Audi experimenta un inesperado ataque de efusividad y lanza el Q2. La declinación corta del proyecto SUV resulta bastante más sugestiva y osada de lo que insinuaba la cadena de mando. Esta vez, la casa de los aros cultiva la excelencia sin resultar tan previsible como en el resto de la secuencia (Q7, Q5, Q3?). Ese plus de expresividad de la nueva propuesta obedece al deseo de atraer a la clientela de clase media, tan proclive a cuidar la relación calidad-precio como las apariencias. Para cautivarla, la firma alemana pone todo su bagaje tecnológico al servicio del compacto. El Q2 sugiere un menú con tres motores diésel y tres de gasolina igualados en potencias (116, 150 y 190 CV), propone transmisión manual y automática, así como tracción delantera e integral quattro. Plantea tres puestas en escena y cubre una horquilla económica de 27.450 a 46.180 euros.
El Q2 es un producto con clara vocación Premium decidido a conquistar una tierra de nadie -solo la habita el Mini CrossCountry- a la que también acceden las versiones altas de ciertos crossover generalistas. La mayor expresividad de sus formas y la drástica reducción de tamaño no impiden reconocerlo al instante como integrante la familia de los anillos. Con este producto, Audi sirve en plato de postre una adaptación de la receta SUV que tanto gusta en soportes de mayor tamaño. Ofrece casi la misma ración, aunque la sazona con una dosis extra de sal y pimienta para hacerla bastante más apetecible. Enfatiza las austeras formas de sus hermanos con trazos un poco más angulosos, que reproducen líneas trapezoidales. Ese efecto se percibe sobre todo en los cuartos traseros, hacia los que tiende el declive del techo. Los diseñadores aligeran la imagen del coche con un tercer pilar (la barra ancha que separa que la ventanilla trasera y el parabrisas posterior) disimulado con distinta tonalidad que la carrocería. Otro factor diferencial de este joven modelo es su ambientación, personalizable hasta la sofisticación con un surtido de luces e inserciones metálicas y de fibra que propician diversas combinaciones cromáticas.
El modelo más escueto de la línea Q viste un envase de cinco puertas con apenas 4,19 metros de largo, que es un palmo menos de lo que necesita para aparcar un Q3. Es también ligeramente más bajo (1,51 m.) y estrecho (1,79 m.) que este, aunque al compartir su plataforma empata en batalla (2,60 m.). Gracias a ello, el recién llegado sorprende brindando una grata habitabilidad, comparable a la de un A3 Sportback. Acomoda en su seno a cuatro o cinco pasajeros, dependiendo de su corpulencia. Además, los 405 litros del hueco de carga satisfacen perfectamente las necesidades cotidianas de una familia media.
Lo mismo sucede con sus evoluciones. Con independencia de la versión que se elija, el Q2 cumple con nota las expectativas más exigentes haciendo gala de un comportamiento ágil y a la vez dócil. Avanza con un aplomo compatible con el máximo bienestar. En función de la motorización y de las manos en las que caiga el volante, el tesón puede transformarse en desparpajo e incluso en deportividad.
El catálogo plantea media docena de opciones motrices, la mitad de cada combustible, que ofrecen tres niveles de potencia coincidentes. Este reparto no depara sorpresas, ya se viene empleando hasta ahora en distintos vehículos de la firma. Se irá incorporando desde ahora hasta principios de 2017.
Abren la lista la mecánica gasolina 1.0 TFSI de tres cilindros y la de gasóleo TDI 1.6, ambas con 116 CV. Transmiten su energía a las ruedas delanteras y pueden optar entre caja automática de seis marchas y automática Stronic de doble embrague con siete relaciones. Uno y otro son propulsores adecuados para personas de temperamento sosegado o presupuesto limitado. La decisión entre diésel o gasolina depende fundamentalmente del número de kilómetros a cubrir, que tienen que ser bastantes para que amortizar el sobreprecio del TDI respecto a un TFSI que va francamente bien (acredita 5,2 litros de gasto medio oficial).
Ese mismo razonamiento contribuye a disipar dudas en el resto de emparejamientos. En el peldaño intermedio de la oferta se enfrentan dos bloques de cuatro cilindros, 2.0 TDI y 1.4 TFSI, empatados a 150 CV; combinan con las dos modalidades de transmisión, pero solo el de gasóleo puede asociarse a tracción integral quattro. Este sistema de cuatro ruedas motrices y la caja Stronic se vinculan de serie a las motorizaciones diésel y gasolina superiores, ambas de dos litros y 190 caballos