SÍ, hombre; tú ya sabes que hay un refrán que dice que trabaja como chinos, vamos que trabajamos bastante".
Un tópico como comienzo. Nada nuevo. La mejor tarjeta de presentación posible para una historia increíble y el señuelo perfecto disuadir cualquier sospecha sobre las actividades ilícitas que, supuestamente, dirigía Gao Ping, enviado a prisión esta semana por Audiencia Nacional. Trabajar como chinos, ahorrar como chinos. Esa era la ecuación sin mácula. Ese era el mensaje público del Emperador. Su discurso para la superficie, para el gran público. Sin embargo, en el inframundo que gestionaba, donde también asoma la prostitución o la extorsión como parte del engranaje, del sistema que promovía, no se agarraba a los refranes sino al volante de una trama que convirtió en una lavadora gigante de dinero. El dinero negro hasta 1.200 millones de euros lo convertía en blanco mediante un entramado societario de hasta 20 empresas que giraban alrededor del carrusel de los Todo a cien, lo que popularmente se conoce como "El chino".
"Bueno, vivo como todo el mundo".
Al parecer no vivía como los demás. No al menos para la Policía, que lo vigilaba y lo encimaba con discreción antes de haber sido señalado como la cabeza de dragón de la mayor red de blanqueo de la mafia china desarticulada en España dada la ingente cantidad de dinero defraudada. A los investigadores que le seguían la pista no les cuadraba el emporio que dominaba Gao Ping desde su sociedad Gold City, su fastuoso tren de vida, con el escaso saldo que registraban sus cuentas. El foco de la UDYCO (Unidad de Drogas y Crimen Organizado) rastreaba su señal desde 2010, así como la Fiscalía Anticorrupción, que presentó una querella ese mismo año que el tribunal desestimó al entender que a la investigación le faltaba consistencia para enhebrar todo el entramado. En aquel escrito embrionario, además de Gao, aparecían los nombres de su mujer; Lizhen Yang y el de su asesor, Pedro Guzmán Herrero, el español más próximo a la cúpula delictiva. En el documento remitido al juzgado, también se subrayaba el nombre de Hai Bo, que supuestamente se dedicaba al cobro mediante la extorsión y trabajaba para Gao Ping. Todos ellos fueron detenidos después.
"La primera cosa que hace un chino cuando hace dinero ahorrando es comprarse una casa. Tengo un piso en Pozuelo. Los chinos tenemos costumbre de ahorro. Lo que nos sobra lo acumulamos. Tengo un coche normal".
Más bien un palacete o un gran chalé tirando por lo bajo en Somosaguas, Madrid. El coche que Gao decía normal era en realidad un parque automovilístico de lujo que descansaba junto a la mansión compuesto por un flamante Mercedes todo terreno negro, un Mini rojo y un Maseratti, un precioso deportivo italiano, que cubría con una lona negra en el garaje de la vivienda, su pisito. Al igual que el Maseratti, la oscuridad tapaba el negocio. Con una lona más amplia camuflaba su lavandería Gao Ping, que abrió varias vías para su laboratorio de alquimia, el que convertía el dinero negro en blanco.
Se vio obligado a ello porque con el Pitufeo, un batallón de infantería empleada como correo con sumas limitadas a 3.000 euros en cada envío a China para evitar a los aduaneros en los aeropuertos (un miembro de su organización fue descubierto con una suma de 380.000 euros en Barajas) y a la brigada de delitos económicos no le alcanzaba para sacar los millones de euros acumulados, atrapados en el embudo que delimita el dinero legal del fraudulento. Tampoco bastaba con los furgones cargados de dinero que la organización transportaba por carretera a destinos como Hungría, Portugal o Italia, país este donde se extendieron las ramificaciones de la trama para dar curso legal al dinero que se apilaba en ciudad de oro de Gao, que introducía cientos de contenedores con mercancía no declarada.
gigantesco fraude Eran tan mastodónticas las cantidades de dinero a las que se les debía dar curso legal que la organización ideó un método de lavado que incluía a ciudadanos y empresas españolas por un bien común: la mafia china blanqueaba su dinero y a su vez colaboraban a limpiar el dinero a sus socios españoles. Les entregaban el dinero en efectivo y sus sociedades, con cuentas en paraísos fiscales, transferían esas cantidades a bancos chinos a cambio de facturas falsas. Ahí sobresale la figura de Malka Mamman, también en prisión, que agilizaba los trámites y era el principal nexo entre unos y otros para lavar el dinero en paraísos fiscales mediante organizaciones que operaban en Europa.
Hasta el momento la Policía, guiada por el olfato exacto de perros, se ha incautado de seis millones de euros en metálico almacenados en distintos vericuetos de las naves propiedad de Gao Ping. Las imágenes de los miembros de la FSE acarreando carritos de la compra repletos de enormes tacos de billetes certifican el impacto de la operación. "Es de carácter extraordinario", apuntó Ignacio Ulloa, secretario de Estado de Seguridad durante la rueda de prensa ofrecida para dar detalles sobre el operativo policial.
"Mi empresa se dedica a la importación de bazares. Los clientes nos mandan sus pedidos y nosotros los distribuimos por toda España".
Los Todo a cien, los chinos, eran la tapadera ideal para el negocio paralelo que desarrollaba Gao Ping. Exportación e importación sin pasar por el filtro del fisco. Su entramado de empresas blanqueaba entre 200 y 300 millones de euros. Se calcula que la red limpió en total entre 800 y 1.200 millones de euros durante el tiempo que funcionó. La trama pivotaba entre China y España. La Unidad de Delitos Económicos colocó el microscopio sobre la organización después de que un ciudadano de origen chino denunciara el robo de un vehículo. El coche no tenía precio. O sí. Cinco millones de euros que era lo que transportaba. Así que la Policía pidió explicaciones a la víctima del robo. "El problema de tener tanto dinero en efectivo es que se debe certificar su origen, de lo contrario tienes un problema", dicen desde las Haciendas cuando radiografían el fraude fiscal. En el interrogatorio, la víctima del robo no supo qué decir sobre la procedencia del dinero, salvo que estaba destinado a abonar ciertas mercancías.
atando cabos El cubo Rubik, girado a varias manos desde varios flancos, estaba completando las caras. El Servicio Ejecutivo de Prevención del Blanqueo de Capitales (Seplac), subordinada al Ministerio de Economía, también miraba a China después de detectar grandes salidas de dinero en efectivo hacia el gigante asiático, el principal destino de la huida de capital para su lavado. El método de transporte era variado. Los hilos de las investigaciones en la Operación Cheqian, que también vigilaba el blanqueo de dinero, y la 'Operación Emperador' confluyeron en una macro redada contra la mafia china el pasado día 16 de octubre en el polígono Cobo Calleja de la localidad madrileña de Fuenlabrada. En Gold City. La guarida de Gao Ping.
"España es uno de los mejores países en los que mejor se vive del mundo. Un palacio para vivir".
Ahora, una cárcel, una celda de gruesos barrotes, aséptica y sin lujos acuna a Gao Ping y a sus principales cómplices en la trama, (el núcleo duro lo componían unas quince personas) en la que han sido detenidas más de 80 personas, en su mayoría ciudadanos chinos, aunque entre los implicados también se encontraban un concejal de Fuenlabrada así como un inspector de la Policía, un sargento de la Guardia Civil y un funcionario que facilitaban, supuestamente, la conducta delictiva de la mafia china. Del mismo modo, la organización actuaba como banco que prestaba dinero a intereses leoninos a ciudadanos chinos que residían de manera irregular en el Estado español o que no dominaban el idioma. Y las deudas se cobraban con violencia. En la actuación, la Policía también se incautó de mas de 200 vehículos. Además a más de medio centenar de entidades bancarias se le han solicitado datos sobre la red de blanqueo en la están señalados varios empresarios españoles.
ENTRE REJAS El anterior es el recorrido del testimonio (subrayado en negrita) de Gao Ping recogido hace meses en una entrevista realizada por el programa Equipo de investigación de Antena 3. Para entonces, el hombre que se decía empresario, el ciudadano emprendedor y ejemplar que charlaba distendidamente y con una sonrisa ante las cámaras sobre su obra y milagros, estaba siendo rastreado de cerca por la Policía, que lo había situado en el centro del altar de la Operación Emperador, el mayor golpe asestado en los últimos años a una red de blanqueo de capital en suelo español.
Se estima que los implicados en la trama, en la que fueron detenidas 80 personas, la mayoría de ellas ciudadanos chinos, con diferente rango jerárquico y cuyas declaraciones todavía se suceden en la Audiencia Nacional durante estos días, podrían haber lavado entre 800 y 1.200 millones de euros desde 2009, fecha en la que se sitúa, en principio, el inicio de la actividad delictiva. Detenido la pasada semana, Gao Ping ha sido enviado a prisión por el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu. El Emperador, está entre rejas. Sin palacio.
La red estaba formada, en su mayoría, por ciudadanos chinos. Foto: efe
Imagen de Gao Ping. Foto: Dna
La organización poseía un entramado de veinte empresas para ejercer sus actividades ilícitas
Supuestamente, en la cúpula se asentaban Goa, su esposa, y un asesor, Pedro Guzmán
Dinero en metálico incautado por la Policía en la redada contra la mafia china. Foto: EFE
Imagen de parte del operativo desplegado durante la pasada semana en Madrid. Foto: EFe