bilbao. El colectivo de presos de ETA no termina de encajar las deserciones ni las declaraciones de ruptura con el pasado que puedan reforzar la imagen de derrota que transmitió la organización al decretar su cese definitivo el 20 de octubre. Los reclusos de la línea oficialista, agrupados en torno al EPPK, tienden su mano a la liberación de los reos gravemente enfermos o sometidos a la doctrina Parot. Más allá, siguen aferrándose a la retórica de que cualquier beneficio debe aplicarse sobre todo el colectivo, no de manera individual, y bajo ningún concepto mediante la petición de perdón que exige el Ministerio del Interior para dejar la cárcel teniendo cumplidas las tres cuartas partes de la pena.

Según se extrae del boletín de octubre de Ekia -el mes en que llegó el comunicado de cese-, la publicación interna dirigida a los presos de ETA a la que ha podido acceder DNA, el EPPK considera "muy grave" aceptar redenciones en esas condiciones, y acusa a los críticos de "meter mierda" en el colectivo. Por ello, propone aislarlos y privarlos de todo respaldo político.

En concreto, atribuye las críticas a la labor realizada por un "grupo especial de seguimiento" creado por Instituciones Penitenciarias, que habría logrado arrancar "algunos pequeños logros" tras entrevistarse con presos. El EPPK minimiza las deserciones, desecha la autocrítica y exige no entrar en los acuerdos del "enemigo" pero, al mismo tiempo, se muestra preocupado por la existencia de un grupo paralelo y busca estrangular su labor. El sector no achaca las disensiones a la reflexión de los críticos sino a la presión estatal, y llama a apretar las filas y a expresarse a través de sus portavocías para presentarse como un colectivo político y cohesionado. Una actitud que contradice su apuesta por un nuevo modelo "abierto y fresco" en el EPPK postulado en el mismo boletín, como adelantó ayer este medio.

"Las decisiones individuales afectan a todo el colectivo y, además del daño político, lo único que se consigue es alimentar la estrategia del enemigo para pisotear aún más al resto de compañeros [...]. Nuestro criterio es que no hay que reunirse con los funcionarios [...]. No podemos dar carrete a esas entrevistas. Se corta y punto", avisan, para reconocer que las "salidas personales" crean "grietas en la cohesión del EPPK".

los nombres El tira y afloja entre el sector oficialista y los penados agrupados en el colectivo Presos Comprometidos con el Irreversible Proceso de Paz ha terminado con la expulsión de buena parte de los críticos eliminando sus nombres de las listas de reclusos de Etxerat, si bien algunas marchas fueron voluntarias. Esos presos, entre los que se cuentan históricos como Carmen Gisasola, Joseba Urrosolo Sistiaga o Kepa Pikabea, han censurado la lucha armada y han apostado por abordar "sin dilación" el reconocimiento y la reparación de las víctimas, tocando así la fibra sensible de un colectivo que rechaza pagar los daños y que encuadra dentro del "chantaje" de los Estados la aplicación de los beneficios penitenciarios al margen de las situaciones que califica como "extremas" -como la de los enfermos-. Gisasola y Pikabea, entre otros, han podido disfrutar de permisos.

La petición de perdón de Valentín Lasarte durante un juicio en la Audiencia Nacional, donde llegó a pedir a ETA que se disolviera, levantó ampollas en el colectivo oficialista. El exmilitante de la organización, además, aceptó el trabajo en prisión. También fue eliminado de la lista de presos, y pasó a ser trasladado a la cárcel de Nanclares donde, junto a los penales de Zuera (Zaragoza) y Villabona (Asturias), Interior ha agrupado desde 2008 a los reos disidentes. Sin embargo, el boletín Ekia, bajo el epígrafe "Posición necesaria a mantener en la cárcel", estipula que no debe negarse la militancia en ETA y que no debe pedirse perdón ni pagar los daños ocasionados a las víctimas. El EPPK, que ya boicoteó la presencia de los presos críticos en el acto de adhesión al Acuerdo de Gernika, llega a apelar directamente al grupo, al que menosprecia y se refiere como "grupito", para asegurar que presionó a los firmantes del Acuerdo de Gernika.

"Como colectivo, no tenemos ninguna intención de entrar en agrias polémicas con este grupito. Pero no estamos dispuestos a dejar que metan mierda ni en el colectivo ni entre sus miembros. Algunos han salido con permisos especiales. Junto con la izquierda abertzale, habrá que poner los medios para que estos excompañeros no tengan ningún apoyo político", recalcan. Además, el sector oficial de los presos de ETA reclama participar en el proceso de pacificación. "Su palabra tiene que estar presente en los principales centros de debate y decisión vascos", señalan en el boletín interno y a renglón seguido reivindican un estatus político para todos y cada uno de ellos porque defienden "el carácter político de los presos para cultivar relaciones, debatir y tomar decisiones".

Con el objetivo de facilitar la participación de los reclusos en el debate público, el colectivo que aglutina a la mayor parte del conjunto de los presos del MLNV reclama a la izquierda abertzale que ofrezca "intermediarios" que permitan su desempeño y al mismo tiempo subraya que no se pueden tomar medidas sobre ellos sin haber sido previamente consultados. >dna

Concentración por los presos críticos, con imágenes de Urrosolo, Pikabea, Gisasola y 'Txelis'. Foto: javi colmenero