EL compromiso político viste ahora un chandal. Para gobernar, a la izquierda más populista le gusta este conjunto, convertido ya en su indumentaria de cabecera. El chandalismo se ha extendido como una plaga entre los líderes mundiales más radicales, implantándose en determinadas esferas del poder político. Una ropa que hasta ahora se asociaba a la práctica del deporte, sirve también para hacer política. Se puede comprobar en Venezuela donde estos días el chandal es el uniforme nacional.
Nicolás Maduro se vistió de gala con el chandal para presidir la capilla ardiente de Hugo Chávez y homenajear al fallecido presidente de Venezuela. Calzarse el chandal para presidir el cortejo fúnebre, saludar a los mandatarios que presentaban su condolencias o abrazar a los miles de ciudadanos que acompañaban al comandante, además de cumplir con una función meramente estética, presenta marcados tintes electoralistas. No en vano, se trata de una prenda con un profundo cariz populista que transmite el mensaje de que Maduro se parece a Chávez. Esta ropa dota además de identidad al vicepresidente ya que con ella, consigue transmitir sencillez y humildad y evocar al carismático líder revolucionario.
También Fidel Castro se hizo adicto a esta prenda. Un look que dista mucho de la tradicional imagen del comandante en jefe enfundado durante décadas en su legendario uniforme verde olivo. Tras enfermar y delegar el poder en 2006, cambió su vestimenta militar o de guajiro por el chandal con el que se dejó ver en diversas imágenes durante su convalecencia. Entre sus alumnos más aventajados está el recientemente fallecido Hugo Chávez. El comandante dejó hace unos años aparcada su camisa roja para salir a escena con una chaqueta de chandal de poliéster, tricolor y con la bandera de Venezuela de fondo.
La interpretación de esta indumentaria no es una cuestión baladí. "Cuanto más pobre es el mensaje, más pobre es la vestimenta. Un mensaje claro se refuerza con una imagen clara. Pero en los últimos veinte años resulta difícil identificar a los políticos de cualquier signo. Igual que las ideologías se han diluido, la vestimenta se ha homogeneizado", explica Patrycia Centeno, autora de Política y moda. La imagen del poder, una de las profesionales pioneras en el estudio de la indumentaria como herramienta de comunicación política.
El chandal, uniforme de masas, pasa así de popular a populista para algunos de los adalides de países como Cuba o Venezuela porque la visten sus dirigentes para comulgar con sus adeptos en la liturgia de poder establecido.
no son casos aislados En América Latina, la fiebre del chandal se ha contagiado entre políticos con apariencia poligonera. Mientras fue presidente, Felipe Calderón acompañó en más de una ocasión su traje y corbata con la chaqueta de chandal de la selección de fútbol mexicana. Para los ratos de asueto, prefería usar el chandal entero como cuando se le pudo ver corriendo acompañado de su homólogo chileno, Sebastián Piñera.
También el brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, tiene su foto de rigor. En su caso, apareció ante los medios de comunicación con un chandal con los colores de su país en el que se podía ver el símbolo olímpico, cuando salía del hospital recuperado de una crisis de hipertensión. En Asia, algunos dirigentes tampoco van a la zaga en el uniforme por excelencia. Es el caso del presidente chino, Wen Jiabao. El dirigente oriental cumple con algunos requisitos como el chandal moderno y de colores a la última, que no dudó en lucir mientras practicaba ejercicios gimnásticos junto a otros compatriotas en un parque público.
En Europa, el estilismo maneja conceptos diferentes. De hecho, cuando los políticos aparecen con chandal es porque están practicando deporte. En el caso de Barack Obama, su primera aparición pública en ropa deportiva fue al día siguiente de ganar las elecciones al salir a correr. Son muchas las ocasiones en las que los fotógrafos han podido retratar al expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, haciendo footing o andando en bici. También se recuerda al que fuera presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, por unas fotografías en las que aparecía corriendo con el premier británico David Cameron por el Forest Park de Seúl durante una cumbre del G20.