EL nuevo Polo, que Volkswagen ensambla en su planta navarra, sale a la venta el mes que viene. El proyecto estrenado hace cuarenta y dos años nunca ha dejado de progresar, aunque siguiendo una trayectoria espiral que apenas lo ha alejado de los postulados iniciales. Lo cierto es que el modelo se ha erigido en referente de calidad para los turismos compactos. El ejemplar de la nueva remesa es más coche que nunca. Empieza ganando tamaño y habitabilidad, para terminar incrementando las dotaciones tecnológicas. Está disponible únicamente con carrocería de cinco puertas. Debutará con motorizaciones de gasolina, a las que pronto acompañarán unidades diésel e incluso de gas natural; cubren una horquilla de potencia entre 65 y 200 CV. La variante más asequible va a costar un mínimo de 14.740 euros, importe sensiblemente superior al precio medio de sus rivales.

Pocos constructores de automóviles son tan fieles a sí mismos como Volkswagen. La casa matriz del grupo alemán suministra al mercado algunos productos emblemáticos cuya calidad y prestigio acortan el margen de mejora. Uno es, claro está, el mítico Golf. Pero a su sombra ha ido emergiendo el Polo, utilitario empeñado en replicar esas mismas cualidades en un formato más comprimido. Con el tiempo -la primera entrega data de 1975- la tendencia a crecer de todos los automóviles, y en especial los más escuetos, hace que la diferencia de tamaño entre Polo y Golf se haya difuminado, sobre todo a medida que el primero ganaba empaque.

Desde su lanzamiento, el Polo ha vendido 16,5 millones de unidades. De hecho, a pesar de tener fecha de caducidad, esta generación sigue siendo el modelo más popular de la marca en el mercado español. En los ocho primero meses de este año acumula 20.000 matriculaciones, volumen que supone dos mil ejemplares de ventaja respecto al Golf.

La remesa que viene continúa acortando distancias con este al pegar un considerable estirón y emular las líneas maestras de su diseño. El Polo utiliza la moderna plataforma MQB, estrenada por el Ibiza, que sustentará a las futuras creaciones del grupo VW. Sobre esa base se levanta un automóvil bastante más largo y ancho que antes. La sexta edición prolonga su eslora hasta ocupar 4,05 metros de largo, 8 centímetros más que hasta ahora; curiosamente, la distancia entre ejes aumenta aún más (9,4 cm.) y alcanza 2,56 metros. La anchura se expande otros 7 centímetros (1,75 metros).

Esas cotas, unidas a la rebaja de la altura del techo en un centímetro, contribuyen a conferir al conjunto una notable esbeltez. Y, lo que es más importante, procuran a la cabina una habitabilidad superior. Gracias a ella, el envase de cinco puertas resulta accesible y acogedor para los ocupantes, cinco atendiendo más a la ficha de homologación que a criterios de bienestar. El modelo saca partido a su nueva figura habilitando un cofre de carga mucho mayor: gana 71 litros para convertirse en uno de los más holgados de la categoría (351 litros).

El Polo que viene incorpora soluciones tan innovadoras como el puesto de mandos con instrumentación digital. También da un paso adelante en la adopción de tecnologías de seguridad y de asistencia a la conducción; su catálogo recoge recursos hasta hace poco patrimonio exclusivo de los modelos más grandes y costosos. Es el caso del airbag de cortina y del sistema de vigilancia frontal Front Assist, integrados en las dotaciones de serie.

El Front Assist permite la detección de coches y peatones en la trayectoria del vehículo e incluye frenado automático de emergencia en ciudad. Además, VW propone instalar también recursos de conectividad, programador de velocidad activo con regulación de distancia de seguridad, detector de vehículos en el ángulo ciego del retrovisor, alerta de cambio de carril involuntario, aparcamiento semiautónomo (el usuario se olvida del volante y solo acciona los pedales), asistente de visión en salidas de estacionamiento, etc.