Años ochenta. Las asociaciones de víctimas del terrorismo surgen en España con el objetivo de asistir y apoyar a este colectivo sobre el que el peso del dolor se multiplica ante la losa del olvido institucional y social. El apoyo inicial evolucionó a mayores cotas asistenciales y germinó la siguiente fase: sensibilizar a la ciudadanía. Fue un camino largo, complicado e inconcluso, pero en el que los firmes mimbres de hace tres décadas han obtenido sus frutos materiales y, sobre todo, el anhelado reconocimiento de la Administración y el resto de la ciudadanía.

Con el tiempo, los responsables de las principales agrupaciones de víctimas se han convertido en personajes mediáticos igual de familiares para lectores y espectadores que los rostros políticos; y, del mismo modo, sus declaraciones también están sujetas al análisis público.

Que Mari Mar Blanco desee la muerte de un preso de ETA excarcelado por motivos de salud se enmarca en la reacción de la hermana de uno de los asesinados por la organización terrorista, pero Blanco es, además, exparlamentaria vasca por el PP y la actual presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo (FVT), dependiente del Ministerio del Interior.

Esta visión ha provocado que un grupo de víctimas solicite la dimisión de Blanco, tal y como publicó este periódico el pasado martes. El debate está sobre la mesa, pero su calado supera con creces el caso específico de la presidenta de la FVT. ¿Cuáles son las funciones de un portavoz del colectivo de víctimas? ¿Existe libertad plena para que se pronuncie públicamente o hay límites?

DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA se puso en contacto con Mari Mar Blanco, quien rechazó contestar a quienes critican sus palabras y consideró que su comportamiento a lo largo de los años "es prueba suficiente para desmentir las acusaciones" vertidas.

Frente al silencio de Blanco, otros destacados nombres en el mundo asociativo vinculado a los damnificados por la violencia terrorista sí quieren aportar su opinión. Es el caso de la presidenta de Covite, la asociación que agrupa al mayor número de víctimas del terrorismo en el País Vasco.

Consuelo Ordóñez interpreta el odio como algo "natural" cuando alguien arrebata la vida de un ser querido. Así lo experimentó hace casi dos décadas después de que ETA asesinara a su hermano Gregorio, pero el tiempo le ha enseñado a derivar este sentimiento y "transformarlo en una lucha constructiva" por los derechos de las víctimas. Cuando leyó las palabras de Blanco sobre Josu Uribetxebarria Bolinaga reconoce que se fijó más en otros aspectos que en el deseo del fin de esa vida manifestado por la presidenta de la FVT. "Dejé de lado esa consideración, que creo que se hizo desde un plano estrictamente personal y me llamaron más la atención otros aspectos de la entrevista", recuerda.

Asume que su homóloga al frente de la Fundación de Víctimas "igual no midió" el alcance de sus palabras, pero reconoce que "hay veces en las que el dolor pesa mucho". Desde esta premisa no considera que la presidenta de la FVT deba dimitir, "ni mucho menos". Eso sí, advierte de que estar al frente de una asociación de este calibre o ejercer de portavoz de la misma entraña unos requisitos a tener en cuenta. En el frontispicio de los mismos sitúa ser consciente de lo que se dice y en nombre de quien se hace. "Yo mido mucho mis palabras y sé que cuando respondo en una entrevista o cuando escribo algo en las redes sociales tengo que tener cuidado con lo que digo por cómo pudiera entenderse", sostiene Ordóñez.

En este sentido, pone de relieve que pese a ser ella la persona que encabeza Covite, el trabajo que realiza en esta asociación se basa en la labor "en equipo"; por lo tanto, el resultado es el esfuerzo de todos sus miembros y "así debe reflejarse".

Al margen de este debate, Ordóñez también tiene su propia opinión sobre el funcionamiento interno de la FVT, que considera "arbitrario". En primer lugar, porque "jamás se ha llamado a Covite" para formar parte de su patronato, pese a ser la asociación que reúne al mayor número de víctimas en Euskadi. Tampoco comparte el relevo que se produjo con la marcha de Maite Pagazaurtundua y la llegada de Blanco. "Estábamos contentos con Pagaza y no veíamos razones para sustituirla, entre otras cosas, porque había demostrado su independencia", destaca.

Sostiene que Blanco "siempre será mucho más partidaria porque ha vivido de la política". Ordóñez recuerda que a ella también le tentaron con la posibilidad de pasar a la primera línea institucional, una oferta que rechazó.

la sombra de la politización

Evolución de las asociaciones

En su lucha por las víctimas del terrorismo, a Roberto Manrique le ha tocado pegarse con varios muros institucionales. El que fuera presidente de la Asociación Catalana de Víctimas de Organización Terrorista no entiende varios aspectos que rodean las gestión de los recursos supuestamente creados para garantizar la asistencia a los damnificados por este tipo de violencia.

Y en este cúmulo de incomprensiones sitúa la elección de algunos presidentes o portavoces de colectivos de víctimas, así como la designación de personas para prestar su testimonio en las aulas que "después de cuatro o cinco días de baja se curaron de sus secuelas y comenzaron a hablar del dolor de las víctimas".

En el polo opuesto, elogia el trabajo de la "antigua" AVT, encargada de hacer pedagogía de las víctimas de la mano de su entonces máxima responsable, Ana María Vidal Abarca, una de las creadoras de esta asociación. Años más tarde, Vidal Abarca se hizo cargo de la Fundación de Víctimas del Terrorismo hasta que en 2005 decidió presentar su dimisión. La razón fue el "desacuerdo con el rumbo" que en su opinión había tomado esta entidad y un enconado enfrentamiento con la AVT que llevó a ambas partes hasta los tribunales. Esta vitoriana, viuda del responsable del Cuerpo de Miñones Jesús Velasco, asesinado por ETA en 1980, sucumbió ante "la polítización" en la representación de las víctimas y optó por abandonar su cargo.

Manrique no tiene ninguna duda de que la situación que Vidal Abarca denunció hace casi una década sigue siendo una constante en la FVT. "La Fundación depende directamente de un ministerio y dirigentes políticos participan en su gestión; el control político es una realidad innegable", asevera.

En este marco incluye el nombramiento de Blanco, una vez que la exaforada perdió en las urnas el escaño que ocupó durante la legislatura anterior en la bancada del PP. Y ahora que las declaraciones de la dirigente popular han suscitado la polémica entre el colectivo al que representa la FVT, Manrique estima necesario que la opinión pública conozca que "la gran mayoría de las víctimas ni queremos venganza ni deseamos la muerte de nadie".

Frente a las discrepancias de las víctimas que no comparten la postura de Blanco, la actual presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza cierra filas en torno a su homóloga en la FVT; es más, entiende y comparte sus palabras al igual que, a su juicio, lo hace "el 95% de las 4.500 personas" que conforman su asociación.

respaldo a blanco

La empatía de Pedraza

Pedraza empatiza plenamente con la exaforada vasca y admite que ella misma no es capaz de separar el discurso de portavoz de una asociación de víctimas de sus propias ideas. "Cuando la gente te elige creo que es porque está de acuerdo con lo que piensas y yo siempre digo lo que pienso", destaca.

Preguntada por si desear el fallecimiento de una persona es compatible con promover y divulgar los valores democráticos, como recoge en su artículo 3 los estatutos de la FVT, Pedraza asegura preferir una presidenta "que nos represente, que recoja el sentir de la mayoría de las víctimas y que nos defienda", en lugar de estar "todo el día pendiente de los estatutos".

En su opinión, la defensa de unos valores democráticos también implica "que haya justicia, y eso supone que ese asesino -en referencia a Uribetxebarria- cumpla en la cárcel con su tratamiento".

Por ello, Pedraza muestra su respeto por que "haya una víctima, cincuenta o cien que piensen que eso no se debe decir, pero hay miles que pensamos como ella", añade.

La sombra de la politización que como en muchísimos ámbitos también planea sobre el movimiento de víctimas del terrorismo no tiene ningún fundamento, al menos en la AVT, según su presidenta. Como ejemplo, recuerda sus severas críticas a la "actuación nefasta en política antiterrorista" llevada a cabo por los socialistas durante la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno español, pero también recuerda su valoración de la política del PP. "El verano pasado, con Bolinaga, critiqué mucho a este Gobierno por haberle dejado libre", apunta.

Pedraza no considera que la proliferación de asociaciones de víctimas represente la desunión de este colectivo. "El 90% de las agrupaciones que existen en las diferentes comunidades autónomas son socias, a su vez, de la AVT, que es la primera que se fundó y la mayoritaria. Es más lo que nos une que lo que nos separa", puntualiza Pedraza desde la sede de la asociación en Madrid.

De vuelta a Euskadi, Gorka Landaburu recuerda que en el trabajo que desarrolla desde hace años en el ámbito de las víctimas del terrorismo se incluye su participación en el patronato que sustenta la FVT. Es, por un tanto, una voz que conoce de primera mano la gestión de esta entidad y las responsabilidades que ostenta su cabeza visible en la presidencia.

No duda en calificar de "desafortunadas" las palabras de Mari Mar Blanco al desear la muerte del preso de la banda armada Josu Uribetxebarria Bolinaga, algo que en opinión del periodista guipuzcoano "nadie puede hacer" con independencia de cuál sea el delito cometido por el destinatario de este deseo.

"Creo que en la entrevista en la que mencionó estas palabras habló como hermana de Miguel Ángel Blanco más que como presidenta de la FVT", estima el periodista vasco, quien elogió el trabajo de la exparlamentaria al frente de esta Fundación. Landaburu considera necesario tener en cuenta que la entrevista se realizó en un contexto determinado, con la cercanía de un nuevo aniversario del asesinato de Blanco al que la banda armada le arrancó la vida el 13 de julio de 1997 tras permanecer secuestrado durante dos días.

Aún así, recuerda que como presidenta de la FVT "tiene que tener cuidado con lo que dice" al ser la portavoz de un colectivo donde bajo un denominador común cohabitan diferentes opiniones y posturas en otros muchos ámbitos.

Landaburu señala que a lo largo de estos años ha sido testigo del "error" que supone para muchos defensores de los derechos de las víctimas su participación en el juego político; cuando, según el periodista, deben centrarse en la defensa de los derechos de los damnificados por este tipo de violencia. No obstante, matiza que la hermana de Miguel Ángel Blanco no es una de las personas que haya incurrido en este error desde su llegada a la presidencia de la FVT.

Asimismo, asegura que en la próxima reunión de la Fundación, prevista para después del verano, "seguramente se tratará" la petición de dimisión contra Blanco si se presenta por los cauces oficiales. El debate está sobre la mesa.