El fin de la Guerra Fría abrió un nuevo escenario territorial en Europa, en el que las viejas reivindicaciones nacionales lograron, en muchos casos, hacerse realidad. Otras naciones, en cambio, luchan aún hoy en día por este anhelo. Es el caso de las repúblicas bálticas (Estonia, Lituania y Letonia), anexionadas por la Unión Soviética en 1940, que lograron su independencia en 1991. La desintegración de la URSS y los movimientos previos en torno a la Revolución Cantada posibilitaron que estos tres estados recuperaran su soberanía. La mayoría de los países occidentales consideran que su incorporación al territorio soviético fue ilegal, por lo que reconocieron su independencia sin alboroto. En estos veinte años, los tres países han acometido grandes transformaciones, principalmente en el modelo económico, enfocado ahora hacia el libre mercado. Asimismo, en 2004, las repúblicas bálticas culminaron el proceso de integración en la UE.
Pero estos no son los únicos estados alumbrados en Europa en los últimos treinta años, ni han tenido únicamente lugar en el bloque soviético. Según Igor Filibi, profesor de Relaciones Internacionales de EHU/UPV, "el problema es el mismo, pero se ha favorecido el desmembramiento de la Unión Soviética mientras que se hace todo lo posible por no romper los países de la parte occidental, la vencedora". "El problema es el mismo en ambos casos, solo que unos países interesan más geopolíticamente y otros no", insiste.
Filibi asegura que las posturas de los países implicados así como la resolución misma de los procesos de independencia corresponden más a "una interpretación política" que a una cuestión de Derecho. Y en este sentido, "los mayores problemas vienen cuando afecta a estados grandes, que se suelen resistir mucho, como es el caso del Reino Unido, España, Francia, en su momento también la URSS. Depende también de la repercusión que tenga en terceros países. En definitiva, es una cuestión de interpretación política", explica.
En este sentido, el caso de Checoslovaquia no supuso escándalo alguno, más si se tiene en cuenta que la división se realizó de mutuo acuerdo y de forma pacífica. Fue en 1993 y dio paso al nacimiento de dos estados: la República Checa y Eslovaquia, hoy en día también miembros de la Unión Europea. Nacido en 1918 del hundimiento de la Monarquía austrohúngara, Checoslovaquia pasó en su historia por la invasión nazi-alemana, una dictadura comunista, la invasión soviética y una revolución. En este caso, insólito, tampoco se llevó a cabo referéndum alguno sobre la separación, que se acordó amistosamente entre los gobernantes de turno de ambas partes de la república federada.
Kosovo y Montenegro Este siglo ha visto el nacimiento de dos países en Europa: Kosovo y Montenegro. Ambos declararon su independencia de Serbia y, actualmente, se encuentran en proceso de anexión a la UE. El primero, cuya población es mayoritariamente de etnia albanesa, declaró unilateralmente su independencia el 17 de febrero de 2008, no reconocida aún por Serbia, que no ha administrado la zona desde 1999, cuando quedó bajo control de la ONU y la OTAN. Actualmente, Kosovo es reconocido como estado por 106 de los 193 países de las Naciones Unidas, entre los que no se encuentran ni Rusia ni España.
En 2008, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución a propuesta por Serbia para preguntar a la Corte Internacional de Justicia si la declaración de independencia de Kosovo fue compatible con el derecho internacional. La conclusión: que la declaración no violó el derecho internacional ni la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Por su parte, Montengro completó su independencia tras la convocatoria de un referéndum en 2006, en el que el 55,5% de la población optó por la soberanía y el 45,5%, por la unión con Serbia. La pregunta fue: "¿Desea usted que Montenegro sea un estado independiente con completa legitimidad legal e internacional?" y para que el resultado favorable a la soberanía fuera reconocido por Serbia y la UE, debían votar al menos el 50% de las personas y el "sí" debía lograr una votación superior al 55%. Al cumplirse ambos requisitos, Montengro declaró su independencia ese mismo año.
El caso danés Groenlandia también celebró un referéndum en 2008, en este caso para cambiar su estatuto de autonomía, que abre una vía a la autodeterminación. Este fue aprobado por abrumadora mayoría: tres cuartas partes de los ciudadanos apostaron por el "sí". La consulta, apoyada por Dinamarca, culminó un largo proceso de negociación en el que el principal escollo era el reparto de los ingresos del subsuelo. Ambos gobiernos acordaron que la subvención estatal de 420 millones de euros que le da Dinamarca y que supone el 27% del PIB de Groenlandia se reducirá progresivamente conforme a los hipotéticos ingresos anuales del subsuelo que consiga el segundo.
Dinamarca mantiene aún las competencias de Asuntos Exteriores, Defensa, Justicia e Interior y Política financiera; sin embargo, Groenlandia no descarta la celebración de un referéndum sobre la total independencia en un futuro próximo. Otras islas bajo soberanía danesa son las Feroe, que son un país autónomo del Reino de Dinamarca, pero que no pertenecen a la UE. El debate entre la plena independencia y el mantenimiento de la autonomía dentro del Estado danés sigue hoy en día.
Unión Europea La cuestión europea genera intensos debates. Tanto en el caso de Catalunya como en el de Escocia, las autoridades británicas y españolas han advertido de que en caso de que los ciudadanos apuesten por la independencia en las respectivas consultas previstas para el próximo año, ambos territorios saldrán automáticamente de la Unión Europea. Sin embargo, no parece tan claro. "Es una incógnita porque los tratados no dicen nada al respecto y no hay ningún precedente hasta la fecha", explica Filibi. "Ante el hecho consumado, se deberá tomar una decisión, y esta será política", concluye.