Vitoria. Tras las elecciones de mayo, PNV, PSE, Bildu y PP representan en las instituciones a las cuatro principales corrientes ideológicas del país. Hoy, por primera vez, estos partidos confrontarán sus diferentes visiones de Euskadi con la mirada puesta en el futuro inmediato, y con el lehendakari como maestro de ceremonias.
La reunión con los diputados generales que Patxi López prometió el año pasado para consensuar una nueva fiscalidad para Euskadi, adaptada a los tiempos de crisis, se ha convertido merced a los resultados electorales en un primer test de la capacidad de consenso de los partidos vascos en un momento de equilibrio de fuerzas inédito en una comunidad en la que los grandes acuerdos han dependido históricamente del PNV y del PSE. Quienes están ahora en Ajuria Enea son los socialistas, y desde esa atalaya pretende López enjugar la debacle electoral de su formación erigiéndose en eje de la política vasca. Aunque el reto se ha planteado desde un punto de vista económico, y no estrictamente político -los partidos vascos aún no están preparados para eso- no será sencillo cerrar un acuerdo sobre fiscalidad entre formaciones que, con sus múltiples matices, representan a la izquierda y la derecha nacionalista vasca y a la izquierda y la derecha españolas.
El reto es complicado, y aunque según explicó ayer la portavoz del Gobierno, Idoia Mendia, el lehendakari se presentará a las diez de la mañana en Lehendakaritza "con optimismo y cierta ilusión", los mismos socialistas son muy prudentes con respecto a los resultados de un encuentro en el que seguramente termine pesando más lo simbólico que lo práctico.
López recibirá hoy a José Luis Bilbao, a Martin Garitano y a Javier de Andrés, por separado y en ese orden, se fotografiará con ellos, les entregará un esbozo de su propuesta fiscal y social, y hará balance de las reuniones ante los medios haciendo las veces de cabeza del pelotón ante la crisis y el desempleo, aprovechando que dos de sus interlocutores son nuevos en tareas de Gobierno y que el único perro viejo del cuarteto, Bilbao, se ha quedado solo ante Bildu, PP y PSE. Es su oportunidad para escenificar ese liderazgo que la oposición le reclama desde hace dos años en el Parlamento y en los medios.
La vieja dicotomía Hasta ahí lo simbólico. La dimensión práctica del movimiento del lehendakari se empezará a cocinar a partir de la segunda reunión, ya con técnicos y sin políticos, con contrapropuestas sobre la mesa y sin cámaras de por medio, y con un problema fundamental que resolver. Los cuatro partidos deben alcanzar un punto medio entre la concepción de la fiscalidad de la izquierda y la derecha, de la vieja dicotomía entre empresarios y trabajadores, y ahí habrán de entenderse los negociadores. Por ejemplo: PNV y PP rechazan medidas como la recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio, pero PSE y Bildu quieren volver a cobrarlo.
Por eso aseguraba ayer Mendia; primero, que "la propuesta de una nueva fiscalidad no es exactamente una subida de impuestos", y segundo, que para alcanzar un acuerdo mínimo entre las cuatro instituciones se empezará hablando del fraude fiscal.
"Ahí estamos todos de acuerdo", señaló la portavoz, que ve en el ciclo que empieza hoy "una oportunidad" para que los territorios históricos y el Ejecutivo remen en una misma dirección para suavizar los efectos de la crisis sobre los ciudadanos, pero a la vez advertía: "El diagnóstico es muy similar en algunas cuestiones, pero sería muy prematuro decir que se va salir con un principio de acuerdo".