vitoria. "Al socialismo alavés le hace falta un proceso de cambio muy importante para recuperar el crédito y la credibilidad". El Congreso Federal que elegirá la próxima semana al nuevo secretario general del PSOE ha hecho aflorar en Álava a un grupo de militancia alternativo al oficial materializado en una lista que el pasado fin de semana dio, con el 35% del respaldo del congreso alavés, un billete a Juan Carlos Alonso para Sevilla. Cuatro ejes fundamentales sustentan su propuesta de cambio: primarias para elegir a los secretarios generales, listas abiertas, procesos congresuales más amplios y participativos y transparencia en lo relativo a declaraciones de bienes de cargos públicos y régimen de incompatibilidades.

Les hemos llamado críticos, sector alternativo, renovadores, grupo por el cambio... ¿Qué hay detrás de la lista que usted encabezó en el Congreso del pasado fin de semana?

Pues militantes socialistas que quieren cambio, hacia dentro y hacia fuera. Hacia dentro, porque quieren que aumente la participación de la militancia en las decisiones del partido; no creen en las estructuras donde manda uno y mil obedecen, sino en liderazgos compartidos. Y hacia fuera, porque el electorado en Álava nos ha dado la espalda. Pasamos de ser el primer partido a ser el cuarto. Y toda esta gente que está detrás de este proceso de cambio lo que nos está diciendo es que quiere recuperar el crédito y la credibilidad de la sociedad alavesa. Gráficamente, lo que piensan es que haciendo un mejor PSE de Álava, haremos un partido más fuerte en Euskadi y un PSOE mejor.

¿En qué momento surge esta iniciativa y cómo?

Después de la derrota de las municipales, estrepitosa en la que perdimos el 39% de la cuota electoral, y después de la derrota en las generales, hay muchos militantes socialistas que creen que el diagnóstico que se ha hecho no es el correcto. Fiar a la crisis económica y a la gestión de la crisis de Zapatero lo que ha sucedido en Álava es hacer un análisis demasiado complaciente. Y pensamos que para recuperar los cerca de 15.000 vitorianos que se quedaron en casa en las últimas municipales hace falta un proceso de reflexión mucho más autocrítico. Mirar cuáles son los factores endogámicos que provocaron esa pérdida de complicidad entre la sociedad y el Partido Socialista. Y lo que queremos es responder a esa necesidad de recuperar credibilidad con cambio en el rumbo, en las coordenadas y en los liderazgos, pero cambio profundo.

¿A qué factores se refiere?

Digamos que los partidos tradicionalmente responden a las crisis siempre atrincherándose y bunkerizánse. Y nosotros hacemos un diagnóstico contrario. Creemos que lo que ha penalizado la sociedad es esa cerrazón, que los debates se hagan hacia dentro, que nos hayamos distanciado de nuestro electorado. Lo decía Rubalcaba el otro día, vive como pienses porque, si no, acabarás pensando como vives. Nosotros, además de defender valores de izquierda, debemos parecer lo que somos. Todo lo que estamos patrocinando son cambios en la transparencia, por ejemplo la declaración de bienes, que los secretarios generales se elijan por un proceso de primarias...

Sus cuatro principales enmiendas se aprobaron en el Congreso provincial pese a que su lista contó con el 35% de los votos, ¿cabe pensar que esas propuestas tienen en el partido más predicamento de lo que reflejó la elección de delegados para Sevilla?

El proceso de debate de enmiendas en Álava no ha sido al uso, no ha sido un proceso en el que ha habido una gran discusión ideológica y unas se han aceptado y otras no. La decisión de la Ejecutiva, en este caso del secretario general, y del Congreso fue dar paso a la mayoría de iniciativas y lo que se ha hecho ha sido canalizarlas directamente a Sevilla. Digamos que el 90% de las propuestas que se han trabajado en Álava, tanto desde el sector oficial como del renovador, han pasado.

La aparición de esta alternativa se ha planteado en algunas declaraciones como una lucha de poder...

No, lo que se ha planteado en concreto es que esto es una pelea entre Javier Rojo y Txarli Prieto, es lo que ha dicho el secretario general, lisa y llanamente. A ese respecto, yo lo que quiero decir es que en nuestras listas hay gente que defiende el voto a Rubalcaba, a Chacón, a la necesidad de una tercera vía... Pero sobre todo coincidimos en el modo en que hemos construido nuestra alternativa, predicando con el ejemplo, haciendo listas abiertas entre nuestra gente y hemos hecho unas primarias entre toda la gente que quiere para definir nuestros liderazgo.

¿Pero está o no Javier Rojo, por ejemplo y tal y como se ha dicho, detrás de este movimiento?

Los mayores de nuestro partido no están en este momento en disposición de liderar el partido y el cambio. Quien ha protagonizado el pasado, como Javier Rojo, Ramón Jáuregui o Luis Alberto Aguiriano, quedarán en una segunda línea, como los mayores en una familia, para dar consejo cuando se les solicite. Pero el liderazgo tiene que estar en una generación mucho más joven que es la que reclama cambio y que está entre los 30 y los 50 años.

Se lo pregunto de una manera más cruda: ¿consideran que el problema del PSE-EE de Álava está en el liderazgo de Txarli Prieto?

Digamos que, más que de personas, estamos hablando de modelos. Nosotros nos reclamamos socialdemócratas y pensamos que el mundo no se puede definir en blanco y negro y que las respuestas del socialismo del siglo XXI no están en el himno de La Internacional, que hoy un obrero es un estudiante que tiene dos licenciaturas, un máster y cobra 950 euros. Lo que queremos, y lo que nos diferencia también de la oficialidad, es el anhelo de que el tempo del cambio sea más rápido. Porque pensamos que en esta redefinición del espacio político en Álava, en Euskadi, en España, si no somos rápidos en ofrecer esta imagen de renovación, podemos pasar a la irrelevancia. Y la inquietud de estas nuevas generaciones es que en este año de cambio en el Partido Socialista es el momento, que no podemos esperar. Lo que está en cuestión no es una persona, sino el personalismo. No es un nombre y apellido, sino el modelo de organización del partido.

Txarli Prieto reivindicaba esta semana para sí la bandera de la autocrítica y el discurso de renovación de la izquierda.

No estoy en política para hacer comentarios de texto. El día a día y la reflexión interna en el seno del partido, en un trabajo que llevamos desarrollando en torno a tres o cuatro meses, apunta que hay una voluntad de cambio en Álava. Y por tanto, pensamos que la mayoría de la militancia alavesa está en ese proceso de cambio, de regeneración. Si hemos llegado a la conclusión de que el diagnóstico no es el correcto, de que las coordenadas y el rumbo han de modificarse, obviamente en el Congreso provincial será el momento en que se tenga que plantear si eso pasa o no por cambios de liderazgo.

¿Conocía con anterioridad la Ejecutiva vasca del partido el paso que ustedes iban a dar?

Vivimos en la época de las nuevas tecnologías y aquí no tiene secretos ni el FBI. Por supuesto que las intenciones de los militantes son perfectamente conocidas, en un proceso además que requiere de convocatorias y de trabajo, por los propios militantes implicados, por el sector oficial alavés como no puede ser de otro modo, y por la Ejecutiva de Euskadi. Están perfectamente informados, no sólo por los medios de comunicación. No hay conspiraciones secretas. Aspiramos a ganar Álava para el cambio y no podemos hacerlo en secreto.

¿Han recibido respaldo oficial u oficioso de la Ejecutiva del PSE?

Aprendí de un amigo un consejo: no le pidas a alguien algo que no te puede dar y lo de Dios no ayuda a quien no se ayuda a sí mismo. Yo creo que Euskadi está en otro afán y el lehendakari no está dedicado a gestionar la vida del socialismo alavés, tiene que estar centrado en gestionar la vida de dos millones de vascos y vascas y es en lo que está. Si hay agua o no en la piscina y si ésta es cristalina o no será una cuestión que tengan que decidir los socialistas alaveses.

Manifiestan su intención de que esta propuesta de cambio haga el recorrido interno hasta el congreso ordinario alavés, previsto para dentro de año y medio más o menos, ¿está dispuesto a presentar su candidatura a secretario general del PSE alavés?

Es importante, y no es por dar una evasiva, que éste es un proceso compartido, donde las listas se han elaborado de forma conjunta. Mi voluntad a futuro es que haya varias candidaturas a secretario general. Cuando toque, definiremos quiénes son y serán liderazgos de futuro y nunca en clave de pasado, de históricos o de gente que esté por encima de los 55 años. No podemos abanderar un proceso de cambio con un sexagenario de líder, cualquiera que éste sea. El déficit al que se ha enfrentado el partido en la última década ha sido la inexistencia de alternativas, la existencia de una única candidatura. Yo creo que esto, en este momento, debilita al partido. El debate enriquece. Se reclama pluralidad a los partidos y cuando hay pluralidad se les declara en crisis.

¿Está roto el PSE alavés?

En Vitoria hay una crisis en el sentido de cambio. Lo que hay es pluralidad, debate y confrontación de ideas. No está roto, hay partido para mucho tiempo. El debate y la transparencia nos hacen más fuertes.

¿Mantienen el contacto con el sector oficial?

Como no podía ser de otra manera, somos una familia. Primero, no se habla mal de una familia; segundo, a las horas de comida se comparte mesa y mantel. No tenemos que recuperar la interlocución, sabemos quiénes somos y dónde estamos.

En esa reflexión que han abordado, y más allá de la influencia de la crisis en los malos resultados electorales, ¿se ha analizado el impacto de la gestión en el Gobierno Vasco?

Si algo ha mantenido nuestra posición ha sido la gestión, el valor añadido de estar el socialismo en el Gobierno Vasco. Euskadi respira de otra manera desde que Patxi López es lehendakari, en el sentido de que antes estábamos en permanente crispación y enfrentamiento y eso se ha sustituido por un Gobierno de gestión. Los factores que se juzgaron en las elecciones generales tienen un contenido mucho más de crítica de la gestión de Zapatero; pero el contenido de las elecciones municipales tiene factores internos y endogámicos, no sólo de crisis, sino de cómo la gestionamos en el Ayuntamiento y la Diputación o cómo se han gestionado los resultados electorales de las últimas contiendas.

Su discurso, o sus críticas, parecen muy enfocadas hacia la renovación interna, pero parece que lo que se le ha reprochado al PSOE es su respuesta a la crisis económica. ¿Han hecho algún análisis al respecto?

Hemos llevado al Congreso un documento programático en torno a la socialdemocracia que refleja elementos como combatir la desigualdad generacional. Nos parece gravísimo que los jóvenes estén en el mercado laboral relegados a un nivel subsidiario. Hablamos de más y mejor democracia, de reconstruir la convivencia en Euskadi, de una España plural en una Europa más fuerte, de un modelo que apueste por mejorar las condiciones de vida de los que menos tienen... Este documento programático, elaborado por más de treinta manos dentro del Partido Socialista, es nuestra declaración de intenciones y refleja una sensibilidad que viene más de los postulados de la socialdemocracia que de otro tipo de estratos socialistas.

En unos días se va a Sevilla pero su apuesta va más allá. ¿Cuál es su agenda tras del Congreso Federal?

En Sevilla, si se operan cambios, ganará la democratización de los procesos internos del PSOE. Después toca defender con determinación y pasión lo que uno cree. Si en Álava la gente que va conociendo las propuestas y cree que los cambios exigen efectivamente nuevos rumbos y coordenadas, pues liderar el futuro. Y si la gente no comparte esas ideas, seguir trabajando codo con codo con los compañeros. Después de cada congreso, de cada gran debate, sigue habiendo que gestionar la crisis, que plantear propuestas en el Ayuntamiento, que recuperar la inversión de cooperación que se ha cargado la derecha...

¿Qué hay de los rumores que le sitúan pronto como portavoz del grupo municipal?

Es una absoluta especulación. He sido el portavoz del gobierno y ahora soy un concejal de mi pueblo. Ése seguirá siendo mi papel, cualquier otra responsabilidad que se me encomiende será fruto de un proceso compartido, a este respecto por la Ejecutiva de mi partido y el grupo municipal. Para defender mis ideas no necesito un trampolín, sino tiempo para establecer complicidades y compartir mis ideas.