LA interpretación con sistema de impulsión puramente eléctrico del Ioniq ya está en los escaparates de la red Hyundai. El proyecto de esta berlina global se sostiene sobre tres patas, que son las variantes motrices que el constructor le asigna, ninguna de ellas exclusivamente térmica. Tras las versiones híbrida e híbrida enchufable llega esta tercera con corazón eléctrico, ejecución que mantiene la apariencia pero modifica buena parte de los contenidos. El Ioniq eléctrico, que saca partido al motor de 88 kilovatios (equivalentes a 118 caballos de vampor) para adquirir una notable soltura de movimientos, promete una autonomía ideal de 280 kilómetros. Cuesta entre 34.600 y 39.600 euros, dependiendo del nivel de acabado que se elija.
El Ioniq es uno de esos modelos eléctricos que parece un coche, se maneja como tal, y no un electrodoméstico. Su diseño puede fascinar o dejar tibio, pero no pretende impactar con líneas estrafalarias. Otro tanto cabe decir de sus reacciones, más parecidas a las de un turismo convencional que a las de algunas otras propuestas equiparables, cuyo tacto transmite al conductor la sensación de disponer de un control limitado sobre la máquina que tiene entre manos.
Esta vez, la berlina de 4,47 metros conserva intacto el envase y el habitáculo conocidos, pero asume abundantes modificaciones técnicas. Para empezar instala un único impulsor, un bloque de inducción que procura esa potencia de 88 kilovatios. Lo alimenta mediante una batería de polímeros de iones de litio, que se recarga durante las frenadas y retenciones. Dicha recuperación de energía se puede graduar seleccionando su intensidad entre cuatro niveles disponibles. La operación, que se efectúa por medio de un mando tras el volante, determina la respuesta dinámica del coche.
El motor eléctrico va unido a un cambio reductor de una sola velocidad, combinación que consigue acelerar el vehículo a una velocidad punta de 165 kilómetros por hora (permite progresar de 0 a 100 en 9,9 segundos). Incorpora un selector de marcha electrónico que ofrece tres modos de utilización (Sport, Normal y Eco) a fin de garantizar eficiencia y agrado de conducción.
Reabastecer el 80% de la batería requiere unos 24 minutos de conexión a un cargador rápido de 100 kilovatios de corriente continua. Un cable incluido en el vehículo permite cargarla en una toma de corriente alterna doméstica compatible. El enchufe se encuentra en la posición habitual del tapón del depósito de carburante.
La batería va alojada en la zaga del vehículo, tras el asiento trasero. Resta algo de capacidad al maletero (ofrece 350 litros) y obliga a adecuar el esquema de la suspensión posterior, algo que apenas afecta al comportamiento del vehículo. El Ioniq eléctrico se distingue a primera vista de sus hermanos por su peculiar frontal ciego, desprovisto de la habitual parrilla, puesto que el bloque eléctrico no precisa rejilla alguna de aireación.
Hyundai lo atavía con tres puestas en escena sucesivas: Klass, Tecno y Style. La primera, que es la más discreta y asequible, sale a la calle pertrechada con un equipamiento realmente abundante y acorde al precio: llantas de aleación de 16”, alerta por abandono involuntario de carril, control de crucero inteligente, sensores de aparcamiento, navegador con pantalla de ocho pulgadas, cámara de visión trasera, sensores de lluvia y luces, climatización, llave inteligente y arranque por botón.