Los pajareros, así se autodenominan los aficionados a buscar y fotografiar aves por todo el mundo, de la cornisa cantábrica llevan una semana revolucionados. En siete días se han avistado entre Santander y Cabo Peñas tres ejemplares de búho nival (Bubo scandiacus). Si uno solo ya es un caso extraordinario, tres en tan corto espacio de tiempo adquiere el nivel de acontecimiento histórico.
Por ello no es de extrañar que este fin de semana, la localidad asturiana de Verdicio, al oeste de cabo Peñas se llenara de decenas de pajareros llegados de todo el Estado para ver esta ave ártica e inmortalizar el avistamiento con fotografías y vídeos.
Dos machos y una hembra
El primer ejemplar se localizó en Santander el sábado 6 de noviembre. Era un macho joven que fue recogido y entregado a un centro de recuperación, pero su extrema debilidad hizo que muriera al día siguiente. A mitad de semana, el miércoles 10 de noviembre, hubo un segundo avistamiento en Luanco y Moniello, fugaz y en vuelo, de lo que pareció ser una hembra joven. Finalmente, el sábado el domingo se localizó un tercer ejemplar en cabo Peñas, que al día siguiente viajó hacia el oeste, hasta Verdicio, donde cómodamente reposó en un tejado de la localidad durante casi todo el día. El lunes ya no se le vio.
El pajarero asturiano Daniel López Velasco, experimentado fotógrafo de aves, manifestó en las redes su entusiasmo por el encuentro. “Ver un búho nival (Bubo scandiacus) en mi local patch, el cabo Peñas, descansando tranquilamente en el borde del acantilado, con el mar de fondo, una luz de ensueño y rodeado de buenos amigos. ¿Qué mas se puede pedir en la vida?”, escribía en Facebook. “Y, para colmo, justo en el sitio exacto -un pedregal al borde del brezal muy similar a la tundra- dónde, desde que yo era muy pequeño, todos los colegas pajareros de aquí habíamos bromeado (y fantaseado, pero nunca tomándonoslo en serio) con verlo cada vez que lo visitábamos”, concluía.
Un origen desconocido
La pregunta que todos se hacían es desde dónde habían llegado. Si uno es raro, tres entra en el terreno de lo extraordinario. Las imágenes de estas aves tomadas por los aficionados no mostraban ninguna señal de una procedencia cautiva o que en algún momento hubieran tenido contacto con humanos, no se veían ni anillas de identificación, ni otros elementos relacionados con la cetrería., por lo que cabe suponer que se trata de ejemplares completamente silvestres o salvajes.
La hipótesis más probable es que procedan del este de Norteamérica, del Ártíco candiense. Un origen europeo es más difícil, a decir de los expertos, dado la reducida población que existe en el norte de Europa, especialmente en Noruega, por lo que su movilidad es menor. Además, antes se habrían dado avisos de avistamientos en otros países a mitad de camino.
Según los informes que manejan ornitólogos y pajareros, la población norteamericana de búho nival es muy numerosa este año y se han desplazado hasta el este. El origen septentrional de estas aves cazadoras nocturnas podría confirmarse por una prueba de isótopos realizado al cadáver del primer ejemplar, el de Santander.
Cuando estos búhos inician su viaje, su intención no es llegar a Europa, pero despistados o empujados por las corrientes de aire, suelen posarse para descansar en barcos que encuentran en su camino. Así se han documentado llegadas a Islandia, Irlanda o Escocia. Se especula con que este haya sido el modo en el que han completado su viaje hasta Santander y Asturias.
Viaje que tampoco se conoce si ha sido individual o comunitario, aunque no son aves que vayan en grupo.
Numerosos pajareros para atestiguarlo
Mientras estos puntos se aclaran, si es que llegan a aclararse, los pajareros recorrerán unos días más Asturias para ver si se repiten estos avistamientos. El lunes 15 de noviembre no se ha hecho público que hubiera alguno, pero es que a pesar de la blancura de su plumaje, son animales muy discretos.
Itziar Almárcegui y Daniel García, en cabo Peñas junto a numerosos pajareros que acudieron hasta Asturias para ver el búho nival. Foto: Itziar Almárcegui.
Pero para aficionados a las aves como David Arranz, Daniel García o Itziar Almarcegui, la posibilidad de ver una ave de esta categoría tan cerca de casa y en un hábitat tan inusual compensa la pechada de kilometros desde Villava hasta Verdicio. "¿Qué es la pasión pajarera? Enterarte en la cena que hay un búho nival en Asturias, salir a las 00.30 de Villava, llegar a las 5, coordinarte con gente pajarera y conseguir afotarlo!”, escribió Almárcegui. Y no fueron los que llegaron desde más lejos.