TRÍPOLI. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, puso ayer en Libia el broche final a una gira de apoyo a las revoluciones árabes con un baño de masas y presentándose como un gran líder musulmán asegurando que "el tiempo de los regímenes dictatoriales ha terminado". Erdogan pronunció estas palabras ante unas dos mil personas en la antigua plaza Verde de Trípoli, lugar insignia del coronel Muamar el Gadafi, y que los rebeldes han rebautizado con el nombre de la plaza de los Mártires. Tras participar en el preceptivo rezo del mediodía del viernes junto al presidente del Consejo Nacional Transitorio, Mustafa Abdulyalil, y el jefe del Gobierno, Mahmud Yibril, Erdogan dirigió un discurso a los libios que se encontraban en la plaza, que lo interrumpieron en varias ocasiones con gritos de apoyo a Turquía, a Libia y al pueblo sirio.

"Quien envía tanques contra su pueblo no puede gobernar ese pueblo", dijo posteriormente a los periodistas Erdogan refiriéndose al máximo dignatario de Damasco, Bachar al Asad, sobre quien aseguró que "tendrá que rendir cuentas" por sus actos. Erdogan, que mostró su apoyo al CNT, a Abdulyalil y a los "revolucionarios", no sólo buscó la empatía de los libios a través de su ataque a las dictaduras y la defensa de los principios democráticos, sino también a través de la religión que ambos países comparten: el islam. Sobre éstos dos ejes, islam y democracia, Turquía parece querer levantar una base sobre la que forjar una nueva relación con los países árabes, y especialmente Egipto, Túnez y Libia, donde los viejos dictadores han caído. "La hermandad árabo-turca está resurgiendo sobre la base de la democracia, el desarrollo económico y la libertad", dijo el jefe de la campaña electoral de Erdogan.

Olcok reconoció que "definitivamente la postura de Erdogan está favoreciendo a su popularidad", pero insistió que su gira era "en nombre de la libertad, la democracia y los derechos humanos". Erdogan instó a los libios a que no permitieran que se salieran con la suya "quienes quieren controlar las riquezas libias", en lo que parecía otra referencia velada a la visita de Sarkozy y Cameron.

ofensiva rebelde Mientras las tropas rebeldes lanzaron ayer lo que parecen sendas ofensivas coordinadas en Sirte y Bani Walid, dos de las cuatro ciudades que aún permanecen bajo el poder de Gadafi. Parecía que esta vez era la definitiva, que el ataque por tres flancos en ambos municipios daría sus frutos. Tanto Sirte, ciudad natal de Gadafi cercana a los mayores campos de petróleo del país, como Bani Walid, a solo 170 kilómetros de Trípoli, son enclaves decisivos para la resolución de la guerra. Un militar dijo a que tenía órdenes de entrar en lo que parecía una inminente la conquista de los dos bastiones. Pero los gadafistas repelieron una vez más los ataques.