madrid - Tiene pinta de chico malo, cresta y piercings, y en las fotos de promoción unos brazos tatuados, pero David Muñoz aclara que solo lleva un tatuaje real en un lugar no visible. Tres estrellas Michelin en un tiempo récord. Su mujer, Cristina Pedroche, es una de las estrellas Atresmedia. Él está en la cadena rival, Mediaset. A pesar de la advertencia de no preguntar sobre ella y su vida personal, Muñoz se embala con pasión y se declara enamoradísimo de su pareja.
Tres restaurantes, ¿posee el don de la ubicuidad?
-Todo el peso creativo de los restaurantes lo llevo yo. Yo cocino en DiverXO y quien cocina en StreetXO son mis equipos. De martes a sábado cocino en Madrid y los fines de semana voy a Londres.
¡Vaya estrés! Además hace programas de televisión.
-Cuando haces lo que te gusta acabas cansado, pero mi trabajo no es estresante, me gusta, me emociona.
¿Qué aporta la televisión a un cocinero que está en la cima de la gastronomía?
-En mi caso particular, llegar a un público que quizá de otra forma no me conocería. Y ayuda a explicar qué es la alta cocina, al menos como la entiendo yo. No es tan elitista ni a nivel económico ni a nivel cultural.
No diga que no es elitista a nivel económico comer en un restaurante con tres estrellas, no es apto para todos los bolsillos.
-No es asequible, tiene usted razón. En mi caso, en StreetXO en Madrid la media por comensal es de 35 euros. Comer en DiverXO no es asequible, pero todo depende de las prioridades de cada uno. Conozco a gente que paga todos los meses un dineral por un coche de lujo, y hablo de gente que no tiene un gran poder adquisitivo. También conozco gente que paga muy caro un abono por ser socio de un club de fútbol.
Ya, pero casi 200 euros por una cena en un restaurante?
-Todo este tipo de ocio tiene que ver con un desembolso de dinero. Cualquier persona con trabajo puede comer en restaurante con estrellas Michelin si tiene ese capricho. Ahorra y se puede ir una vez al menos.
Si voy a DiverXO, aconséjeme un plato estrella.
-Ninguno, cambiamos tanto la carta que no puedo recomendarlo. Mi creatividad es tan caótica y arrolladora que me pide un imposible.
¿La cocina era su sueño infantil?
-De hecho, tengo 37 años y soñaba con ser cocinero a los 12.
No es muy normal.
-¿Yo o mi sueño? Ja, ja, ja? En aquel momento no existía el mundo de la cocina tal y como lo vivimos ahora. Yo soñaba con los fogones en un momento en el que los niños querían ser de todo menos cocineros: futbolistas, actores...
¿Y a usted de dónde le venía la vena gastronómica?
-Nadie de la familia se ha dedicado a este mundo. Mi padre trabajaba en una empresa y mi madre era ama de casa. A mis padres les gustaba mucho comer, vivíamos en un barrio madrileño muy humilde, éramos una familia de clase media-baja y mis padres ahorraban para salir a comer a un restaurante diferente.
Pues ha llegado usted muy lejos.
-Sí. Mi casa era humilde pero se daba mucha importancia a lo que se comía y a cómo se comía.
Un aspecto peculiar el suyo: cresta, piercing... Choca con la sobriedad de algunos colegas suyos.
-Sí. Ja, ja, ja? Tatuaje solo llevo uno y no está a la vista. Me hice el primer piercing con 13 años?
¡Qué joven! Era una criatura.
-Vengo de un barrio humilde, ya se lo he dicho, y ese tipo de cosas no estaban mal vistas. Mis padres siempre han sido muy modernos. Mi hermano mayor se lo hizo con 17 años y yo después que él.
¿Y la cresta?
-La primera me la hice con 16 años. Para mí estas cosas son normales, nunca le he dado importancia al aspecto, ni al mío ni al de la gente que me rodea.
Es usted mediático por su vida personal y profesional, ¿qué queda del chico de barrio?
-Soy el mismo. El hecho de trabajar 17 horas al día durante los siete días a la semana te hace poner los pies en el suelo. El esfuerzo que hago es una hostia de realidad brutal.
¿Talentoso?
-Sé que hay una parte de talento y hago gestión de ese talento, pero hay una parte de trabajo y sacrificio super bestia. El éxito me viene por un sacrificio de la leche.
Me han recomendado que no le pregunte nada sobre su mujer, Cristina Pedroche.
-Si es solo una, le dejo.
Gracias. Hablemos de Pedroche, ¿cómo es ella?
-La número uno en todo. No le hablo a nivel profesional, que es un monstruo, le hablo de todo. Cristina me lo da todo porque yo se lo doy todo, somos un equipo. La admiro y tenemos fe ciega el uno en el otro.
Vaya, lo suyo sí que es pasión.
-Por supuesto, hay mucho de pasión, de amor, de cariño, de amistad. Cristina es maravillosa, a mí me ha enseñado tantas cosas en todos los aspectos que no puedo estar más que agradecidísimo y enamoradísimo de ella. ¿Cuántas preguntas llevamos sobre Cristina?
Dos, pero usted se ha embalado, que conste.
-Es verdad. Cristina Pedroche es mi mantra. Tiene un talante espectacular, es tan positiva, tiene tan buen rollo, tantas ganas de pasárselo bien en la vida? Pase lo que pase, ella siempre tiene una sonrisa preciosa en la cara. Incluso en mis peores días, la única persona que me hace reír es Cristina, solo ella lo consigue.