparto de competencias que garanticen el autogobierno, y eviten duplicidades, interferencias y conflictos. Queremos también en el aspecto de recursos un pacto fiscal federal que sea solidario pero también equitativo y no acabe perjudicando a aquellas comunidades autónomas que más aportan, como es el caso de Catalunya. Y, por último, hacer que las comunidades autónomas participen en el gobierno del conjunto de España a través de un Senado federal. Pensamos que abordando estas cuatro cuestiones mejoraríamos el funcionamiento del Estado de las Autonomías y una mayoría de catalanes se sentirían más cómodos en España.

Múltiples voces del socialismo español rechazan hablar de identidad nacional o de la posibilidad de que Catalunya sea reconocida como nación, como se ha demostrado con las afirmaciones de Felipe González. ¿El PSOE asume la tesis del PSC sobre la nación catalana?

-Los socialistas acordamos en la Declaración de Granada, y eso está escrito, que incorporaríamos los derechos históricos de Catalunya a la Constitución y, por lo tanto, en eso estamos de acuerdo. Ahora bien, puede haber fórmulas distintas. Cuando se redactó la Constitución en 1978 lo que más costó fue la definición de nacionalidades y regiones, pero finalmente se alcanzó la fórmula. Por lo tanto hay que tener presente que el consenso se debe construir y que no se alcanza al inicio de una negociación. En esta cuestión pasará exactamente lo mismo.

Pero en su mismo partido, fuera de las filas del PSC, solo se percibe rechazo a reconocer la identidad nacional de Catalunya.

-Los partidos son organizaciones plurales, donde caben muchas opiniones. Afortunadamente, en el Partido Socialista tenemos el acuerdo escrito, firmado desde julio de 2013 en el que se detalla la propuesta de reforma constitucional en su aspecto territorial. Podemos discrepar sobre muchos matices pero en el contenido que queremos dar a la reforma hay un acuerdo unánime.

Felipe González alude al nazismo y fascismo para referirse a los independentistas catalanes, y Alfonso Guerra y Manuel Chaves hablan de una especie de golpe de Estado en Catalunya. ¿Estos mensajes de compañeros del PSOE le hacen daño al candidato del PSC?

-No me voy a meter en las expresiones de unos y otros, pero sí que estamos de acuerdo todos en algo muy importante: salir fuera de la ley nos lleva al desastre. Y por lo tanto me parece razonable que se hagan advertencias sobre los riesgos de abandonar el camino del Estado de Derecho y de la legalidad. Cuando alguien quiere conducir por la izquierda en vez de por la derecha, lo que hacemos es advertirle de que va seguro hacia un choque, y ahí no caben matices. Insisto en que el problema no es la independencia, sino que se pretenda saliendo del Estado de Derecho y abandonando la legalidad. Frente a ese riesgo es frente al que se producen muchas advertencias e imágenes históricas. Nosotros vamos a ser muy claros porque si algún día se produjese ese desastre, esperemos que no, podremos decir que ya advertimos del riesgo.

El Gobierno del PP activa la reforma exprés del Tribunal Constitucional para poner más frenos a Artur Mas. ¿Es lo adecuado?

-Es un error la reforma de la ley del TC como la plantea el PP, que solo ha querido dar un titular a su candidato. Cambiar una ley que forma parte del bloque de constitucionalidad es un error y lo único que hace es dar argumentos a quienes piensan que en España no hay nadie que se tome las leyes en serio. Otra cosa es lo que deba hacerse en el supuesto de que una comunidad autónoma se salte la ley. En enero de 2013 el Parlament de Catalunya aprobó una declaración de soberanía y en ese caso el Gobierno del PP hizo lo que correspondía, recurrirla ante el Tribunal Constitucional, que acabó por anularla. Por lo tanto, dependiendo de qué tipo de infracción legal se produce hay medidas para volver a la situación anterior, y no todas tienen que representar un trauma porque en el Estado de Derecho no solo existen las reglas, sino también los mecanismos para que estas se cumplan.

¿Y eso de sacar a relucir el papel Ejército?

-Es una cosa que les gusta oír a los independentistas. Parece que así se fortalecen. Este planteamiento del PP es absurdo. De lo que tenemos que hablar es del cumplimiento de la ley por parte de las instituciones, y revertir los casos en los que se produzca una infracción no requiere de intervenciones militares, ni mucho menos. Hay que recordar además que el Ejército no tiene una capacidad autónoma para decidir. En todo caso, será responsabilidad de los gobiernos que haya en cada momento tomar las medidas que se requieren. Mezclar el Ejército con una polémica política como esta es otro de los graves errores del Partido Popular y otro regalo que hace a los independentistas.

¿Un gobierno de Pedro Sánchez en La Moncloa barajaría la posibilidad de realizar un referéndum legal y pactado en Catalunya?

-Barajaría hacer una reforma constitucional que fuera sometida a referéndum de todos los españoles, y ahí estarían todos. Nuestro reto es hacer una propuesta de reforma que pueda tener el respaldo mayoritario del conjunto de los españoles pero también sabríamos perfectamente qué han opinado en Catalunya, en el País Vasco o en Castilla-La Mancha.

¿Teme que el voto no independentista acabe polarizado en torno a la figura nada ambigua del candidato del PP, Xavier García Albiol?

-No. Creo que la figura de García Albiol no solo es divisiva sino que no es una buena aportación para lo que necesita Catalunya en estos momentos. No necesitamos una política de frentes sino una política de amplios acuerdos.

¿Logrará el PSC que retorne el voto del militante desencantado después de tantos años de vaivenes y desavenencias en el socialismo catalán?

-Espero que sí, pero no solo de los socialistas. Espero que todos los catalanes que creen que la independencia no es una solución pero que tampoco podemos continuar en la actual situación encuentren en el PSC una palanca de cambio para lograr lo que proponemos en esta campaña, una Catalunya mejor en una España diferente.