Julio Verne fue considerado en su época un iluso de pluma fácil por imaginar viajes submarinos y espaciales. El escepticismo de aquella sociedad de mediados del XIX perdura casi dos siglos después. Por eso, pese a los grandes progresos de la humanidad en este periodo, hoy aún suscita cierta incredulidad la noción de coches que avanzan solos. Sin embargo, la conducción autónoma es una incipiente realidad gracias a la proliferación de las ADAS (Advanced Driver Assitance Systems), las ayudas inteligentes que van incorporando paulatinamente los modelos actuales. Estos sofisticados recursos que facilitan el aparcamiento, mantienen el rumbo o la velocidad e impiden choques y atropellos, ya no son patrimonio exclusivo de las firmas de lujo. El grupo francés PSA (Peugeot, Citroën y DS) es uno de los grandes promotores de la democratización de estas tecnologías, algunas de las cuales desarrolla y ensaya en el Centro Tecnológico de la Automoción de Galicia.

El coche autónomo es, hoy por hoy, técnicamente factible. Necesita, eso sí, pulir aspectos esenciales. Uno es la mejora de la conectividad (para ello será decisiva la implantación de la tecnología 5G) y otro la definición del marco legal en el que se ha de desenvolver. Entre tanto, continúa cumpliendo un intenso programa de pruebas. La más llamativa se llevó a cabo en noviembre de 2015, cuando PSA se convirtió en el primer constructor en probar un vehículo autónomo en carretera abierta, cubriendo el trayecto entre Vigo y Madrid. Tras este desplazamiento realizado sin intervención humana, el grupo francés ha seguido con sus ensayos. Desde marzo de este año viene realizando test en Francia en los que pone ante el volante de sus diferentes vehículos autónomos experimentales a personas consideradas no expertas con el fin de estudiar sus reacciones. En total, los diferentes prototipos de la compañía han recorrido 125.000 kilómetros en modo autónomo por vías rápidas de Europa.

Para convertir la utopía en realidad y alcanzar el objetivo del coche plenamente autónomo, la industria de la automoción se enfrenta a una larga carrera de fondo. La afronta por etapas, cinco en concreto, que coinciden con fases de desarrollo sucesivas. Según ese plan de trabajo, hoy nos encontramos a poca distancia de la línea de salida. En ese nivel se hallan los automóviles contemporáneos que empiezan a aplicar modernos asistencias a la conducción, recursos que un decenio atrás sonaban a ciencia ficción.

¿QUE SON LAS ADAS? Hablamos de ADAS para referirnos a las ayudas electrónicas concebidas para hacer más grato, eficaz y seguro el manejo del vehículo. Son complementos que, eso sí, requieren la participación y/o supervisión humana en todo momento. Su utilización es, por lo general, sencilla e intuitiva.

Este tipo de soluciones comienza a engrosar las dotaciones de serie de muchos coches de gama media. En el caso de las marcas de PSA ya se instalan en los Citroën Picasso, en los Peugeot 308, 3008 y 5008 y, sobre todo, en el ambicioso e inminente DS 7 Crossback.

El listado de recursos es extenso. Uno de los más sencillos es el que advierte de una conducción prolongada, normalmente después de dos horas circulando a más de 65 km/h, y recomienda hacer una pausa para descansar. Un segundo va un poco más lejos y se permite evaluar el grado de atención de quien pilota a través de su comportamiento; si detecta repetición de giros bruscos o de maniobras anómalas lanza un aviso de atención y recomienda una parada.

Pero los coches actuales van incorporando ADAS más decisivas y espectaculares que esas. Es el caso de la Alerta de Colisión y el Freno Activo de Seguridad, el sistema automático de detención de emergencia. Ambas utilizan una cámara situada en la parte superior del parabrisas para detectar la hipotética presencia de obstáculos en la vía (vehículos, personas o animales) y valorar el posible riesgo de choque; en tal caso, el dispositivo alerta al usuario y, si este no actúa a tiempo, interviene de forma automática para frenar el avance. Es totalmente eficaz a baja velocidad y por encima de ella contribuye al menos a atenuar la violencia del impacto. Funciona normalmente desde el arranque (a partir de 5 km/h) hasta la velocidad punta.

Esa misma cámara embarcada permite el Reconocimiento de Señales, un recurso útil que identifica, por ejemplo, las limitaciones puntuales de velocidad. El conductor tiene la posibilidad de registrarlas como consigna para el regulador/limitador, evitando así riesgos de sanciones. Otra funcionalidad propiciada por dicho ojo digital es la Comprobación de Trayectoria, capaz de descubrir si el vehículo tiende a rebasar involuntariamente (sin que el conductor accione el indicador de dirección) las líneas que delimitan su carril. De darse esa circunstancia, apercibe al chófer del peligro y corrige el rumbo (actúa sobre dirección y/o frenos) para devolver el coche a su carril.

El sistema de Vigilancia del Ángulo muerto advierte a quien ostenta los mandos de la presencia de un vehículo en la zona de visión ciega. Lo hace por medio de una alerta luminosa en el retrovisor correspondiente. Además, el volante puede mostrar una resistencia adicional a ese giro para disuadir de la maniobra.

El Regulador de Velocidad Adaptativo es un dispositivo que detecta al vehículo precedente y, tras alcanzarlo, se adapta a su ritmo manteniendo la distancia de seguridad fijada por el usuario. Actúa sobre el acelerador y el freno; cuando va asociada a transmisión automática, esta función es capaz de detener el coche, si es el caso, hasta que se retoma el control humano.

La Visión 360º consigue ofrecer en el cuadro de mandos una imagen cenital virtual del vehículo y su entorno. La consigue gracias a la combinación de imágenes suministradas por cuatro cámaras (emplazadas en el parabrisas, la zaga y los retrovisores laterales). Es muy útil al maniobrar, casi tanto como el Park Assist. La última generación de este sistema ayuda a estacionar sin esfuerzo, tanto en línea como en batería. Empieza detectando el hueco idóneo sobre la marcha. A partir de ese instante asume el control de volante, dejando que el piloto se ocupe de los pedales.

Por último, los coches actuales comienzan a incorporar un recurso aparentemente sencillo y tremendamente práctico: los faros de haz inteligente. Además de proporcionar gran intensidad lumínica, gestionan el cambio automático entre luces de cruce y carretera en función de la luz ambiental y del tráfico.