En las recientes jornadas estamos asistiendo a una nueva muestra de la incapacidad de la mayoría de políticos de pensar por sí mismos y utilizar el sentido común. La crisis por el vertido de pélets en las costas de Galicia y Asturias es el perfecto ejemplo de cómo anteponer el interés del partido al de la ciudadanía. Tres semanas ha tardado el PP gallego en activar el nivel 2 de alerta para poder recibir ayuda del Estado, algo en lo que ha pesado más la cercanía de las elecciones autonómicas y el deseo de hacer oposición al PSOE que las cuestiones medioambientales y científicas. Asturias, sin embargo, lo ha activado nada más llegar el microplástico a sus costas. Lo mismo sucede con el uso de mascarillas en los hospitales y centros de salud. Como el Ministerio de Sanidad ha impuesto el uso de mascarillas, automáticamente las Comunidades Autonómicas gobernadas por el PP se han opuesto a la medida. Si el PSOE prohibiera las mascarillas, estoy seguro de que Isabel Díaz Ayuso comparecería el día siguiente protegida con una y ya de paso su hermano se llevaría una buena comisión por su venta. Y así con todo. ¿Por qué si soy de derechas tengo que estar a favor de Israel y si soy de izquierdas defender a Palestina? ¿Puede alguien en este país pensar por sí mismo y no lo que le dicten?