a coruña. Más de una década de espera y la destacada ausencia de responsables políticos en la causa cuestionan la legitimidad del proceso judicial abierto por los daños causados por la marea negra del Prestige, cuya factura se quedará finalmente sin cobrar tras el veredicto hecho público ayer en A Coruña. La sentencia leída en gallego por el presidente del tribunal, Juan Luis Pía, dejó insatisfechos a la mayoría de los demandantes y solo complació a las defensas de los tres acusados, que han sido absueltos.

El tribunal considera que el capitán del buque, el griego Apostolos Mangouras; el jefe de máquinas, su compatriota Nikolaos Argyropoulos; y el exdirector general de la Marina Mercante José Luis López Sors no tienen responsabilidad penal por la catástrofe medioambiental y solo condena al primero a nueve meses de prisión por desobediencia a las autoridades marítimas. Ninguno de los tres estuvo ayer presente en la sede del Tribunal Superior de Justicia de Galicia durante la lectura de la sentencia.

"Nadie puede señalar lo que se debería haber hecho" para evitar la catástrofe y "no hay acuerdo aún hoy sobre lo que se debería hacer si se repitiese la situación", apostilló el presidente del tribunal de la Audiencia de A Coruña, quien recalcó que los informes técnicos son "contradictorios".

Tras indicar que el accidente se produjo por un fallo estructural cuyo origen "nadie puede precisar", Pía señaló que la Administración española "no provocó sino que gestionó con profesionalidad y adecuación" el siniestro. Según el fallo, se realizaron inspecciones y reparaciones, y la entidad ABS certificó la habilidad del buque para navegar con normalidad, pero pese a eso el fallo estructural no tuvo ningún otro origen que las deficiencias de mantenimiento y control de la conservación del buque. Dichas deficiencias, continúa, no respondían a vicios que pudieran observarse directamente, sino que dependían de análisis técnicos complejos que no se efectuaron con la debida profesionalidad, eficacia y prudencia.

Así, y dado que "no se demostró que los acusados quisieran hundir el buque, ni que conocieran sus deficiencias estructurales ni las causas de estas", los tripulantes del Prestige "no actuaron dolosamente y su imprudencia relativa, en caso de existir, ni fue eficiente ni se demostró y en ningún caso fue grave".

sentencia "injusta y lamentable" La plataforma ciudadana Nunca Máis calificó de "injusta" y "lamentable" la sentencia al entender que se trata de un fallo "político" redactado "al dictado de los intereses del PP", por lo que estudiará recurrirla. Cuando el 16 de octubre de 2012 arrancó, una década después de la mayor catástrofe medioambiental de la historia del Estado español, el juicio del Prestige, muchas fueron las voces que rechazaron un proceso judicial dilatado en el tiempo y sin responsables políticos encausados. "Este juicio tenía que haber sido ejemplar. Tenía que haberse celebrado hace años. Tenía que estar a la altura de lo que significó el movimiento de solidaridad y de conciencia no solo en Galicia sino en el Estado y en el mundo", aseguró entonces el escritor Manuel Rivas, uno de los mayores exponentes de la marea de voluntarios que luchó contra la marea negra en las costas gallegas. El propio Rivas se personó ayer en la sede del Tribunal Superior Justicia de Galicia (TSJG) para conocer la sentencia y declaró que "los banquillos estaban vacíos y siguen vacíos. Es un relato hecho por burócratas para burócratas e inservible para el futuro", apostilló el escritor gallego.

La imputación del ahora absuelto exdirector general de la Marina Mercante no fue suficiente para Nunca Máis, que ayer siguió reclamando la responsabilidad del entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, quien compareció en la causa como testigo, y de todo el gabinete de José María Aznar.

El clamor contra los "banquillos vacíos" a los que aludió Rivas, lastró el respaldo social de un proceso judicial con el que se pone fin a una década de peritajes, reclamaciones y juicios con los que se reabrían una y otra vez las heridas de la marea negra.

La sentencia deja claro que no se podrá cobrar las indemnizaciones millonarias que reclama por los daños ni deberá pagar por ellos, y solo le queda la vía de iniciar otro proceso judicial contra la operadora y la aseguradora del Prestige, Universe Maritime y London P&I Club, respectivamente, -una opción poco viable, según fuentes jurídicas consultadas- o buscar un acuerdo extrajudicial muy a la baja para sus intereses. La Fiscalía argumentó durante la vista oral que la condena del capitán del buque era la única alternativa para conseguir que la operadora y la aseguradora hicieran frente a la totalidad de la póliza de 1.000 millones de dólares que tienen suscrita, y apostaba para ello por la aplicación del Código Penal.

Por tanto, la factura dejada hace algo más de diez años por el vetusto petrolero que navegaba por el Atlántico y que zozobró en medio de una tormenta tiñendo de negro la costa gallega se queda sin cobrar. La armadora del barco depositó en el juzgado de Corcubión una fianza de 22 millones de euros, el límite máximo establecido por la legislación de aquel entonces.

Las impresionantes imágenes de los pescadores de la Costa da Morte luchando con sus propios medios contra la marea Prestige, un monocasco con una eslora equivalente a dos campos de fútbol, provocó una oleada de solidaridad sin precedentes. Fueron cientos de miles los voluntarios que viajaron a Galicia para ayudar en las labores de limpieza de una costa anegada, de norte a sur, por el chapapote que dejó impracticables los bancos marisqueros más ricos del mundo.

Se cierra así, más de una década después, una de las páginas más negras de la historia de Galicia con la incongruencia añadida de que la sentencia avale en líneas generales la gestión que hizo el Gobierno de Aznar de la crisis tras el accidente, cuando el propio magistrado que preside el tribunal declaraba el pasado 10 de julio, tras concluir la vista oral, que "hay más implicados" que los que habían sido juzgados en este proceso judicial, el mayor de la historia de Galicia.