E L GLC Coupé es una declinación del proyecto SUV de Mercedes-Benz que luce una silueta más esbelta y deportiva. Por medio de esta reinterpretación, la marca de la estrella duplica la oferta del todoterreno derivado del Clase C que estrenó a principio de temporada. El Coupé cambia un poco de la versatilidad del formato alto por la vistosidad y el dinamismo que confieren el techo acostado y la plataforma rebajada. El debutante calca el conciso menú del GLC ofreciendo tres mecánicas -gasóleo de 170 y 204, además de gasolina con 211-, todas ellas asociadas a tracción total permanente 4Matic y a transmisión automática secuencial 9G-Tronic. Optar por este envase estilizado supone asumir un desembolso ligeramente superior (desde 52.000 euros).
La proliferación de propuestas ha convertido el catálogo de Mercedes-Benz en una sopa de letras que obliga a hincar los codos para reconocer cada modelo. En la retahíla de siglas a la que se enfrenta la clientela de la marca alemana, la combinación GLC reemplaza a la anterior GLK a la hora de identificar a la última hornada SUV. Por fortuna, el apellido Coupé disipa dudas respecto a la naturaleza de dicha secuela. No es una maniobra inédita. El año pasado protagonizó una similar el GLE, la visión campera del Clase E, que también generó el correspondiente formato Coupé.
Como entonces, el GLC se convierte ahora en una moneda con dos caras. A pesar del evidente contraste entre la estampa de una y otra, ambas mantienen la misma talla e incluso comparten muchas de sus cotas. El Coupé es algo más largo (4,73 frente a 4,66 metros) y bajo (1,60 frente a 1,64), pero coincide en anchura (1,89 m.) y separación entre ejes (2,87 m.).
La mayor inclinación de su techo deja casi intacta la habitabilidad de la cabina. Eso sí, sus cinco inquilinos, especialmente los del asiento posterior, no disfrutan de la misma sensación de desahogo que en el carrozado inicial debido al declive del parabrisas trasero. Tampoco es grave la pérdida del 10% de volumen de maletero, puesto que el Coupé oferta 500 litros útiles. Aunque no es fácilmente perceptible, éste se distingue de su hermano con carrocería convencional por la reducción en centímetro y medio de la distancia libre al suelo. Dicha rebaja del chasis no compromete las ocasionales incursiones del vehículo por el campo, pero sí fomenta un poco el aplomo en carretera.
Matices así son los que marcan sutiles diferencias de carácter entre uno y otro perfil. Desde el punto de vista mecánico, ambos plantean ofertas idénticas. En consecuencia, el Coupé debuta en el mercado proponiendo las tres motorizaciones disponibles. Ofrece, por un lado, dos ejecuciones de la mecánica turbodiésel de cuatro y 2.143 CC, una de 170 y otra con 204 CV. Brindan agilidad en dos grados de diferentes, pero pueden rivalizar en frugalidad (acreditan 5 litros de promedio ideal de gasto) y bajos humos (131 g/km de CO2).
La faceta gasolina queda cubierta con un bloque sobrealimentado de cuatro cilindros y dos litros que suministra 211 CV. En sus credenciales promete conformarse con 6,9 litros de promedio y expeler 159 g/km de dióxido de carbono. El repertorio motriz del GLC se irá ampliando en los próximos meses con la incorporación de alternativas superiores, entre las que figuran una diésel 350d (258 CV), una gasolina AMG 43 (367 CV) y una híbrida enchufable (350 CV).
Mercedes-Benz asigna al GLC Coupé unas dotaciones considerables, generosidad acorde al nivel de precio en que se mueve. Sugiere, además, una carta de elementos opcionales, un par de líneas de personalización y varios paquetes de complementos con los que enriquecer aún más el vehículo.