Vitoria. Qué ha fallado en el PP vasco. Cada vez son más los militantes que se hacen esta pregunta tras un adverso resultado electoral, pero lo peor para Antonio Basagoiti es que algunos han comenzado a responder a esta cuestión.

El presidente del PP vasco tomó los mandos del partido en Euskadi a mediados de 2008, con la cita de las urnas autonómicas a la vista. Y el primer examen alumbró la política Pop, otra forma de ver la defensa de los postulados de derechas que lideraban nombres propios como el propio Basagoiti y su estrecho equipo de colaboradores, con Iñaki Oyarzábal a la cabeza, y Arantza Quiroga y Borja Sémper, entre otros.

Bajaron los votos. Y los escaños. De 15 a 13. ¿Suspenso? Más bien todo lo contrario, porque la privilegiada posición de la bancada del PP les dejaba como únicos aliados posibles a los que Patxi López y el PSE podían asociarse si querían acabar con la hegemonía jeltzale en Ajuria Enea.

Los críticos, de fuera y dentro de la CAV, tragaron saliva y guardaron silencio ante una situación hasta entonces impensable. Por primera vez el PP tenía capacidad para incidir directamente en las decisiones del Gobierno Vasco en calidad de socio preferente.

Al menos, así se vendió el acuerdo entre la militancia conservadora que ahora, tras cinco meses desde la ruptura del pacto por el cambio y una semana después de conocer el veredicto electoral de la sociedad vasca, clama cambios. "Los socialistas nos engañaron permanentemente; primero hacían las cosas y luego consultaban", revelan fuentes del partido conocedoras de estos movimientos. En la misma línea, apuntan que el pacto con el PSE "estaba cogido con alfileres" por la necesidad de hacerlo deprisa y activar la insólita legislatura que ahora perece.

El presidente de los populares vascos niega que vaya a dar la "espantada" que sí protagonizó su antecesora. María San Gil gestionaba el partido en Euskadi con la misma mano de hierro que había observado en el exministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Siguió a pies juntillas una estrategia triunfante en la era Aznar pero caduca para la nueva etapa que se atisbaba en la política vasca. Así, sumidos en una posición aislada en el Parlamento Vasco y sin capacidad de negociar acuerdos, los populares decidieron imprimir un giro a sus directrices que venía avalado por la también regenerada cúpula de Génova.

El nuevo retroceso electoral ha sido definitivo para que las voces críticas latentes durante estos años recuperen la iniciativa ante la demanda de un giro en la receta popular. Se apoyan en cifras tan contundentes como que Jaime Mayor Oreja logró 320.000 votos frente a Ibarretxe en 2001, siendo la segunda fuerza vasca; o que San Gil mantuvo el listón, cuatro años más tarde, en 210.000. En sus segundas elecciones autonómicas, y sin ETA activa, Basagoiti ha cosechado 130.000 sufragios.

"Es un fracaso de la política Pop", destacan desde el partido conservador voces ligadas a un sector proclive a estrategias pretéritas que reclaman "referencias más claras" ante el electorado y enterrar las nuevas señas de identidad que nacieron en el teatro Victoria Eugenia de Donostia. En un atípico acto electoral, Basagoiti y los suyos compartieron protagonismo con el grupo Pignoise. Y el cartel musical se prolongó durante la campaña de 2009 con el arte Pitingo o de los ritmos ilicitanos de Miranda Warning teloneando los ejes programáticos de la formación conservadora.

Basagoiti ha anunciado que no se presentará a la reelección, aunque el férreo apoyo que desde Madrid le ofrece Mariano Rajoy -en sintonía con el que el propio presidente del Gobierno español recibió desde estas latitudes en sus momentos más delicados al frente de la formación- avalan su continuidad hasta el Congreso renovador de 2015.

Los críticos con su visión de la política no quieren esperar hasta entonces para culminar cambios y exigen que se active el trabajo de cocina lo antes posible. "Si lo que planteas no despierta interés, apaga y vámonos", enfatizan en clave pragmática.

Y de paso pretenden enterrar episodios acaecidos en la legislatura por el cambio como el brindis del dirigente guipuzcoano Ramón Gómez con el alcalde de Donostia y miembro de Bildu, Juan Karlos Izagirre, o frases con difícil encaje entre las filas populares como en la que el primer edil de Gasteiz, Javier Maroto, explicitó su disposición a "ir de potes" con mandos de Bildu. "Errores de planteamiento que no pueden volver a repetirse", según aseguran en clave interna miembros del PP.

Otras voces no se limitan a estas reflexiones en petit comité y han activado a través de la redes sociales o medios alineados en la derecha extrema sus diatribas. Es el caso de Santiago Abascal, exparlamentario vasco y actual presidentes de la Fundación Denaes (Defensa de la Nación Española), que desde Madrid considera que el actual PP de la CAV "se ha convertido en una fuerza impotente" en el Parlamento Vasco. "El torpe y acomplejado orgullo de proclamar en cada entrevista que dirigían un PP más cercano a la sociedad vasca nos ha llevado a ser abrumadoramente abandonados por los votantes vascos", asegura en un artículo publicado en el periódico La Gaceta que lleva por título Yo acuso.

Otro viejo conocido de la política vasca, Carlos Iturgaiz, también cargó contra Basagoiti y los suyos al conocer los resultados electorales instando a los dirigentes que le sucedieron en la defensa de los postulados del PP en Euskadi a devolver al partido a "primera división".

Ante este delicado escenario, la militancia popular aguarda al relevo de Basagoiti en el final de una carrera que ya ha comenzado.