Roma. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) denunció ayer que 1.300 millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente y esto "es intolerable en un mundo en el que 870 millones de personas pasan hambre", asegura la FAO.
Según un informe publicado ayer, el desperdicio de alimentos, además del gran coste económico, causa "un grave daño a los recursos naturales de los que la humanidad depende para alimentarse". En total, explica el documento, "las consecuencias económicas directas del desperdicio de alimentos (sin contar pescado y marisco) alcanzan la cantidad de 750.000 millones de dólares (más de 563.000 millones de euros)".
El informe describe el desperdicio de alimentos desde una óptica medioambiental, centrándose de forma específica en sus consecuencias para el clima, el uso del agua y el suelo y la biodiversidad.
Entre sus principales conclusiones destaca que los alimentos que producimos pero luego no comemos consumen un volumen de agua equivalente al caudal anual del Volga y son responsables de añadir 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Por ello, el director general de FAO, el brasileño José Graziano da Silva, insta a todos los agentes implicados -agricultores y pescadores, procesadores de alimentos y supermercados, gobiernos locales y nacionales, consumidores particulares- "a hacer cambios en todos los eslabones de la cadena alimentaria para evitar en primer lugar que ocurra el desperdicio de alimentos, y reutilizar o reciclar cuando no podamos impedirlo".
"No podemos permitir que un tercio de todos los alimentos que producimos se pierda o desperdicie debido a prácticas inadecuadas, cuando 870 millones de personas pasan hambre todos los días", agrega Da Silva.
La FAO también publicó ayer un manual con recomendaciones sobre cómo puede reducirse la pérdida y el desperdicio de alimentos y en el que se denuncia "que los consumidores no logran planificar sus compras, compran en exceso, o reaccionan exageradamente a las fechas de caducidad y consumo preferente".
Asimismo denuncia que "las normas estéticas y de calidad llevan a los minoristas a rechazar grandes cantidades de alimentos perfectamente comestibles".
El 54% de desperdicio de alimentos se produce en las etapas iniciales de la producción, manipulación y almacenamiento postcosecha mientras que el 46% restante ocurre en las etapas de procesamiento, distribución y consumo de los alimentos.