Vitoria. Lo que ocurre en el sótano de la iglesia de Desamparados es un fiel reflejo de lo mucho que está castigando la crisis a los alaveses. Al comedor social ya no llegan sólo indigentes, también hay usuarios a los que la mala situación económica les está obligando a recurrir a unos servicios por los que nunca hubieran imaginado que tendrían que pasar. Los empleados están desbordados, cada vez llega más gente. Desde que estalló la crisis, el número de comidas y cenas servidas cada día se ha multiplicado por cuatro.

La memoria elaborada por el Departamento de Asuntos Sociales da cuenta de ello. Si en el año 2008 los cocineros prepararon 63.042 menús para quitar el hambre de los comensales que están pasando por un apuro, en 2011 fueron 270.286 las bandejas servidas. Esto ha llevado también al Ayuntamiento de Vitoria ha multiplicar en la misma proporción el presupuesto que destina al mantenimiento del este servicio social, que ha pasado de los 430.311 euros a los 1.623.266 euros.

El comedor es uno de los principales ejes del llamado Programa de Prestaciones Sociales Municipales, pero no el único. También se facilita un carné de acreditación que proporciona el acceso a los autobuses urbanos y a las instalaciones deportivas municipales de forma gratuita. El bono-taxi, en el que también participa la Diputación, es otra clase de prestación no económica, y consiste en vales de utilización de este tipo de transporte para personas con discapacidad motórica.

Sin embargo, el de la alimentación es, sin duda, en el que más recursos económicos públicos emplea el Ayuntamiento de Vitoria y, posiblemente por eso, parece que el gabinete de Maroto ha decidido vigilar muy de cerca lo que ocurre en el interior del comedor. Para empezar, ha dado un giro de rumbo en la concesión de ayudas económicas destinados a la manutención. Convencido de que algunos usuarios se estaban aprovechando de las circunstancias, el pasado mes de mayo decidió sustituir por vales las prestaciones económicas que venían otorgando a jóvenes de entre 18 y 25 años que carecen de entorno familiar para que se pudieran pagar directamente la comida.

Por este concepto, el Consistorio abonaba en cada caso 658 euros al mes, una cantidad que se redujo desde el pasado mes de febrero un 7% en sintonía con la decisión del Gobierno Vasco de rebajar en ese mismo porcentaje las prestaciones de derecho subjetivo que venía otorgando. En lugar de esa ayuda económica, el Consistorio entrega ahora a estos jóvenes vales para el comedor de Desamparados.

También para combatir el fraude, a partir del próximo mes de septiembre modernizará el acceso a este servicio mediante un sistema informático. Así, quien vaya a utilizar el comedor deberá presentar la Tarjeta Municipal Ciudadana, en cuya memoria estará grabado el plazo de la duración de la prestación. Además, dado que dicha tarjeta incorpora una fotografía de su titular, complica que personas no autorizadas puedan hacer un uso irregular de este recurso municipal. Otra de las novedades que incorpora el sistema es una mejora de la facturación, de forma que el recibo que emite la entidad tendrá que coincidir con los datos que obtenga la aplicación del Ayuntamiento. Según explicaron recientemente desde el Gobierno municipal, hasta ahora el sistema de control existente hacía que el Ayuntamiento gasteiztara tuviera que aceptar las facturas de la entidad que presta el servicio con un control precario.

Otros comedores Aunque sí es el más importante, el de Desamparados no es el único comedor social de la ciudad. Otro de los locales encargados de atender a los más necesitados, no sólo en materia de alimentación, es el ubicado en el número 2 de la calle Las Escuelas y dependiente de la iglesia de Santa María. José Ángel López de Lacalle, su párroco, encabeza a un grupo de voluntarios que proporciona ayuda en forma de comida o atención psicológica desde hace casi 20 años a un importante número de personas que, de un tiempo a esta parte, no ha dejado de crecer. El comedor social de Santa María ofrece todos los lunes entre 60 y 70 comidas informales. Por otra parte, los martes reparten vales para el comedor de Desamparados, entre 45 y 40, y dan de 450 bolsas de comida todos los meses.

Además, las Hijas de la Caridad reparten una media de 130 bocadillos diarios de lunes a viernes, por la tardes.