Sacar la lengua puede tener distintos significados que van desde mostrar nerviosismo, hasta una actitud seductora, pasando por un gesto burlesco y pícaro. Pero hay otra expresión, muy común, aparentemente involuntaria, que refleja la realización de una labor con mucha concentración.

Todos tenemos en nuestra retina la imagen de un niño pintando con la lengua fuera. No es un gesto exclusivo de los más pequeños, pero sí es verdad que los adultos hemos aprendido a reprimir este gesto y tratamos de disimularlo apretando la lengua contra los dientes o el paladar.

Pues bien, este hecho tiene una base biológica, ya que se produce cuando hacemos ejercicios que necesitan una coordinación motriz fina, movimientos precisos y muy coordinados, sobre todo con las manos. Si pensamos en hacer un nudo complicado, ponernos las lentillas, enhebrar una aguja o aplicarnos el delineador de ojos, es probable que nos visualicemos con la lengua fuera.

La explicación hay que buscarla en el cerebro humano, concretamente en la corteza cerebral, ya que la región encargada del lenguaje, y que controla los movimientos de la boca y de la lengua, está próxima a la región responsable de la coordinación motriz fina de las manos.

Ambas áreas están tan cerca que, de hecho, algunas zonas incluso se solapan. Y es aquí donde encontramos la respuesta a nuestra pregunta. ¿Por qué sacamos la lengua cuando nos concentramos mucho en una tarea que requiere una alta precisión? Porque cuando nos concentramos se activa la zona del cerebro que se encarga de transmitir las órdenes a las manos para que hagan esas tareas sutiles y se produce lo que se conoce como un desbordamiento motor.

Según un estudio de 2019 publicado en Frontiers in Psychology, este desbordamiento motor sugiere que las neuronas que se disparan en la región de la destreza en estos casos están "tan activadas que se desbordan hacia el tejido neuronal vecino (que pasa a dirigir la boca). Por lo tanto, cuando estamos profundamente concentrados en una tarea de motricidad fina, el efecto recae en la región del lenguaje, lo que hace que se comprometa con la boca y la lengua".

Otros investigadores apuntan a que la lengua es una de las zonas con más terminaciones nerviosas, y aun cuando estemos concentrados en algo, ella está a su aire dentro de la boca, mandando innumerables estímulos al cerebro. Para tenerla controlada y que no distraiga nuestra concentración, la gente lo que hace es sacarla a un lado y entonces el cerebro puede centrarse en la tarea que se quiere realizar.