Cupra nace “para cautivar a los entusiastas del automóvil” y “abandera un estilo de vida basado en la originalidad, sofisticación, pasión y deportividad”. Es la declaración de principios con la que SEAT certifica la refundación como marca independiente de su división deportiva. Va a ser una segregación bastante sui generis, puesto que la nueva razón social no desarrollará de momento productos propios y seguirá distribuyendo sus modelos a través de la misma red de concesionarios. El primer Cupra en desprenderse del apellido SEAT será una reinterpretación del Ateca con 300 caballos; verá la luz a final de año y saldrá por 44.790 euros.
El caso de Cupra recuerda algo a esos jóvenes que se declaran independientes en cuanto alcanzan la mayoría de edad, pero no se plantean abandonar el domicilio paterno. Es una emancipación a medias que persigue afianzar la identidad de la marca y acercarla a su público objetivo.
Parece que en los despachos del grupo Volkswagen han detectado que el cordón umbilical que unía a Cupra con la casa nodriza suponía un obstáculo para su desarrollo internacional. Según esa teoría, una vez liberada del vínculo, la nueva firma va a tener mayor facilidad para acercarse a la clientela más entendida y temperamental. El objetivo es posicionarla como el nuevo referente deportivo del mercado, más cerca de las firmas de prestigio que de las generalistas.
Estos o parecidos argumentos han alentado procesos de separación semejantes, cada uno con un resultado distinto. Toyota emancipó con éxito a Lexus. El grupo PSA está empeñado en repetir esa jugada desgajando de Citroën a DS, a la que pretende convertir en marca Premium. Pero la operación que más evoca a la de Cupra tiene como protagonista a Abarth, que echó a volar del nido de Fiat para reivindicarse y aún persiste en el empeño.
La pregunta del millón es si la maniobra de independizar la marca va a salir rentable. La responde Wayne Griffiths, Vicepresidente Comercial de SEAT y Cupra, quien alimenta grandes expectativas: “el objetivo es triplicar las ventas de Cupra, triplicar el mix y generar beneficios adicionales tanto para SEAT como para los concesionarios”.
De entrada, los costes en el caso que nos ocupa son bastante comedidos. Cupra no va a diseñar ni a producir modelos exclusivos; se limitará a seguir versionando los de la casa matriz, a los que colocará su nuevo y desconocido logotipo con las dos letras C entrelazadas. El primer producto de la nueva trayectoria es un Ateca con 300 CV; después llegarán lecturas racing de Ibiza y Arona.
Cupra tampoco va a contar con una planta de fabricación específica ni con red de distribución propia. Continuará recurriendo a las de SEAT. Sólo 277 de los concesionarios de la firma en todo el mundo, entre ellos 29 españoles, habilitarán en sus instalaciones un ‘espacio Cupra’ con decoración e información pormenorizada de la joven marca. Ahora bien, la compra y el mantenimiento de las unidades Cupra se podrán realizar en cualquier punto SEAT.