Tras el reciente empate cosechado en el Carlos Belmonte, las opciones del Deportivo Alavés en la lucha por el ascenso directo pasan ahora, antes de pensar en la visita a Las Palmas, por superar al Málaga. Un rival casi descendido, solo las matemáticas le salvan, que visita este sábado Mendizorroza consciente de que cualquier resultado adverso del Sporting, quien solo necesita un punto en las dos últimas jornadas, le manda a Primera RFEF. 

Lo curioso es que, si se echa la vista atrás hasta el pasado mes de agosto, puede comprobarse que parte importante de la afición boquerona arrancó la temporada pensando que su equipo pelearía por el ascenso. Algo difícil de imaginar en estos momentos, pero que no parecía ninguna utopía cuando se anunciaron, entre otros, los fichajes de jugadores importantes como Rubén Castro, Manolo Reina, Álex Gallar, Fran Sol o Villalba

Esa ilusión, sin embargo, se desvaneció muy pronto. Pese a la interesante apuesta por una plantilla contrastada, el Málaga arrancó el curso con una sola victoria en las diez primeras jornadas, durante las que acumuló también tres empates y seis derrotas, y La Rosaleda cambió rápido sus expectativas. Sobre todo, al ver que el exalbiazul Pepe Mel, relevo de Pablo Guede en el banquillo, tampoco conseguía reconducir el rumbo. 

Solo la llegada de Sergio Pellicer, tercer entrenador del curso, fue capaz de atisbar un pequeño halo de esperanza en el horizonte. Este apareció en abril, cuando, en el momento menos esperado, los andaluces sumaron tres victorias consecutivas (Villarreal B, Cartagena y Lugo) que les acercaron lo suficiente a los puestos de permanencia, limitados en ese momento por el Racing de Santander, con cinco unidades más en su casillero. 

Sin embargo, esa reacción tardía que tuvo el Málaga, y que permitió soñar a toda su afición, se vino abajo demasiado pronto –y de la manera más cruel posible–. Tras la exitosa visita al Anxo Carro, los boquerones recibieron al Huesca en La Rosaleda y, a falta de poco más de diez minutos para el final, tuvieron en las botas de Rubén Castro, veterano como nadie, un penalti para ganar el partido, cuyo resultado terminó siendo de empate a cero. 

En ese momento, comparable al de Salva Sevilla frente al Granada, la escuadra blanquiazul perdió buena parte de sus posibilidades de permanencia, pero las cosas se le pusieron aún peor cuando, en la siguiente jornada, cayeron en casa de la Ponferradina, a donde se desplazaron centenares de aficionados malaguistas. A raíz de eso, solo el triunfo del sábado ante el Mirandés le ha hecho llegar con opciones matemáticas a la penúltima jornada.

Para salvarse épicamente, el Málaga necesitaría, por un lado, superar al Alavés en Mendizorroza y al Ibiza en casa; y, por el otro, esperar a que el Sporting, además de perder los dos partidos (Eibar y Ponferradina), eche por tierra su diferencia de goles (-2) hasta tener una peor una peor que la de los pupilas de Pellicer (-6). Además, un posible triple empate con el Huesca, al que no puede adelantar, también le manda a Primera RFEF.