GASTEIZ. El pacto fiscal de PNV y PSE salió ayer del Parlamento con los mismos apoyos con los que entró y los partidos se emplazaron al debate en Juntas Generales para definir el nuevo modelo fiscal. No se rompió nada durante el debate monográfico de fiscalidad, aunque cada partido se reafirmó en la posiciones que mantenía, por lo que sigue siendo posible alcanzar un acuerdo de aquí a final de año para poner en marcha a partir del 1 de enero un marco tributario común en las tres diputaciones de la CAV.
Las Juntas Generales recuperan su protagonismo una vez certificado el fracaso de la vía parlamentaria, cuyos máximos defensores, por motivos diferentes, son PSE y UPyD. La ley reserva al Parlamento un papel de armonización que nunca se ha explorado y que ayer quedó en tela de juicio tras constatarse que no hay mayorías suficientes para hurtar el debate de las cámaras de representación foral. La propuesta de reforma fiscal recalará en breve en los parlamentos de Bizkaia -donde sus promotores tienen mayoría-, Araba y Gipuzkoa para su debate.
Jeltzales y socialistas emplazaron a la izquierda abertzale y a los populares -UPyD no tiene representación en las Juntas- a seguir negociado. Y estos no cerraron la puerta a hacerlo, aunque advirtieron de que lo harán con el objetivo de atraerlos hasta sus posiciones. Cada partido votó sus resoluciones y solo se aprobaron las firmadas por PNV y PSE.
El debate monográfico sobre fiscalidad transcurrió por los cauces que habían marcado con anterioridad los partidos, cerrados en tres grandes bloques desde la firma del pacto entre socialistas y jeltzales e incluso desde el propio inicio de las negociaciones. La política fiscal y el reparto territorial de los ingresos de las haciendas forales siempre ha sido un elemento de tensión en la CAV y el Parlamento escribió otro capítulo de ese tira y afloja, sazonado con las perennes denuncias de discriminación de unas diputaciones frente a otras. Una bandera que en esta ocasión cogió EH Bildu en relación a Gipuzkoa.
Acudían PNV y PSE al Parlamento con un acuerdo de calado apuntalado en una amplía mayoría que garantizaba su aprobación en la Cámara autonómica, pero con la incógnita de los apoyos que logrará cuando el texto transite por las Juntas Generales. No se allanó del todo el terreno, pero tampoco se complicó más y, sobre todo, quedó la sensación de que algunos obstáculos quedaron apartados del camino.
Marian Beitialarrangotia (EH Bildu) no puso pegas al proyecto de reforma del IRPF, calcado de la reforma guipuzcoana. Puso en cambio el acento en el Impuesto sobre el Patrimonio y el de Sociedades, en los que hay mayores diferencias. El PP, por su parte, decidió abstenerse en la votación de las resoluciones de la reforma. Y desde el PNV, Josune Gorospe le recordó al PP que la presión fiscal en España es más elevada que la que plantea su formación junto a los socialistas. Hay "mucho margen" para que los populares se sumen al acuerdo sin renunciar a su estrategia de mantener los impuestos en zona fría con tipos bajos.
El debate tuvo el aroma del nuevo tiempo que ha abierto el pacto fiscal, no solo porque haya supuesto un acercamiento entre las formaciones que lideran Andoni Ortuzar y Patxi López, también porque ha cambiado sustancialmente el tablero de juego. Y las dos posiciones más antagónicas, la izquierda abertzale y el Partido Popular, no han encontrado todavía su sitio.
EH Bildu mostró sus cartas, su deseo de avanzar hacia un nuevo estatus político. Y el PP, que no oculta su interés por boicotear esa partida, se vio obligado a defenderse de las críticas a Mariano Rajoy por cuestiones como el copago farmacéutico. Los impulsores del pacto fiscal optaron por centrarse en el tema y en concretar su propuesta.
El portavoz del PP, Antón Damborenea, verbalizó el enfado de su partido por quedarse fuera de la negociación y no haber logrado reunirse posteriormente con el PNV y PSE para encontrar puntos de encuentro. Los populares consideran que López es el culpable de que se hayan encontrado con esa puerta "cerrada" y no ocultaron su enfado con el que fuera su socio preferente la pasada legislatura. Quedaba por despejar la incógnita de si jeltzales y socialistas concretaban en sus resoluciones pactadas la letra pequeña de su pacto, los tipos impositivos que quieren aplicar para los contribuyentes de las tres haciendas forales. No fue así y PP y Bildu mostraron su desacuerdo al considerar que se rebajaba la importancia del debate.