Serpientes, persecuciones, caídas, monstruos... Todos ellos pueden salir a nuestro encuentro si cenamos mucho y, además, lo hacemos justo antes de irnos a la cama. Saquear la nevera y no darle a nuestro organismo tiempo para hacer la digestión hace muy probable que nos asalten las pesadillas e impidan que tengamos un sueño reparador.
La explicación a las pesadillas hay que buscarla en que una cena copiosa obligará a nuestro metabolismo a seguir trabajando durante el sueño. Esto le causará estrés, ya que al organismo le cuesta más metabolizar los alimentos durante las horas de descanso. Nuestro cerebro tendrá entonces una mayor estimulación durante la noche y nos provocará más sueños atípicos.
Este tipo de sueños también pueden tener su origen en el estrés, la sugestión o los miedos. El consumo de fármacos y otras sustancias que influyen sobre la química cerebral como los antidepresivos, los narcóticos o algunos medicamentos relacionados con la tensión arterial también pueden provocar pesadillas.
Si además de cenar mucho y tarde los alimentos que ingerimos son indigestos, todavía estamos más expuestos a pasar una mala noche, ya que, además de pesadillas, podemos sufrir acidez estomacal. Los ácidos del estómago suben al esófago y con ello, una sensación de ardor en la garganta o en el pecho. Esto sucede sobre todo con alimentos muy grasos, condimentados, picantes o ácidos.
A continuación enumeramos ocho alimentos que debemos evitar en la cena, ya que por sus propiedades pueden propiciar que tengamos una noche movidita. Son:
- Chocolate. La onza de chocolate con la que los más golosos ponen el broche a la cena contiene tanto azúcar como cafeína, una mezcla que puede provocar que nuestro sueño torne en pesadilla.
- Refrescos. Contienen grandes cantidades de azúcar y cafeína lo que hace que el cerebro se mantenga muy activo y le cueste relajarse, provocando estrés y sueños indeseables.
- Alcohol. Es uno de los principales disruptores del sueño y, además, dificulta que tengamos un sueño profundo.
- Patatas fritas. La grasa y el exceso de sal combinados en las patatas fritas son una bomba de relojería para la digestión, lo que puede convertir un sueño placentero en una auténtica pesadilla.
- Queso. La grasa del queso es difícil de digerir y hace trabajar más al intestino durante las horas de descanso.
- Comida picante. El picante altera la temperatura del cuerpo e impide un sueño de calidad.
- Pasta. Nuestro organismo convierte los hidratos de carbono en glucosa, con lo que un plato de macarrones o de espaguetis puede tener el mismo efecto que si tomáramos algo con un alto contenido en azúcar.
- Carnes rojas. Tienen grasas saturadas que hacen que la digestión sea más pesada, lo que genera estrés e impide un descanso de calidad.