madrid - Divertida, Manuela Velasco cuenta cómo se produjo el regreso de Cristina Otegui y por qué Marisa Berenson trabaja en la serie de Movistar+.

¿Cómo ha sido la vuelta de Cristina Otegui a Velvet colección

-Increíble, ha sido una gran alegría por las circunstancias en las que se ha producido. Me había despedido del personaje con pena y alivio al mismo tiempo?

¿Pena y alivio? ¿No es una contradicción?

-Después de sostenerlo durante tantos años, uno tiene que aprender también a decir adiós y Cristina me había dado mucho, mucho disfrute, mucho sufrimiento, tanto aprendizaje, que entendí perfectamente que había llegado el momento de terminar. No me imaginaba volver. ¿Te han contado cómo se produjo?

No. ¿Tan increíble fue?

-Ni te lo imaginas. Fui con Diego Martín a una entrega de premios en la que una de las galardonadas era Teresa Fernández Valdés, la creadora de Velvet. A la vez, en ese evento, le daban un premio a la mujer del año a Marisa Berenson. Estábamos encantados porque somos fans absolutos de la comedia Barry Lyndon y cuando acabaron los premios Diego quería una foto con ella, se lo pedimos y ella, encantadora, se puso al lado de él y empezó a mirarme.

¿La conocía de antes?

-Para nada. Giraba la cabeza de Diego a mí y de mí a Diego alucinada. Y de repente dijo: “Los hermanos Otegui, no me lo puedo creer, soy superfan de Velvet”. Diego le explicó que la serie continúa en Movistar. Se volvió a mí y me preguntó: “¿Qué ha pasado con Cristina? Es el mejor personaje”. Le dije que no seguía, ella me contestó que no podía ser, que a Cristina había que revivirla.

Supongo que usted pensaría que aquello era una alucinación y no la realidad.

-Ja, ja, ja... Sí, parecía una alucinación. Le dije que si pensaba eso, lo comentara con los creadores, se los presenté; Marisa Berenson les dijo que era seguidora de la serie, que le encantaba y Teresa (Fernández Valdés) le dijo: Pues a lo mejor te gustaría participar. Ella contestó que sí pero con el personaje de Cristina a su lado. Y ahí estamos las dos, porque se escribió la vuelta del personaje malo de la versión original de Velvet.

¿Qué personaje le dieron a ella?

-El de mi terapeuta. Me fui del país, me fui lejos y he conocido a una mujer maravillosa, es el personaje de Marisa Berenson, y el último paso que tengo que dar es enfrentarme a todas las cuentas pendientes.

Enfrentarse a Velvet al completo.

-He tenido que volver allí y mirar a la cara a mi hermano (Diego Martín), que me lo ha quitado todo. Ella viene conmigo a darme fuerza.

Lo que se consigue con una foto en plan fan.

-¿Verdad? Que de ese encuentro surgiera mi regreso, el de Cristina. Me pareció mágico, no me podía creer que estaba trabajando con Marisa Berenson. He sentido mucha ilusión en la vuelta. He llegado a un sitio que fue mi casa, pero que ya no lo es: Velvet colección.

¿Se ha reformado o sigue siendo la mala más mala de todas?

-Da igual, aunque volviera como Bambi, todo el mundo seguiría diciendo que Cristina es la mala. Para mí no vuelve mala, vuelve espabilada y pensando: Me vais a dar lo que es mío y que me corresponde. Os habéis aprovechado todos de mí: mi padre, mi hermano, mi marido y el resto. Se acabó estar en el exilio, se acabó estar escondida, avergonzada y dolida.

¡Vaya! Cristina siente que le han engañado, pero si la mala era ella.

-Y todos los que la hicieron daño a ella. Da igual que digan que Cristina es mala, ella ha recuperado la confianza y la fuerza. Quiero dar la cara y eso es difícil, la tengo destrozada, llevo un parche en el ojo, y me tengo que enfrentar a gente que me desprecia. La gente que lo está viendo sigue pensando que es la mala, malísima. Yo no creo que sea mala en este momento, ya veremos lo que hacen con ella los guionistas.

¿Le gusta este tipo de personaje que hace perrerías, aunque ella también recibe lo suyo?

-Sí, claro que sí. Son muy divertidos de interpretar. Es verdad que Cristina empezó más suave, pero los acontecimientos en su vida la llevaron a un código distinto. Empezó siendo realista y acabó de villana enloquecida, un poco llevado al límite. La vuelta a Velvet es un arquetipo, así que creo que haga lo que haga, será la mala. Además, está el parche en el ojo que recuerda que ella prendió fuego a las galerías. Me parece interesante hacer este tipo de personajes que tocan puntos tan extremos de las emociones humanas.

La vida de Cristina Otegui parece una tragedia griega.

-Estoy de acuerdo, aunque pille un poco de lejos. Son arquetipos más que personajes cotidianos.

¿Qué ha hecho durante el tiempo que no ha estado en ‘Velvet’?

-Estuve haciendo Traición, un serie de Televisión Española con Ana Belén y un elenco de actores maravillosos. Para mí ha sido una pena que no continuara; primero porque me gustaba mucho la serie y después, porque creo que es un producto que le iba muy bien a Televisión Española. He disfrutado mucho con mis compañeros. Para mí, Ana Belén ha sido un descubrimiento maravilloso, no como actriz, que ya la conocía, como persona, como ser humano.

¿Y cómo anda de teatro?

-He hecho una de las cosas que más ilusión me han hecho en mi vida, colaborar con la Compañía Nacional de Teatro Clásico en una obra de teatro muy especial, El banquete, basado en la obra de Platón, donde una serie de personajes hacen un simposio y ponen encima de la mesa un tema, en el de Platón era el amor; nosotros pusimos encima de la mesa el de la imaginación.

¿Qué tiene Manuela de su tía Concha Velasco?

-El amor y la pasión por esta profesión. Nos une el amor que tenemos por el teatro y el respeto que tenemos por la gente de las tablas; pero no solo por los actores, por todos. Por ese mundo de las giras, de las bambalinas. Todo se lo debo a ella porque lo he vivido con ella desde niña, la pobre tenía que aguantar a su sobrina todos los días en el camerino metida. Es una mujer genial que vive con pasión todo lo que hace. Ya me gustaría a mí parecerme un poco a ella.