Vitoria. S uena el tun tun y también la trompeta/es la retreta de nuestro patrón... Al primer toque de trompeta, Jone sale del bar y se acerca con su amiga Amaia a la plaza de La Provincia. Decenas de alaveses han cogido ya sitio frente al engalanado palacio foral minutos antes de que asomen atabaleros y trompeteros. Es la primera vez que esta adolescente eibarresa viene a Gasteiz en sanpru; no conoce el guión de la tradición, ni los entresijos de la celebración; da igual, le han dicho que por la noche hay buen ambiente en la Cuchi, motivación suficiente para sumarse al tun tun de la fiesta.
Poco a poco, la plaza va tomando color, el que le dan los allí presentes, padres e hijos; abuelos y nietos. Todos esperando para tararear la retreta. El tiempo no acompaña, pero es algo a lo que el santo meón ya nos tiene acostumbrados. "Lo peor es si llueve mañana (por hoy) en Armentia, porque se fastidia todo lo de las campas, y es una pena", comenta Amaia a su amiga eibarresa, mientras ésta tirita de frío. "Mira que..., ¿Cómo se te ocurre venir con esa cazadora de verano? Ni que fueras de Canarias", vacila la vitoriana. Sin embargo, a esta quinceañera no le preocupa que el frío haga mella en su poco abrigada cazadora salmón, a estas alturas de la noche, lo que ella quiere es conocer la fiesta.
...Los alaveses en este día, en armonía y buena unión/celebran fiesta a San Prudencio, a San Prudencio, que es su patrón... Al segundo toque de trompeta a Amaia se le erizan los pelos del brazo ante el asombro de Jone. "Mira, se me pone carne de gallina", muestra a su amiga. "Qué me dices", responde la otra. "Siempre me pasa, en sanpru y cuando baja Celedón". Alavesa de pura cepa, esta gasteiztarra descendiente de riojanolalaveses, no es que sienta una gran devoción por el patrón de las curaciones milagrosas, "pero este día es especial", espeta emocionada. "Es cierto", asienten Oiane, Marta y Estíbaliz, que acaban de sumarse al grupo. "¡Qué Jone! ¿te gusta la retreta?", pregunta la tercera. "Buenooo, está bien", asiente encogiendo los hombros.
El ambiente también se caldea en el interior de la Diputación donde los políticos -encabezados por Urkullu, De Andrés, Maroto, Tejería y Zárate- departen como colegas a la espera del siguiente toque de trompeta. Entonces, sacan pecho y con pose solemne asoman al balcón de la Casa Palacio pensando, quizá, que con la crisis que está cayendo, a lo mejor el patrón podría obrar un milagro de los suyos para que el territorio empiece a levantar cabeza y las familias se libren de la lacra del paro, ésa a la que, a buen seguro, el obispo Asurmendi hará mención en la homilía de la basílica. O al menos que los jóvenes no se vean obligados a emigrar como hizo San Prudencio en su adolescencia.
...Buenas tortillas de perretxikos, con huevos frescos y buen jamón/ que son los útiles más convenientes para este día de animación... Al tercer toque de trompeta algunos ya han abandonado la plaza; otros, en cambio, llegan entonces, y se paran durante unos segundos para escuchar el célebre zortziko porque la tradición manda en San Prudencio, una fiesta a la par religiosa y gastronómica en la que tanto monta, monta tanto la fe, como los fogones.
A estas horas, los cocineros se sientan ya a las suculentas mesas de las sociedades: caracoles con tomate, revuelto de perretxikos, bacalao, solomillo o chuletón... Los platos se apilan unos al lado de los otros para saciar decenas de estómagos que en unos minutos saldrán a la calle aporreando el tambor, junto a majorettes, cantineras, tamboriles y txistus. También los diputados han hecho sus pinitos y los más cocinillas se han enfundado el gorro blanco para elaborar los pintxos que ahora se sirven en el interior del palacio foral. Amaia y sus amigas, en cambio, no se sentarán esta noche a la mesa, comerán un bocata en el Casco Viejo para no perder ni un segundo de la fiesta. "A mí, mi amama ya me ha hecho hoy caracoles", comenta la joven.
...Arriba todos los alaveses, de alma sencilla y buen corazón;/gozad alegres, todos unidos; guardad celosos la tradición. Al cuarto toque de trompeta, la cuadrilla de Jone decide abandonar la plaza para seguir la fiesta a ritmo, no ya de tun tun sino del chumba chumba de los bares. Ya han asistido a la retreta, aunque no tengan ni idea de su origen ni significado.
La retreta es una copia de un antiguo toque militar que se interpretaba en la Vitoria amurallada y medieval para avisar a sus vecinos de que se cerraban las puertas de la ciudad. Ahora es la llamada al inicio de la fiesta. La primera se celebró en 1929, por lo que ya cumple 84 años. Mucho más moderna es la costumbre de la tamborrada que las sociedades gastronómicas iniciaron en 1975 -dicen que copiada de la que Donostia celebra por San Sebastián-.
Pero hay mucha más tradición en las fiestas de Álava. Está la romería de hoy a la basílica de Armentia para honrar a San Prudencio, el archidiácono convertido a obispo, que pasó su etapa de adulto entre tierras sorianas y riojanas, para morir preso de una enfermedad, y ser enterrado en Clavijo, lugar donde dicen paró el caballo sobre el que iba su cuerpo. Y lugar en el que siglos después se sigue venerando a este hijo de Armentia convertido en patrón alavés en 1645. También la romería al santuario de Estíbaliz, que el 1 de mayo congregará a los fieles en torno a la patrona; una peregrinación más íntima y recogida, con menos jolgorio que el que hoy llama a los alaveses al tun tun de la fiesta.