vitoria. La falta de lluvias junto a las temperaturas suaves han hecho mostrar la cara más amable de la estación más cruda del año por antonomasia en el territorio. Tanto es así que la agencia vasca de meteorología Euskalmet, califica de "muy seco" el invierno que llevamos. Las precipitaciones registradas hasta el momento representan el 40-50% del promedio del período normal (1971-2000). Las lluvias son más escasas incluso que en los extremos de esta serie, de 1991 y 2000, cuando la estación de Foronda contabilizó 93,7 mm y 2000, respectivamente. Únicamente el invierno de 1998 batió la sequía actual, con una precipitación total 80,6 de Arkaute o los 45,4 de Páganos.

Este adelanto de la primavera también tienen su lado oscuro, ya que la prolongación de las horas de luz altera el ritmo de los ecosistemas. Las personas tampoco son inmunes a este ambiente seco y, para muestra, el repunte de la contaminación que se registró la semana pasada y que amenaza con agravar los problemas respiratorios.

De hecho, la sociedad española de epidemiología insta a las administraciones a implantar y potenciar medidas destinadas a mejorar la calidad del aire que se respira en las ciudades, en vez de centrarse en controlar los picos de polución. Una de ellas sería la de racionalizar el uso de la calefacción porque, pese a que no hace tanto frío, los hogares no bajan la temperatura. "La exposición crónica a niveles bajos tiene también efectos en los sistemas respiratorio y cardiovascular, que supera en magnitud a los efectos agudos", advierte su presidente, Fernando G. Benavides.

El incremento en los niveles de partículas en suspensión afecta el desarrollo de la función pulmonar, agrava el asma, causa bronquitis en niños y aumenta el riesgo de ingresos por causas cardiovasculares, añade Benavides, quien también afirma que existen también grupos de población más vulnerables a la contaminación atmosférica, como niños, mujeres embarazadas y personas con problemas respiratorios crónicos.

Riesgo de mortandad Los animales no escapan a los efectos del adelantamiento de la primavera. En concreto, las aves son las más afectadas, al regir su ciclo vital de acuerdo a las horas de luz y temperaturas del ambiente. En este sentido, el técnico del Centro de Estudios Ambientales (CEA), Gorka Belamendia afirma que un fenómeno indirecto de este tiempo anticiclónico es la anticipación de las rutas migratorias.

Uno de los riesgos del adelantamiento de la llegada de ciertos pájaros podría llegar a provocar una mortandad masiva. "Las golondrinas suelen venir en marzo, pero si les sorprende una caída en picado de las temperaturas puede que mueran en masa, como hace dos años. Apenas tienen distancia de vuelo para irse a otro lugar rápido", detalla el experto. Estas aves morirían de hambre, puesto que si baja la presión hay menos insectos voladores, su sustento principal. En caso de que el fenómeno meteorológico adverso venga en forma de lluvia, algo típico en primavera, "es fácil que las puestas de las aves se pierdan".

El invierno seco afecta también al censo de aves. Belamendia apunta a que hay muy poquitas garzas reales, aunque no es el primer año que bajan en número. "Hay menos invernantes mediterráneos en Álava porque los inviernos ya no son tan duros y se van al norte de los Pirineos". El técnico del CEA ilustra este caso con cuatro puntos de Francia que concentran 14.000 ejemplares de palomas. "Desde que en esos lugares han apostado por el cultivo de maíz, van ahí porque les es más fácil alimentarse con el grano".

Este tiempo anticiclónico también ha creado un efecto positivo en las aves avistadas en Salburua. "Por primer año, invernan dos rarezas: el ánsar piquicorto y 14 ejemplares de barnacla cariblanca. Han encontrado aquí un lugar tranquilo cuando huían de la ola de frío de sus zonas de origen: Groenlandia e Islandia".

Además de las rutas migratorias, el ciclo reproductor de las aves también ha cambiado con esta climatología, dado que la primavera la sangre altera. Las suaves temperaturas y el aumento de las horas de luz han provocado que varias de las especies estén ya en celo y otras, como los anfibios, que no puedan reproducirse por la falta de agua en las charcas.

De esta manera, dentro de los grandes perjudicados por este invierno seco está la rana ágil. Una especie catalogada como vulnerable y que ahora no puede dar rienda suelta a su época de celo, ya que necesita de días sin viento y húmedos, con charcas con volumen de agua suficiente para la puesta de huevos.

A diferencia de este tipo de anfibio, el buitre empezó a incubar desde finales de enero. "El buen tiempo les ha favorecido porque necesitan buenas corrientes térmicas a la hora de planear", agrega Belamendia, quien añade que otro de los que ya ha iniciado los vuelos de celo es el halcón peregrino.

Cabe destacar que el CEA no considera preocupante el volumen de agua que existe a día de hoy en las balsas de Salburua. "El miércoles las visité y vi que, en general, les falta poco para estar a rebosar", dice. De momento, tampoco es alarmante el caudal del pantano, pese a las escasas precipitaciones.