vitoria. El verde se ha convertido, por derecho propio, en el color definitorio de la capital y del conjunto del territorio histórico. No en vano, y pese a los múltiples proyectos energéticos y de infraestructuras que amenazan la pervivencia de ecosistemas singulares, Álava es el corazón medioambiental de la comunidad autónoma, con parques naturales, biotopos y humedales insustituibles que forman parte del patrimonio de todos los vascos. Los espacios de interés natural se dividen en Zonas de Especial Protección de Aves (ZEPA) y Lugares de Importancia Comunitaria (LIC). En Álava se han declarado cinco ZEPA y 25 LIC, integradas todas ellas en la Red Ecológica Europea Natura 2000, que suponen un 27% del territorio y más de 80.000 hectáreas, según datos del Departamento de Medio Ambiente de la Diputación alavesa. Pero, aparte, se encuentran los humedales de RAMSAR -Salburua, Ullibarri Ganboa, Caicedo y Laguardia- y los planes de gestión elaborados para recuperar a ciertas especies que se encuentran en peligro, circunstancias que apuntan a las claras la primacía ecológica de este territorio.
Respecto a las áreas ZEPA, el 70% está en esta provincia. Entre todas ellas ocupan más de 35.400 hectáreas (casi el 12% de la superficie alavesa). 16.397 de esas hectáreas están las Sierras Meridionales (Toloño y Sierra de Cantabria). En este espacio actualmente sólo hay una pareja de águila azor perdicera, una de las especies más amenazadas dentro del País Vasco. Además, otro de los motivos que conforman la singularidad de la riqueza medioambiental de esta comarca es la presencia regular del quebrantahuesos, además del aceptable estado de conservación en el que se mantienen muchos de sus hábitats con la abundancia de roquetos, los ambientes rupícolas y la riqueza faunística que la convierten en un lugar propicio para las aves.
El otro espacio protegido de cierta envergadura en el territorio es Izki, con 9.005 hectáreas. La buena conservación de los diversos ecosistemas la convierten en una reserva faunística de elevado interés, donde resaltan sus poblaciones de anfibios, avifauna forestal, murciélagos y mamíferos carnívoros.
Por último, está Valderejo y la Sierra de Arcena -en la frontera con Burgos-, con 6.672 hectáreas, que destacan por sus recursos ornitológicos debido al importante número de poblaciones de aves rupícolas que acoge, como el halcón peregrino, el alimoche, el águila real y el búho real, además de forestales como el águila culebrera, el halcón abejero y el milano real. Su tapiz vegetal diverso proporciona el sustento necesario para la supervivencia de estos animales.
LIC protegidos Por otra parte, en toda la CAV hay un total de 52 lugares de interés comunitario (LIC), de los que 25 se sitúan en territorio alavés, zonas que ocupan casi 71.000 hectáreas (el 23,36% del territorio). Uno de los más representativos, aunque está en contacto con Bizkaia, es el macizo del Gorbeia. Este enclave magnífico está decorado con una gran superficie frondosa de hayedos y robledales de gran altura. No obstante, sus rincones más especiales son los cursos fluviales y enclaves húmedos, masas forestales y roquedos que presentan un relativo buen estado de conservación. En sus aguas nadan anfibios como el tritón alpino, la rana ágil y la patilarga, mientras que surcando el cielo se encuentran el buitre leonado, el alimoche, la chova piquigualda y piquirroja, el roquero rojo, el azor, el gavilán, el halcón abejero, el alcotán y el verderón serrano.
Sin embargo, para poder disfrutar de las maravillas naturales que nos rodean y conocer de primera mano las especies más raras, no resulta necesario moverse de la propia capital. El sistema lagunar de Salburua, desde la recuperación llevada a cabo por el Ayuntamiento de la ciudad, cuenta con un notable incremento de sus valores naturalísticos. Este hecho se percibe en la riqueza y diversidad de las comunidades asentadas de anfibios, aves nidificantes e invernantes y mamíferos. A su vez, es el único lugar de nidificación conocido en el País Vasco para especies como la cigüeñuela y el porrón moñudo. Asimismo, es la segunda zona húmeda de Álava gracias a sus lagunas. Los Montes Altos de Vitoria también forman parte de esta singular lista. El espacio guarda buenas representaciones de áreas forestales continuas y en estado de conservación aceptable. Los bosques caducifolios albergan una interesante comunidad de vertebrados forestales, especialmente aves rapaces como el azor o el halcón abejero, al igual que carnívoros; los más singulares, el gato montés, el tejón y el turón.
El entramado natural de Euskadi también está formado por sus parques naturales, que constituyen el 8% del espacio de la comunidad, un total de 723.480 hectáreas. Actualmente, están declarados siete parques naturales, de los cuales cuatro pertenecen a Álava. La rareza de su flora, fauna y formaciones geomorfológicas los convierten en zonas de conservación y recuperación de valores ecológicos, estéticos y educativos. Entre los más importantes del territorio está el parque natural de Valderejo. En él, el 58% del total de la superficie vegetal es bosque, siendo el pino silvestre el ejemplar más común. En un principio, hasta su declaración en 1992, carecía de uso recreativo. Sin embargo, posee áreas de gran singularidad y valor natural y cultural como el desfiladero del río Purón, representado por la colonia del buitre leonado o por sus núcleos rurales, así como la presencia de importantes contenidos paisajísticos con usos agropecuarios y tradicionales que dan vida a este patrimonio cultural.
Por otro lado, el parque natural de Urkiola se ubica en el centro de la CAV. Su gran envergadura, de 5.958 hectáreas, está compartida por Álava y Bizkaia. La posición geográfica y la fisiografía de estas montañas configuran un paisaje abrupto dominado por el roquedo y los pastos de altura, donde los pinares, los encinares y los hayedos trasmochos aparecen en las laderas de menor altitud. Las cumbres de Urkiola han fomentado una gran afición al montañismo y senderismo entre los numerosos amantes de la naturaleza. Anboto, su cumbre más alta, es la más visitada, quedando para los más audaces la visita a la cueva de Mari, en su pared norte. El territorio alavés conforma, por tanto, un muestrario de rincones de gran valor protegidos para impedir la explotación u ocupación humana. Un tesoro que es patrimonio natural y cultural, a la vez que hogar de muchas especies.