NADIE en Kuartango se lo esperaba. El Gobierno central tenía aún mes y medio, tras las vacaciones de agosto, para pronunciarse sobre la consulta popular que el Consistorio solicitó realizar entre sus vecinos sobre el fracking. Sin embargo, en el primer Consejo de Ministros del curso político, el del pasado viernes, el Ejecutivo de Mariano Rajoy despachó la petición del municipio alavés por la vía rápida. Kuartango no puede sondear a sus vecinos porque la competencia en materia de energía es exclusiva de la Administración central.

Esto es cierto, pero sólo a medias, y por ello el malestar en el pueblo es muy grande. Tal y como explica el alcalde de Kuartango, Iñaki Guillerna, a DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA, a los vecinos se les iba a preguntar si querían que se incluyera en el Plan General de Ordenación Urbana que actualmente se está redactando la posibilidad de aplicar el fracking en el municipio. Luego, efectivamente, es una cuestión de energía, pero también de urbanismo, y ahí los ayuntamientos sí son competentes. Además, la propia Ley del Suelo vasca establece que cuando una actuación concreta genera litigios o controversia entre la población se puede efectuar una consulta popular para refrendarla o desecharla. Guillerna se agarra además a sentencias del Tribunal Constitucional que establecen que el urbanismo es competencia municipal, y de hecho a ese área apeló en su día el Ayuntamiento de Vitoria para paralizar los pozos exploratorios que la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi quería perforar en Subijana de Álava. Ante las dudas sobre las garantías medioambientales que generaba el proyecto, el Ayuntamiento le denegó a Shesa la licencia de actividad y obligó a los promotores del fracking a empezar otra vez de cero, retrasando la implantación de la fractura hidráulica en Álava sine die.

"Queríamos hacer una consulta que aparte de ser vinculante técnicamente lo fuera políticamente, un refrendo popular de la posición del Ayuntamiento contra la instalación de pozos en el valle. Queríamos que el pueblo nos dijera qué opinaba sobre algo tan importante, y queríamos hacerlo de forma legal, con sufragio universal, libre, privado", resume Guillerna, hablando ya en pasado. Efectivamente, ahora el Ayuntamiento, que aprobó la solicitud por unanimidad del Pleno que forman PNV, EH Bildu y PP, está "atado de manos", explica el alcalde, pero en cualquier caso en Kuartango no arrojan la toalla.

Por un lado se apelará al ámbito contencioso-administrativo para recurrir la resolución del Consejo de Ministros. Por otro, la consulta se hará, de una u otra forma, con uno u otro nombre. "No tenemos ningún argumento legal para organizar una consulta, pero hoy (por ayer) vamos a aprobar una resolución en la que invitamos a las personas físicas y asociaciones de Kuartango a que expresen su voluntad mediante una consulta privada que haga visible la opinión del pueblo con respecto al fracking", señala Guillerna, quien cree que el Ejecutivo de Rajoy ha sido tan diligente a la hora de responder porque "les ha dado vértigo autorizar una consulta que podría extenderse". La resolución del Gobierno allana el camino a las empresas, pero a éstas les queda aún obtener la licencia social, que sólo se concede "comprándola o convenciendo, y en este caso creo que ni la compra de las voluntades va a servirles". ¿Por qué? "Porque este pueblo está muy tocado, había dieciséis pozos solicitados, y cinco están aquí", señala Guillerna.

Una visita a Zuazo confirma el sentir general. Félix Martínez de Santos nació hace 75 años en Kuartango, el lugar de donde procedían su padre, su abuelo y su bisabuelo. Nunca jamás había visto una movilización popular en el municipio similar a la que se opone al fracking. "Recuerdo que siendo muy chaval se decía que querían hacer un pantano aquí, y hubo un movimiento en contra de esa idea. No se hizo, lo más probable porque no les interesó. Ahora han cambiado mucho los tiempos, hoy enseguida te enteras de todo y hay más posibilidades de movilizarse, y ahí estamos", señala. Félix cree que la denegación de la consulta es un gesto "pueril, infantil, es jugar con algo muy serio".

El vecino de Zuazo narra el proceso de concienciación del municipio en estos años. "Mientras algo no se conoce pasa desapercibido, nadie sabía que en Estados Unidos utilizaban estos sistemas desde hace muchos años, y aquí estábamos felices, hasta que se empezó a conocer el inconveniente del sistema de extracción. Vas leyendo, vas conociendo diferentes experiencias, y te das cuenta de que van a montar un auténtico desbarajuste", denuncia. "Son muchas cosas, la forma de extraerlo, la contaminación de acuíferos, la destrucción del medio que tenemos, y esto es una maravilla, con cualquiera que hablas te dice que es un paraíso", afirma.

El taxista de Kuartango es José Antonio Rueda, que, "como todo el mundo, en un principio no tenía ni idea de lo que era el fracking". Luego, "con la información llegó la incertidumbre, pero aquí la plataforma y el Ayuntamiento se preocuparon de informar a todo el mundo y la gente cada vez lo rechaza más, lo dice alto y claro", reivindica. Ahora, con la denegación de la consulta, "la gente se ha cabreado más todavía y, menos los que están sumamente politizados a favor del fracking, y todos sabemos quiénes son, todo el mundo está en contra". A José Antonio le preocupan especialmente los residuos que genera esta práctica, "al margen de la perforación y la ocupación de tierras. Las balsas -continúa- emiten continuamente gases cancerígenos, están continuamente evaporando y las eliminan por desecación, lo cual es una barbaridad".

Su rechazo al fracking es especialmente sentido, se le nota al oírle hablar, pero en cambio es pesimista con respecto al resultado de la movilización que ha protagonizado el pueblo. "Creo que no lo vamos a poder parar, si hay dinero para ponerlo en marcha no lo pararán, por muy en contra que estemos. Somos 240, lo que opinemos nosotros les hace daño, por eso han suspendido el referéndum, pero les importa un carajo, son cuatro votos", lamenta.

Jon Tueros regenta el bar de Zuazo, y por tanto es testigo de primera mano del sentir de la población con respecto a la fractura hidráulica. "La gente está muy concienciada, nos preocupa qué vamos a dejar a los que vienen por detrás, porque pasaremos de ser un valle muy tranquilo, de descanso, a que de buenas a primeras haya 300 camiones trabajando por aquí, con las carreteras sin preparar. ¿En qué nos a va afectar a nuestra forma de vida?", se pregunta. Jon opina que si en el valle hay gente que ve con buenos ojos la fractura hidráulica "es difícil encontrarlo o que se declare a favor. Al menos en el bar nadie dice eso", señala.

Una de las responsables de que la sociedad civil de Kuartango se haya movilizado como lo ha hecho contra esta técnica de extracción de hidrocarburos es María Santórum, portavoz de la plataforma Fracking Ez Kuartango, una filial, por decirlo de alguna manera, de Fracking Ez Araba, que trabaja ya a nivel estatal. María explica que se han celebrado varios encuentros con diferentes plataformas españolas para estudiar respuestas conjuntas contra el fracking, a la vez que se sigue informando a los habitantes del valle y se les convoca a manifestarse y protestar en la medida de sus posibilidades. La consulta de Kuartango iba a ser una especie de campo de pruebas para otros municipios del Estado.

"Estamos decepcionados y enfadados, el Ayuntamiento hizo la solicitud estudiando la legislación y esperábamos que preguntando por el PGOU, de competencia municipal, nos dejaran consultar, pero nos lo han echado para atrás. No quieren saber qué pensamos, como en tantos otros temas", denuncia María, que al igual que Iñaki Guillerna trabaja en la elaboración de un "plan B" para sondear la opinión del pueblo con respecto al fracking.

"Buscaremos la fórmula para hacerlo de la forma más transparente posible aunque no sea vinculante, que el resto de la gente vea que hay seguridad y que no queremos dar la nota mediáticamente, sino saber de verdad qué porcentaje de la población está en contra, que creemos muy cercano al 100%". Su esperanza es que acabe ocurriendo como en Bulgaria, donde la presión popular llevo al Gobierno a desechar la fractura hidráulica.

Oier Martínez de Santos, que en breve estrenará una película rodada por él en el valle en el que vive, recuerda que "desde el primer momento en que se planteó, a la primera asamblea ya vino muchísima gente, el posicionamiento era claro en contra, gente de todas las edades y de todas las ideologías políticas". La razón es que "éste es un valle de gran valor ecológico y no nos gustaría que fuese fracturado. Sería industrializar un suelo en el que siempre se ha apostado por la agricultura y la ganadería, por la ecología, por las casas rurales", y por ello rechaza que "nos hipotequen para toda la vida para sacar un beneficio económico".