Se espera un fin de semana de máxima tensión en Egipto después de que el Tribunal Constitucional mandara disolver el parlamento y pusiera patas arriba la política nacional. La segunda vuelta de las elecciones se presenta en el peor escenario posible para aquellos que reivindicaron la revolución y el inicio de la transición democrática. Los militares vuelven a tener el poder legislativo después de seis meses en el que la cámara baja se ha mostrado errática a causa de las luchas de poder. El juez Farouk Sultan declaró inconstitucionales los 161 asientos que fueron elegidos mediante un sistema de listas irregulares. Como una pieza más en el dominó, la asamblea constituyente, elegida esta semana por el parlamento, ha quedado también anulada. Pero la pieza clave en el tablero judicial ha sido la Ley de Aislamiento a las figuras del antiguo régimen.
El tribunal resolvió que la ley aprobada por el parlamento y la Junta Militar era anticonstitucional y da dado legitimidad judicial a la candidatura del expremier de Mubarak Ahmed Shafik. "Golpe de estado blanco" es la palabra que más se escucha en las calles de El Cairo después de conocer las sentencias. Aunque los fallos no han sido una sorpresa, los egipcios observan con confusión lo acontecido en los últimos días. "Las elecciones presidenciales debían de ser el último paso en la transición democrática, después de tener un parlamento y una constitución. Ahora, se ha convertido en un mero formalismo para abrir el camino a Shafik", criticaba Saher Ragb, una periodista que no se fía del candidato laico. Los egipcios tienen la sensación de que han vuelto a la casilla de inicio, pero más desunidos que nunca. Muchos argumentan que la traición ha sido doble y acusan fuertemente a los Hermanos Musulmanes. El movimiento islamista, aunque dice estar al lado de la revolución, no se ha retirado de las elecciones y ha mantenido una postura tibia después haber perdido el control de su único bastión, el parlamento. Mientras el discurso oficial, encabezado por el candidato Mohamed Morsi, ha pedido "respeto" para la sentencia, un comunicado oficial del grupo ha criticado que los avances de los últimos meses han sido "volcados y eliminados".
Shafik, por otro lado, se ha mostrado victorioso y después que definir el fallo como "histórico" se enfrenta a una segunda vuelta con el fantasma de posibles irregularidades para conseguir la presidencia de Egipto. La sociedad civil no confía ni en el ex primer ministro de Mubarak ni en Mohamed Morsi. El miedo a un estado islámico se enfrenta al temor a una restauración del antiguo régimen. Mohamed el-Baradei, premio novel de la paz y referencia política para muchos egipcios dijo que la situación actual es una "farsa".