La hasta ahora princesa Mako de Japón rompió este martes sus lazos con la familia imperial tras casarse con el plebeyo Kei Komuro, al que la joven ha descrito como su soporte emocional en los años que han separado su compromiso del controvertido matrimonio.
"Para mí Kei es una persona imprescindible. Casarnos era la única opción que podíamos tomar para vivir siendo fieles", dijo la joven en una protocolaria rueda de prensa junto a su esposo en el hotel Grand Arc Hanzomon de Tokio, horas después de registrar su matrimonio, tres años más tarde de lo previsto.
Poco se vio de la complicidad que ambos mostraron en su primera aparición pública juntos cuando anunciaron su compromiso en 2017. La pareja hizo frente a los periodistas con sobriedad, alguna mirada de soslayo y sonrisas incómodas, tras sellar un matrimonio que llegó a ponerse en duda y cuyas celebraciones quedaron eclipsadas.
El escrutinio mediático y el ensañamiento del sector más conservador de la sociedad japonesa tras revelarse una disputa financiera de la suegra de la exprincesa le causaron un estrés postraumático del que sigue recuperándose y que ha marcado el inicio de su matrimonio con su excompañero de universidad.
Una boda civil sin ceremonia
Mako Komuro, como pasará a llamarse a partir de ahora, ha sido la primera princesa del Japón de posguerra que rompe con las ceremonias tradicionales en las que participan las mujeres de la familia imperial japonesa cuando se casan y la dote que se les ofrece por abandonar la institución, en cumplimiento de las leyes que la rigen. En el país nipón sólo los hombres pueden casarse con quien quieran sin perder su estatus.
El registro del matrimonio se realizó sin incidentes durante la mañana, según confirmó la Agencia de la Casa Imperial, poco antes de que Mako abandonara su domicilio imperial y se despidiera de su familia.
Ataviada con un vestido de una pieza en tono azul pastel, collar de perlas y un ramillete de flores color rosa palo, Mako dedicó repetidas reverencias a sus padres, los príncipes herederos Fumihito y Kiko, antes de partir a reunirse con su marido para la comparecencia.
El gesto más afectuoso visto durante la jornada, en la que el ambiente festivo brilló por su ausencia, fue el abrazo de su hermana menor Kako, que la despidió con una sonrisa y unas palmadas en la espalda. "Mi hermana ha sido y siempre será muy importante para mí. Hemos pasado buenos momentos juntas y tenerla cerca me ha ayudado mucho en muchas ocasiones. Le estoy agradecida de corazón. También a Komuro", dijo la princesa Kako en un comunicado publicado con motivo de la boda de su hermana.
"Amo a Mako. Quiero pasar mi vida con ella, con alguien a quien amo. Hasta ahora, hemos venido apoyándonos en los momentos felices y en los que no lo han sido tanto", dijo el esposo, Kei, en directo ante las cámaras de televisión, mientras leía un comunicado plagado de elogios mutuos y agradecimientos a quienes los han apoyado. "Habrá momentos duros pero, como hasta ahora, uniremos fuerzas y avanzaremos juntos", añadió Mako.
Un futuro en Norteamérica
La presión a la que se ha visto sometida la pareja por la rencilla monetaria es, según dijeron, el motivo principal de que decidieran no responder preguntas en vivo durante la rueda de prensa. Sí contestaron por escrito a varias cuestiones enviadas previamente por los medios, centradas en la controversia de su enlace.
Mako y Kei se mostraron "horrorizados" y "entristecidos" por "la difusión de historias infundadas y por que se hayan dado por hecho informaciones falsas". Los tabloides japoneses han hecho correr tinta durante estos años sobre la disputa, que atañe al desembolso que un exprometido de la madre de Kei, Kayo, habría hecho para la manutención e incluso los estudios universitarios del joven, que reiteró su intención de zanjar la deuda en cuanto le sea posible.
La pareja, ambos de 30 años, tiene previsto trasladar su residencia a Nueva York, donde Kei ha estado estudiando los últimos tres años y se ha presentado al examen que le permitirá ejercer la abogacía en Estados Unidos. Se espera que permanezcan todavía algún tiempo en Japón, mientras Mako tramita su primer pasaporte (los miembros de la familia imperial nipona no tienen) y ultiman la mudanza.
Sobre los planes de Mako, nada ha trascendido. La joven ha cursado estudios de Arte y ha trabajado como investigadora en el Museo Universitario de la Universidad de Tokio, un campo en el que la Gran Manzana podría ofrecerle numerosas posibilidades.