SI uno se fía de las encuestas sobre intención de voto, el veredicto que los ciudadanos de Catalunya emitirán dentro de siete días en las urnas es de sobra conocido: el regreso de CiU a la Generalitat, la defunción definitiva del tripartito y una masa social desencantada con la actual clase política catalana. Eso es lo que apuntan los diferentes sondeos que se han ido conociendo desde que arrancó la campaña electoral. Pero los estrategas de los partidos en liza se resisten a aceptar lo que marca la estadística y se esmeran en dar la vuelta a la situación. O por lo menos, que el alto índice de indecisos y desmovilizados elija la papeleta de su candidato. Esto es lo que va a marcar el sprint final de la campaña del cambio. Sí, porque pase lo que pase, lo que parece evidente es que el Govern a tres que puso de moda Pasqual Maragall no se va a volver a repetir. Está por decidir si será en solitario, como todo parece indicar, con apoyos puntuales o en coalición.
Con la sentencia del Estatut guardada para otra ocasión en los cajones de los directores de campaña, los candidatos están centrado sus discursos en describir sus fórmulas para salir de la crisis. La de Catalunya es la primera cita electoral relevante antes de las municipales del año que viene, y todo hace indicar que las próximas elecciones seguirán el mismo guion. Con unos números económicos que dejan mucho que desear y una tasa de paro preocupante, Mas, Montilla y el resto de candidatos se esmeran estos días en presentarse como el antídoto que puede propiciar la remontada económica.
Algunos, como el líder de Convergència i Unió, desde el primer día de la campaña intentan que sus electores no se confíen y vayan a votar el 28-N. Salvo una hecatombe de última hora, el partido de Artur Mas ganará de calle los comicios. Pero si no logra la mayoría absoluta, el candidato de la federación quiere sumar algo más de 60 escaños (con 68 se logra la mayoría absoluta) para liderar la Generalitat en solitario con apoyos puntuales. Ni Partido Popular, ni ERC y menos el PSC, gustan como pareja de baile a los nacionalistas, que tras dos legislaturas en la oposición, han tocado a rebato para sumar votos de donde sea. El mensaje es claro: no hay que confiarse y cantar victoria. Y Mas puede dar buena cuenta de ello, ya que en las dos últimas citas autonómicas se quedó con lo puesto pese a ser el candidato más votado.
Tot per un vot, puede ser el leit motiv de los dirigentes de CiU, que estos días intentan pescar apoyos en el caladero socialista más desencantado con el president José Montilla. Desde el cinturón industrial de Barcelona -en el que tradicionalmente se ha impuesto el Partido Socialista- pueden llegar nuevos escaños para Mas, que no tiene reparos en hacer guiños al ala más catalanista del PSC. Entre sus promesas electorales, destaca la de trabajar durante la próxima legislatura para conseguir un Concierto Económico catalán.
a por la remontada Pese a que algunos sondeos pronostican para el president Montilla el peor resultado electoral en la historia del PSC en unas autonómicas (de los 37 escaños actuales puede pasar a 31), el candidato socialista intenta movilizar a los tradicionales electores de su partido. En su contra, el alto índice de abstención que algunos auguran (en Catalunya nunca se ha superado el 70% de participación), un hándicap para el PSC, ya que a menos participación, menos votos para Montilla.
Partidario de no repetir el tripartito, algo que las encuestas ya lo descartan porque entre Partido Socialista, ERC e ICV no superan a Convergència i Unió, el secretario general de los socialistas catalanes se presenta como la mejor receta para combatir el paro. Una cuestión que no es baladí, teniendo en cuenta que en su plancha electoral está Celestino Corbacho, el ministro de Trabajo que ha batido un récord en las tasas de desocupación del Estado español.
Quien también mira de reojo a los comicios catalanes es José Luis Rodríguez Zapatero, que hoy vuelve a participar junto a Montilla en un acto de campaña. Sabedor de que un fiasco electoral el próximo domingo puede hacer más empinado el final de legislatura. Para intentar revertir la situación, el presidente español y miembros ilustres de su gabinete no han tenido inconveniente en desembarcar en el ruedo electoral catalán. Otra cosa es que el secretario general del PSOE y sus ministros movilicen a los electores o les hagan votar al contrario.
Si la batalla por ser la primera fuerza parece más que decidida, la disputa por ser el tercero en discordia es la que está dejando más titulares. ERC y PP, o lo que es lo mismo, Joan Puigcercós y Alicia Sánchez Camacho, enlazan un acto electoral tras otro para colocarse detrás de CiU y PSC en la Cámara catalana. Y republicanos y populares no han dudado en poner toda la carne en el asador. El candidato de Esquerra, partido que puede perder la mitad de escaños de un plumazo (en la actualidad tiene 21 sillones), es consciente de que el apoyo continuado a Pasqual Maragall, primero, y a José Montilla, después, le va a restar muchos apoyos. De ahí que, desde el comienzo de la campaña, Puigcercós haya repartido a diestro y siniestro. "En Andalucía no paga impuestos ni Dios", dijo sin reparos el líder republicano, que en una pirueta a su estrategia ha enseñado la patita a CiU al asegurar que apoyará la investidura de Mas si protege el catalán y las políticas sociales. La celebración de un referéndum de independencia puede esperar para el candidato de ERC.
Por el bando popular, Alicia Sánchez Camacho o Alicia Croft, como aparecía la candidata del PP en el videojuego en el que ponía cerco a los independentistas y a los inmigrantes ilegales, quiere ser la tercera fuerza (ahora cuenta con 14 escaños) para "controlar" a CiU. Consciente de que la federación nacionalista puede movilizar a parte de su electorado y al margen del pasatiempo virtual que desató las críticas del resto de contendientes electorales, la candidata del PP ha irrumpido en la campaña con un discurso en el que la lucha contra la inmigración tiene un papel estelar. Entre sus propuestas, la expulsión inmediata de los extranjeros que lleguen a Catalunya y no cuenten con un contrato de trabajo.
Génova también quiere arropar a Camacho de cara al 28-N, por lo que Mariano Rajoy está siendo un habitual en los mítines del PPC. Y los recados a Zapatero no han faltado desde el atril. El presidente de los populares sostiene que su camino hacia La Moncloa pasa por lo que suceda el 28-N. Sobre todo, por el efecto contagio que la previsible derrota del PSC puede tener en el resto de Comunidades.
laporta, genio y figura Del resto de candidatos, el que está copando más espacio en los medios es el ex presidente del Barça, a quien algunas encuestas colocan sí o sí en el Parlament. Joan Laporta no ha tenido reparos en anunciar que el primer proyecto de ley que propondrá -el candidato de Solidaritat no duda de que obtendrá los cuatro escaños necesarios para tener representación en el Parlament- la declaración de independencia de Catalunya. Dentro de siete días se despejarán las dudas.