Madrid. La cúpula dirigente del PP nacional asiste ya con enfado e indignación a las batallas entre campsistas y zaplanistas, y es cada más extendida la preocupación por la situación, en general, de los populares valencianos, afirman fuentes de la calle Génova, sede del partido en Madrid.
"Esto nos va a traer muchos dolores de cabeza", dice un dirigente tras conocer la marcha del PP de Gema Amor, expresidenta de los populares de Benidorm, mano derecha del jefe en Alicante, José Joaquín Ripoll, y, en consecuencia, una relevante exponente del zaplanismo. Ese dirigente, y no es el único, está molesto, no ya por el nivel de crispación entre los bandos, sino por la evolución que puedan seguir los acontecimientos en una provincia en la que el sector afín a Eduardo Zaplana viene denunciado desde hace años los "tejemanejes" de la dirección regional. En diciembre de 2008, nada más ganar Ripoll la Presidencia del PP de Alicante, fuentes del sector zaplanista alertaron a Efe de las maniobras que intentaron llevar a cabo los "acólitos" del presidente de la Generalitat para cortar su reelección en la jefatura provincial.
Avisaron de que la tesitura corría "serio riesgo" de agravarse e indicaron que Génova había sido informada. Tal y como recalcaron en su momento fuentes de la cúpula nacional del PP, diversos dirigentes, especialmente María Dolores De Cospedal y Ana Mato, han intentado conciliar los ánimos, y aunque a la larga no han conseguido el objetivo por el que se esforzaron sí pudieron enfriar la temperatura del enfrentamiento un tiempo. La irrupción del caso Gürtel lo complicó todo, pues Camps quedaba en el punto de mira de una investigación que amenazaba con descoser su dirección, y eso lo aprovechó Ripoll para lanzar diversas críticas y cuestionar el mando del presidente de la Comunitat. Según han revelado fuentes del PP, con Ripoll habló con frecuencia la dirección nacional para pedirle que no se desmarcara de la dirección; pero, al mismo tiempo, le tanteaban para perfilar una estrategia en el supuesto de que Camps quedara fuera de combate. El presidente de la Diputación de Alicante almorzó en octubre de 2009 con sus homólogos valenciano, Alfonso Rus, y castellonense, Carlos Fabra.
Unas fuentes señalan que se reunieron para pacificar el fuego cruzado; otras indican que comieron juntos para diseñar un plan de salida de Camps. No obstante, en verano del año pasado, con motivo del caso Brugal, en el que Ripoll aparece implicado, la dirección del PP valenciano consiguió, a efectos internos, neutralizar al alicantino. Ello no ha impedido que las disensiones estallaran cuando hubo que redactar las listas electorales para el 22-M. Un cargo del PP de la Comunitat cuenta que si hubo un motivo que ralentizó la aprobación de esas listas en Madrid no fue la inclusión de Ricardo Costa o de Vicente Fabra, sino la batalla que libraban campsistas y zaplanistas por hacerse con los puestos primordiales de las candidaturas alicantinas. Camps y su equipo ganaron la partida. La victoria de la dirección autonómica del partido molestó a Génova, aunque al final dio el visto bueno a esas listas.
El PP, en gran parte, estaba interesado en que el zaplanismo tuviera una nutrida representación para que funcionara como contrapeso al poder cada vez mayor de la dirección regional. La renuncia de Amor llegó a Génova con rabia, Mato dijo que la decisión "no le honraba", y con preocupación, ya que para los dirigentes que conocen bien los entresijos del PP valenciano dicha noticia supuso la constatación de que campsistas y zaplanistas son irreconciliables.