bilbao. Batasuna cerró a mediados de febrero su reflexión sobre el papel que pretende desempeñar en la política vasca, tanto en la actual coyuntura como a futuro. El documento Zutik Euskal Herria recoge las claves del debate interno. Ahí destaca su gran objetivo: propiciar un cambio político; un cambio, según subraya ese texto, gestado en ausencia total de violencia y regido por el diálogo y los principios Mitchell (estos principios evocan las seis reglas que acordaron los gobiernos de Irlanda y Gran Bretaña y los partidos políticos de Irlanda del Norte para regir el proceso de paz de Irlanda del Norte. Comprometían al uso de medios exclusivamente democráticos y pacíficos para resolver las cuestiones políticas, al desarme total de todas las organizaciones paramilitares, a que ese desarme fuera verificable por una comisión independiente, a la renuncia a utilizar la fuerza o amenazar con utilizarla para influir en las negociaciones, a la obligación de recurrir a métodos exclusivamente democráticos y pacíficos para tratar de modificar cualquier aspecto de los acuerdos alcanzados, y a terminar con asesinatos y violencia de castigo). La autodenominada izquierda abertzale dejó claro en su reflexión que se trataba de una apuesta unilateral y firme en un momento en el que entendía se daban las condiciones necesarias. La reflexión recibió elevadas dosis de escepticismo de los partidos políticos vascos y españoles porque en ella no hay ninguna referencia explícita a ETA o su violencia, y menos una petición para que la organización terrorista detenga su maquinaria. Dos meses después, Batasuna ha transmitido a sus bases que, efectivamente, reafirman su apuesta en esa decisión unilateral pero les han advertido que el proceso no tendrá la velocidad deseada.
DNA ha tenido acceso a los principales asuntos que trató en las asambleas de finales del pasado mes de marzo y los ha contrastado con fuentes solventes. Estas reuniones han servido para socializar el cierre del periodo de reflexión y sus posturas ante los últimos acontecimientos de la actualidad. Entre esas cuestiones, referidas sobre todo a la vida política vasca, a los plazos y herramientas del proceso democrático, y a las próximas elecciones municipales y forales, destacan la alusión explícita a Eusko Alkartasuna como socio preferencial para aglutinar un bloque independentista y la intención de reestructurar la izquierda abertzale con el objetivo de presentar una nueva marca legalizada que permita la vuelta de ese sector social a las instituciones.
Batasuna considera fundamental la unión de fuerzas con otras formaciones abertzales y plantea como reto aglutinar a sectores del mundo sindical y político en torno a un bloque independentista. La clave trasladada a sus incondicionales en estos encuentros es que Eusko Alkartasuna es el socio preferencial para esta opción. La posible colaboración entre EA y la izquierda radical lleva tiempo encima del tapete político vasco. El Gobierno español ya ha advertido a la formación de Pello Urizar de que se atenga a las consecuencias si opta por cobijar a la formación ilegalizada bajo el paraguas de sus siglas.
Esta suma de fuerzas sería el primer paso para crear las condiciones que Batasuna entiende necesarias para sus fines estratégicos. Los otros dos pasos imprescindibles trasladados hace escasas semanas a sus seguidores fueron la consecución de un acuerdo con el resto de sensibilidades políticas del país para lograr que se respeten todas las opciones, incluida la independencia, y la necesidad de reestructurar la izquierda abertzale para poder sacar a la arena una nueva marca legalizada.
independentistak Batasuna concede un papel relevante a la red Independentistak, un colectivo en favor de la independencia vasca en el que, destaca, se lleva más de un año trabajando. Le concede, incluso, el papel de futuro interlocutor con el Gobierno español. Los rectores explicaron a los presentes en las asambleas que Independentistak funciona libremente en su toma de decisiones, que sus ámbitos de lucha serán la lucha de clases y la ideológica; también anunciaron que en junio o julio se darán nuevos pasos para fortalecer esta red. Subrayaron que Independentistak, una de cuyas cabezas visibles es Txutxi Ariznabarreta -ex dirigente del sindicato LAB- no tiene como finalidad utilizarse en citas electorales -aunque pudiera serlo, comentaron- sino ser el motor del cambio.
En el resumen de situación que los cuadros de Batasuna han hecho a sus simpatizantes, los actuales responsables insisten en algunas alusiones que se han convertido en una constante en el discurso de ese mundo: que los marcos jurídico políticos que hay en Euskal Herria están agotados y que la sociedad pide cambios; que la izquierda abertzale debe llevar a cabo ese cambio político demandado por la sociedad -según ellos- bajo los términos del derecho de autodeterminación y la territorialidad, que sitúan como las dos claves del conflicto; que el Estado español continúa con su estrategia represiva y que las alianzas en los Gobierno de Nafarroa y Gasteiz entre socialistas y populares son una clara muestra represiva de cortar de raíz cualquier aspiración del pueblo; o que la izquierda abertzale aún mantiene el poder de condicionar el panorama político actual mediante sus iniciativas.
En las asambleas también se aludió, como es habitual en la dialéctica de Batasuna, al PNV. Del partido jeltzale no han variado su percepción: opinan que se mueve entre el nacionalismo y el españolismo y que después de perder Ajuria Enea no encuentra ni espacio ni discurso político.
euskera, tav, economía... A la hora de centralizar los esfuerzos de lucha -hay términos que no cambian- para los próximos meses, las reuniones con las bases dejaron claros cuáles serán los ámbitos a exprimir. Además del Aberri Eguna, cita ya pasada, la autodenominada izquierda abertzale coloca la violencia sexista, la precaridad del empleo, el sistema educacional vasco, el euskera, el debate económico o la lucha contra el tren de alta velocidad como sus objetivos prioritarios.